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¿La fiesta en paz?

Tlaxcala y Aguascalientes, entre la bravura y su aproximación // Confirmadoras reacciones

L

as dos son capitales y llevan el nombre de sus respectivos estados, las dos son de una deliciosa personalidad urbana, las dos presumen de gran tradición taurina y arraigada afición, las dos son ejemplo de una preservación identitaria que quisieran la mayoría de los estados, cada una conserva una distinta apreciación de la fiesta de los toros gracias a un mejor o peor manejo político y empresarial de su rica tradición taurina, y las dos, por demasiadas razones, son dueñas legítimas de mi corazón.

Comparto con los lectores dos experiencias recientes, una en video y la otra presencial, sobre dos conceptos de bravura considerablemente distintos, uno de los cuales ha determinado el rumbo de la fiesta de los toros en nuestro país e incluso en España, pues se trata de peligrosas mancuernas de apoderados-empresas y empresas-ganaderos, interesados todos en ubicar sus productos humanos y animales a costa de la pérdida de posicionamiento de la fiesta en la sociedad.

Emilio de Justo, torero nacido en la provincia de Cáceres hace 38 años, con 14 de alternativa, diez de los cuales estuvo marginado en su país, a partir de 2018 ha sido triunfador de las plazas madrileñas de Vista Alegre y Las Ventas, incluso con reses de Victorino Martín. En la reciente temporada toreó 36 corridas, quedando tercero en el escalafón por lo que el monopolio taurino de México decidió traerlo a Aguascalientes el 31 de octubre pasado con un terciado encierro de Begoña, propiedad de Alberto Bailleres, alternando con los jóvenes Leo Valadez y Luis David. El extremeño cortó dos orejas tras la faena a su noblote segundo. Aquí los comentarios en redes sociales de algunos aficionados:

“Los toros de Bailleres chiquillos, como si no tuviera para alimentarlos… Esperábamos morlacos con más edad porque el año pasado no hubo toros, y luego dicen que el público ya no va a los toros; para ver esto no vale la pena pagar un billete… Qué desesperanza. Parece que así debe ser la cosa. Parece que no hubo veinte meses de reflexión, expiación y propósito de enmienda. Parece que todo estaba bien y así debe seguir. Desde anoche, la esperanza es un lujo que no debemos sentir... Me apunto en la fila de los que no entienden, de los que pensaron que estos petardos fueron cosa de un pasado inconsciente e irresponsable y que al volver habría seriedad… A falta de toros, orejas. Así los villamelones se van contentos… Señor juez, por favor pida al veterinario análisis de todas las bocas y cornamentas… Manda novillos por toros el ganadero más rico del mundo.”

El martes 2 de noviembre asistí a Tlaxcala a la primera corrida de feria, con la bella plaza llena, la ausencia de la flamante gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros y la perturbadora presencia de un encierro de la ganadería tlaxcalteca de Piedras Negras, que contra viento y marea sigue apostando por la bravura como sustento de la ética y la estética de la tauromaquia. Bravura que no es exigente es apenas nobleza pasadora, y tanto Jerónimo (oreja) como José Mauricio y Angelino de Arriaga (3 orejas) debieron sudar el terno en su intento por hacerles fiestas a los cárdenos de la divisa rojinegra.

A lo largo de la soleada tarde, antes que faenas al toro de la ilusión prevaleció la emoción, y que lo diga José Mauricio, que al doblarse con su segundo fue violentamente empitonado y ya en la arena el toro siguió haciendo por él con una codicia que cimbró a la mismísima torre que preside el coso. Hay que repetirlo: la emoción la da la bravura, no las posturas, pero la frivolidad de los que dicen saber se niega a reconocerlo.