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Falleció Inocencia González, Premio Nacional de Arte Popular 2019
Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 25 de junio de 2021, p. 3

Mexicali, BC., La artesana Inocencia González Sanz falleció a los 84 años en la comunidad indígena El Mayor Cucapá, en el sur de Mexicali.

Defensora de la lengua cucapá y del reconocimiento a esta etnia del grupo yumano, originaria de la península de Baja California, murió durante la tarde del miércoles, confirmó su hija Antonia Torres González.

En marzo, la artesana fue hospitalizada, por lo que su estado de salud se fue deteriorando desde hace dos meses.

En 2019, Inocencia fue designada Premio Nacional de Arte Popular por Trayectoria, como reconocimiento a los pectorales bordados en chaquira que elaboró a lo largo de su vida, tradición que recuperó con Juan García Aldama, jefe cucapá, quien murió en 1991.

Inocencia González también se dedicó a rescatar su lengua, bailes, cantos y cocina, así como las artes de pesca y la elaboración de la falda tradicional con corteza de árbol.

Nací en un monte tupido de sauces, en una casa de cachanilla, a la orilla del río; no tenía nombre, ahora le dicen campo Sonora, sostuvo en un mensaje donde convocó a defender y salvar la Sierra Cucapah. 

Foto
▲ La artesana cucapá recibió el galardón en reconocimiento a su labor en el rescate de la técnica de bordado de pectorales.Tenía 84 años.Foto cortesía INAH/BC

Luto indígena

Hasta finales del siglo XX, a los cucapá que morían los colocaban en un tapanco de troncos de madera para cremarlos. Ponían los cadáveres con la cabeza hacia el oriente, porque aseguraban que iban al Sol.

También ubicaban las pertenencias del difunto en la pira, además de chaquira y dinero. Otro rasgo cultural consistía en que la comunidad y sus familiares quemaban las casas de los fallecidos.

Testimonios recogidos por la cronista de Mexicali, Yolanda Sánchez Ogás, señalan que esta costumbre se mantiene en los entierros.

Al día siguiente se cortaba cachanilla con el fin de hacer una hoguera para meter a los niños recién bañados a la humadera, y así evitar a los espíritus malos. Durante cinco días no comían manteca, ni se reía nadie; se hacía silencio total.