Opinión
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Isocronías

Una cuarta de forros y un mea culpa

L

a cuarta:

En la frase a grandes rasgos encuentro no una contradicción, sino una, al menos aparente, paradoja: esos grandes rasgos apuestan a la brevedad, son pocos y, es de esperar, esenciales. Angélica Minor, de mirada abarcadora, traza en este libro en unas cuantas pinceladas, a grandes rasgos, sus visiones marinas, sus marinas. El mar es más bello que las catedrales, dijo Verlaine, y Monet trabajó bastante con el mar –cuyos destellos, se diría, pasó a sus representaciones de la Catedral de Rouen (relampagueos, destellos, cuasi puntillismo). La autora de Plumbago, título por demás sencillo, nostálgica de la totalidad o el infinito, hace una serie de trazos metafóricos para describir su experiencia del mar, de lo acuático –que es a la vez metáfora del todo. Senderos de sal, pescadores roturando el agua, sándalo y canela en su piel oscurecida, son algunas de las afortunadas imágenes de este libro. Bajo el enjambre de jejenes / los cangrejos enhebran la arena es otra. E igual: El agua desdibuja su sombra. Un natural impresionismo, aunado a cierto aliento telegráfico, da unidad a este cuaderno de notas sobre todo visuales, aunque musicales también; dos mínimos ejemplos: sonoridad del acantilado, o mira partir los barcos. Concluyamos esta invitación a la lectura con una cita que reúne ambos aspectos: Buques / empapados de ceniza / arrean lejanías.

El mea culpa:

Conocido es el dicho, sobre todo en el gremio: los médicos entierran sus errores, los periodistas los publican. El limitado espacio de esta columna no me permitió la vez pasada aclarar que en dos entregas previas, de manera distinta, entré en confusión y, primero, en mi (mala) memoria visual uní en una sola persona a dos artesanos nombrados creadores eméritos jaliscienses hace por estas fechas dos años, Nicasio Pajarito, ya fallecido, quien trabajaba el barro canelo –tradición que heredó a sus hijos–, con Ignacio García Rosales, cuya materia prima es la piedra basáltica. Confundí sus imágenes fotográficas, pues, de lo que espero se me disculpe. Segundo, y para decirlo eufemísticamente, menos disculpable es el por descuido haber atribuido la autoría de una frase (original de Gilbert Keith Chesterton en Ortodoxia) a quien llanamente la citaba (Gastón Alejandro Martínez): Lo extraordinario sólo afecta al hombre ordinario....