Opinión
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Isocronías

Cuatro sonetos

¿E

s el amor metáfora del canto / o metáfora el canto del amor?, / ¿es esta nada todo, este sabor / a sinsabor sabroso y casi espanto // de terrible dulzor, este quebranto / del rosal del amor el canto en flor? / Retrocedo de pronto y me adelanto / a la vez que me quedo en el dolor // de por amor cantar, y saber –cuánto– / que en el canto acreciéntase el fervor / de haber amor sabido ser y tanto // no obstante inmerecido ese favor. / De oídas doy de amor señal y santo / y decanto su son abrumador.

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Hondo infinito todo lo que toco, / hondo infinito todo lo que veo, / hondo infinito todo, y eso es poco, / mucho más es que eso, según creo. // Según eso hay muy más detrás de todo, / muy más, mucho, muchísimo. ¿Se esconde? / Llámalo por su nombre y te responde, / y te hablará si bien le hallas el modo. // Da susto, sí, da espanto, angustia da, / pero una vez que sabes que ahí está / hacer como que no no te conviene. // El corazón sabrá qué hacer, él tiene / los oscuros recursos de su lado. /¿Quién soy hoy, sin futuro ni pasado?

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Se va y se corre… De la vida es que hablo, / corre y se va la vida cuando menos / se espera y, para peor, se va sin frenos, / al aventón, a la ventura. El Diablo // parece que la lleva por las greñas / entre peñascos y filosas peñas. / Se va y se corre, se nos va, se fue. / Lo que vivimos ¿do quedó, y pa’ qué? // Vacía la boca de palabras ya / decimos nada; nos ahoga, ausenta / la nada a la deriva en la que vamos. // Corrió y se fue la vida de pe a pa. / Ya nada nos engaña ni nos tienta. / Muerte es la vida tanta que buscamos.

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Eso de hacer sonetos yo no creo / que nada te resuelva, pero sigue / y a ver qué encuentras. Algo, te deseo, / algo que como quiera algo mitigue // tu condición de reo / de un mundo que no es, y te persigue, / de este mundo. Mas veo / algo imposible tal. Que te enemigue // lo menos que se pueda / con éste, que ya ves cómo te enreda, / espero por tu bien. Que así suceda, // ojalá. Tú haz sonetos y no caso / de este soldado raso / que al soneto jamás le siguió el paso.