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Siembran amapola para subsistir

La violencia dejó viudas a 15% de las mujeres en 14 municipios de Guerrero

Carecen de oportunidades de desarrollo, señala el OPDS

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▲ Una mujer de la comunidad serrana de Liberaltepec, municipio de Apaxtla de Castrejón, Guerrero, asolado por grupos delincuenciales, desgrana mazorcas para sobrevivir durante los próximos meses.Foto Sergio Ocampo
Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 3 de noviembre de 2020, p. 26

Chilpancingo, Gro., Quince por ciento de las mujeres de los 14 municipios de Guerrero ubicados en la Sierra Madre del Sur quedaron viudas debido a la violencia que prevalece en la región desde hace 10 años, y el único camino que les queda es sembrar amapola para subsistir, aseguró el Observatorio por la Paz y el Desarrollo de la Sierra (OPDS).

Una dirigente de la organización, quien pidió anonimato, indicó que en Heliodoro Castillo, Leonardo Bravo, Coyuca de Catalán, Petatlán y Tecpan, entre otras localidades, las mujeres que pierden a sus maridos cultivan amapola. No van a hacer otra cosa y no hay opción; además, se quedan solas, pues un muchacho soltero no se va a casar con una viuda por el alto grado de machismo.

Agregó que en general es poca la presencia de mujeres en la siembra de amapola, de la cual se extrae goma de opio para elaborar heroína, pero cuando una mujer queda viuda, por el motivo que sea, trabaja en la amapola; de eso no hay duda.

Recordó que en Guerrero la guerra sucia (1969-1979), sobre todo en los municipios de Atoyac y Ajuchitlán del Progreso, dejó cientos de viudas. Tengo tres familiares que quedaron viudas en el periodo en que llegaban (los soldados), formaban a hombres en fila y los fusilaban.

Machismo, insalubridad y falta de educación

La representante del OPDS expuso que la mayoría de las mujeres residentes en comunidades del Filo Mayor de la Sierra Madre del Sur “vivimos en una situación de machismo. Si no te casas es un sinónimo de quedada y el único camino que te queda es ser la querida de algún hombre soltero o casado”.

Consideró que esta actitud propicia inseguridad en la mujer, que “está en el papel de obedecer lo que el marido ordene. Si una mujer tiene relaciones sexuales, se dice que es una fracasada; en contraste, cuando un hombre tiene más de dos mujeres, es sinónimo de hombría.

La mujer en la sierra no estudia, y si lo hace, cuando se casa la educación le sirve a su marido. Si un hombre quiere estudiar la secundaria, debe irse a la ciudad, porque las secundarias o el Conafe (Consejo Nacional de Fomento Educativo) en la sierra no te garantizan nada; si eres hombre te puedes ir porque te sabes cuidar.

La situación no es mejor en cuanto a la salud: Pocas bajan (a la ciudad) a hacerse sus revisiones. Hay mujeres que no se hacen ultrasonidos o la prueba de Papanicolaou, sólo cuando hay alguna campaña. Se calcula que 35 por ciento de las mujeres (en la Sierra Madre del Sur) resultaron con enfermedades venéreas en las campañas de Papanicolaou, producto del machismo, debido a que los hombres bajan a la ciudad y es común que tengan una querida, sobre todo en la Costa Grande.

Destacó que la mujer de la sierra no tiene que trabajar; una mujer que trabaja es sinónimo de que su marido no tiene capacidad de atenderla, aunque en la realidad el marido no tenga esa capacidad por las condiciones en la región.

Agregó que las pocas labores que puede hacer una mujer son mediciones de tierra o levantar un acta (en una reunión o asamblea), porque se piensa, aunque haya estudiado: ¿qué puede saber si es vieja? En el desarrollo profesional no es muy aceptado el desempeño de la mujer, es muy denigrada.

Acotó que en años recientes las mujeres son nombradas comisarias en ejidos o comunidades donde hay conflictos sociales porque ellas pueden ir y venir porque se tiene la idea de que te van a respetar. Cuando los hombres tienen miedo, nos mandan a las mujeres.