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Muere de Covid interna en el penal de Tijuana; nadie reclama su cuerpo
La Jornada Baja California
Periódico La Jornada
Martes 5 de mayo de 2020, p. 23

Tijuana, BC., Lorena Martínez Espinoza tenía 36 años. Su muerte, el pasado 29 de abril, confirmó lo que familiares de reclusos denunciaban en las redes sociales: que la pandemia de Covid-19 había llegado a los penales de Baja California. Murió en la cárcel de La Mesa y su cuerpo permanece como vivió Lorena en los últimos 9 años, abandonado.

No hay familiares que reclamen el cadáver. Dos amigas con quienes compartió celda, narraron que Happy, como la llamaban por su alegría, no recibía visitas hace 9 años, pues su único hijo es menor de edad y vive en Estados Unidos. Sus padres están de manera ilegal en ese país y no pueden cruzar a Tijuana para reclamar sus restos.

Me duele porque la familia no nos contesta el teléfono y no podemos recoger su cuerpo, lamenta María, quien quiere darle sepultura, porque para ella, Lorena fue como una hermana. Compartimos tanto, dolor, emociones... vivimos navidades, cumpleaños, Día de las Madres ¿Qué más puedo decir? Se me fue una hermana”.

María salió libre en 2018, pero fueron compañeras de celda por nueve años.

Sin consuelo por el fallecimiento de Happy está Laura García Murillo, quien conoció a Lorena tras las rejas. Dice que fue su apoyo durante los dos años que pasaron juntas en La Mesa. Laura salió en libertad en 2017, la amistad se mantuvo y tenían contacto a través de llamadas telefónicas.

Atención médica inadecuada en La Mesa

García Murillo afirma que en esa penitenciaría no se da atención médica adecuada a los reos y custodios, y aseguró que a uno de estos últimos “le detectaron el virus en los filtros de sanidad y en vez de enviarlo al hospital –como correspondía por su trabajo y por ser derechohabiente del Issstecali (Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Gobierno y Municipios del Estado de Baja California)–, lo dejaron en un espacio que improvisaron dentro de la cárcel para atender a los contagiados.

María comenta que les duele cómo murió Happy, porque no le dieron atención médica adecuada. El último día que la vieron estaba muy mal, la tenían aislada en la celda de castigo donde hay humedad y todo lo inimaginable. Después de dos semanas en ese espacio –para mantenerla aislada– decidieron excarcelarla para llevarla al Issstecali, pero cuando la pasaban a la camilla le dio un paro respiratorio.

Laura y María reclamaron el cuerpo de su amiga Lorena; quieren cremarlo y enviarlo a sus familiares en Estados Unidos, pero la respuesta de la autoridad no es alentadora, pues no tienen parentesco directo y legalmente no se les puede entregar.

Si la familia no aparece, como en los últimos años, el cadáver de Lorena será enviado a la fosa común junto con otras víctimas de Covid-19 cuyos restos no son reclamados.