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Lozoya: negocios en lo oscurito // Legisladores: coimas al por mayor

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ás falso que un billete de tres pesos, el 21 de noviembre de 2013 Emilio Lozoya, entonces director general de Petróleos Mexicanos, declaraba ante los integrantes de Comisión de Energía de la Cámara de Diputados que “no existen negociaciones en lo oscurito” con los partidos políticos (especialmente con el PAN) para acelerar la aprobación de la reforma energética presentada por Enrique Peña Nieto apenas tres meses atrás (12 de agosto de ese mismo año). Por el contrario, decía, el Ejecutivo federal es respetuoso de la soberanía del Congreso.

Como siempre, la realidad era diametralmente contraria al discurso de Lozoya (y del gobierno peñanietista en general), y para propios y extraños resultaba obvio que tanto el emisor de dicho mensaje como buena parte de los oyentes a duras penas aguantaban la risa cómplice, porque para esas fechas muchos de ellos ya habían transado una buena bonificación para acelerar el proceso legislativo en torno a la reforma energética y, desde luego, pronunciarse a favor de ella. Y ese acuerdo se dio tanto en San Lázaro como en el recinto senatorial.

En aquel entonces algunos legisladores de oposición denunciaron dicha operación ilegal, pero más allá de ese pequeño detalle los pagadores y receptores de tal bonificación se manifestaban más que confiados, por no haber pruebas de la supuesta acción, aunque lo cierto es que las coimas tuvieron el resultado deseado por Emilio Lozoya, Luis Videgaray y Enrique Peña Nieto: la reforma fue aprobada por el Congreso en un abrir y cerrar de ojos, y lo mismo sucedió en las legislaturas estatales. Nunca los legisladores fueron tan veloces como entonces.

Sin embargo, ninguno de ellos consideró la posibilidad de que fueran video grabados –al estilo Carlos Ahumada– a la hora de “negociar en lo oscurito”, transar y ponerle número al soborno que recibirían por la mencionada acción ilegal, y siete años después ese grupo de diputados y senadores de varios partidos políticos sudan profusamente y están al borde de un ataque de nervios, porque saben que la Fiscalía General de la República tiene acceso a esas grabaciones, proporcionadas por el mismo personaje que presumía no negociar en lo oscurito.

La ruta que siguió la reforma energética y la respuesta de los legisladores (no todos, pero sí la mayoría) da cuenta del enjuague: el 12 de agosto de 2013 Peña Nieto presentó la iniciativa al Senado; cuatro meses después, el 11 de diciembre de ese mismo año, esa instancia del Legislativo aprobó (95 votos a favor y 28 en contra) y la remitió a la Cámara de Diputados, en donde, un día después (12 de diciembre) fue aprobada (353 votos a favor, 134 en contra).

De inmediato, los muchachos de San Lázaro enviaron la reforma aprobada a los congresos estatales para su lectura, análisis y eventual ratificación, lo que hicieron en apenas cuatro días. Por ello, el 18 de diciembre el Congreso de la Unión emitió la declaratoria constitucional y el 20 Peña Nieto la promulgó. Nunca fueron tan veloces.

Vendrían más negociaciones en lo oscurito, con sus respectivas coimas, porque faltaban las leyes secundarias de la reforma y cada una de ellas tenía precio. Total, las coimas salían de las arcas de Pemex, sin que ello fuera significativo, porque la puerta que la reforma abrió de par en par permitía multimillonarios negocios privados a costillas de la nación.

Tal proceso siguió la misma ruta: el 30 de abril de 2014 Peña Nieto envió al Senado nueve iniciativas de leyes secundarias en materia energética y a la Cámara de Diputados tres por su contenido fiscal y presupuestal. En menos de tres meses, el Congreso de la Unión aprobó todo, y fueron felices, porque el México moderno iba viento en popa.

Pero algo falló: ¿quién imaginó que Emilio Lozoya Austin caería en desgracia, encendería el ventilador y abriría la boca en un intento por salvar su pellejo? La novela apenas comienza.

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