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La salida de EU de Afganistán es un gran fracaso bélico: Jon Lee Anderson
 
Periódico La Jornada
Martes 1º de febrero de 2022, p. 6

El retiro de las tropas estadunidenses de Afganistán es uno de los grandes fracasos bélicos del gobierno de Estados Unidos, consideró el periodista Jon Lee Anderson, durante su participación en el Hay Festival Cartagena de Indias 2022.

Anderson, quien desde hace 20 años ha escrito sobre la situación de aquel país de Medio Oriente, explicó que “siempre hubo cierta certeza de que los talibanes tomarían el país de nueva cuenta, sobre todo desde que Trump anunció que quería sacar a las tropas de ahí; entonces, los talibanes se dieron cuenta de que habían ganado la guerra”.

Lo que quizá nadie esperaba, agregó, es que las ciudades de Afganistán cayeran con tanta rapidez. La mayoría, sin que corriera sangre, debido a que los comandantes de cada urbe entendieron que no había por qué luchar, que tenían que entregar las ciudades a sus enemigos a cambio de sus vidas, las de sus familiares y subalternos. En una semana cayó todo el país, como un castillo de naipes.

En charla con la periodista Catalina Gómez Ángel, el periodista refirió que ese gran fracaso bélico del gobierno de Estados Unidos fue resultado, de un cúmulo de errores y malas decisiones, comenzando con la invasión de Irak, sustentada en mentiras sobre la existencia de armas de destrucción masiva, hasta el hecho de que el gobierno estadunidense negoció con los talibanes, sin incluir al gobierno afgano.

De acuerdo con el autor de La caída de Bagdad, ese fracaso cuestiona el poderío real de Estados Unidos en el mundo, a lo que están atentos gobiernos como los de China y Rusia.

Se tiene a un presidente como Joe Biden, que también decepcionó mucho con sus comentarios, continuó Anderson, al decir que Afganistán ya no era una pieza estratégica, por lo que se podían retirar las tropas, cumpliendo así con lo dicho antes por Trump, pero se vio débil.

Para el cronista, los jóvenes y mujeres afganas esperaban ser ya parte de la comunidad internacional, sentían que los habían salvado de los extremistas de hace 20 años, pero fueron entregados a esos mismos talibanes, lo cual provocó un shock y enorme desazón.

No se pueden olvidar las terribles imágenes de gente cayendo de los aviones para en su intento de salir del país, recordó Anderson, quien también atestiguó la derrota de los soviéticos en Afganistán, a finales de los años 80, tras una década de invasión.

Hoy, la edad promedio de los afganos es de 18 años y medio, y duplicó su población en dos décadas; hoy son 40 millones de habitantes. En Kabul se asientan unos 4 millones de personas, explicó el periodista.

Los talibanes que ahora han tomado Afganistán, son chicos que, en la mayoría de los casos no sólo nunca habían estado en Kabul, sino que nunca habían estado en una ciudad en sus vidas.

Cuando se sale de Kabul es como ir a la Luna, describe el también escritor. “La mayoría del país no tiene árboles, es desierto, son montañas muy rudas, algunas tienen nieve; sólo en la frontera con Pakistán hay árboles. Muchos de los talibanes, durante la mayoría de sus vidas, han vivido en túneles y cuevas. Hay líderes insurgentes veteranos, pero también hay quienes han estado ‘encuevados’ durante 20 años, y ahora son los que están en Kabul”.

Se vive un momento en el que esos talibanes, que se dicen un poco más moderados y diferentes que los de hace 20 años, esperan ser financiados por Occidente para desarrollar un gobierno, pero cuando se les cuestiona, se aprecia que no son tan diplomáticos, ni tan diferentes de aquellos, pues esos que ahora gobiernan son quienes organizan ataques suicidas con bombas.

Otra cuestión que hay que saber, compartió el periodista, es que tienen la figura de un líder supremo al que nadie ha visto nunca. Sólo hay una foto de él, una imagen de una silueta. El verdadero liderazgo del nuevo régimen no se ve, es invisible.

Anderson contó que uno de los talibanes le explicó: Somos los elegidos de Dios; cuando la sociedad se desvía, Dios requiere que la justicia sea severa. Fuimos severos, porque no confiamos en la sociedad. Ahora tenemos más fe en ella y su cercanía con Dios, así que podemos ser moderados, pero cuando es necesario, aplicamos la severidad.