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Ver día anteriorMartes 18 de febrero de 2020Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ciudad perdida

Inseguridad alarmante aumenta en la capital // Mensaje equivocado de la autoridad // Los cambios no son síntoma de debilidad

L

a angustia que se vive cotidianamente en la Ciudad de México, ocasionada principalmente por la inseguridad, aumenta de manera alarmante. Entre la ineficacia en la procuración de justicia, por decirlo de algún modo, y la patente complicidad de los jueces con el delito, la principal tarea del gobierno, esa de brindar seguridad a sus ciudadanos, está a punto de fracasar.

Y es que por parte de la autoridad el mensaje parece claro: viola la ley, mata, roba, secuestra, extorsiona, comete el crimen que más te guste, que siempre habrá un Ministerio Público o juez que te dejarán en libertad.

Durante 30 años, más o menos, se fueron perfeccionando los métodos para hacer de la impunidad el principal quehacer de la justicia, y se logró, y con eso el aumento constante de la criminalidad, que parece cada vez más desbocada e imparable.

Los fracasos de quienes están encargados de cambiar la situación parecen obedecer a la falta de un proyecto en el que también se involucre a a la gente para que puedan creer una nueva realidad, que se construya con base en la confianza de ciudadanos y autoridades,

La jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, debe tener en cuenta que los cambios no son síntomas de debilidad, sino ajustes que hablan de la preocupación por hacer mejor las cosas; los hechos mandan, negarse a eso es dejar crecer un problema cuyas consecuencias resultan, a veces, más destructoras que el propio problema.

La fiscalía está cada vez peor, y aunque se ha manejado ya una especie de proyecto que parece no haber señalado rumbos, y tampoco se ha difundido lo suficiente como para que atraiga el tan necesario compromiso de los habitantes de la ciudad.

La división de poderes no supone el divorcio de las ideas, sino la libertad para ejercer la que da sustento y rumbo a un gobierno que fue electo precisamente por eso, por sustentar una idea que cuenta con el apoyo de las mayorías, y es, en este caso a la jefa de Gobierno a la que corresponde recordarle a quienes la acompañan en el mandato que no pueden perderse en la línea trazada por quienes emitieron un voto a favor.

La noche de la violencia empieza a caer sobre la Ciudad de México, pero aún no vivimos en la total oscuridad. Tal vez es tiempo de cambiar las bombillas fundidas para alumbrar los caminos oscuros y darle mayor energía a aquellos que todavía tienen luz para que no dejen de funcionar. La jefa de Gobierno dirá.

De Pasadita

Vamos a ver: ¿cómo que había una disputa entre los parientes de la niña Fátima por su custodia? ¿Cómo que las condiciones de vida en la casa paterna no eran las mejores y se habían hecho denuncias que así lo certificaban? ¿Cómo que las denuncias llevadas ante la autoridad nunca fueron tomadas en cuenta?

El caso está lleno de contradicciones, de puntos oscuros que llevan a pensar que la resolución del caso tal vez sea casi tan traumática como el crimen mismo.

Es muy probable que hoy se den a conocer algunos avances en las investigaciones del caso, pero venga el asunto como venga, el siguiente peldaño será encontrar a un Ministerio Público que sepa integrar el asunto y un juez que mire el hecho, es decir, el asesinato de un niña de apenas siete años, y no busque en papeles la falta procedimental que lleve al o los culpables a gozar de la impunidad, que en la Ciudad de México empieza a convertirse en un agente de inconformidad que no estaba en el proyecto de trabajo de este gobierno. Aguas.

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