Opinión
Ver día anteriorViernes 13 de diciembre de 2019Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Fantasía erótica cubre pánico
T

ierna memoria de aquella niña tan grata como triste ahora, enredada en la misteriosa telaraña de nuestras palabras. Presencia y ausencia después de 80 años. Instante en el tiempo que la acariciaba. Atención que parecía sentirse el eco de mis palabras, apertura de ondas circulares, agua incontaminada de conciencia. Espejo tan encendido que el resto quedaba reducido a sorpresa tras sorpresa. Palabras, muchas palabras, que se presentaban de improviso, al margen de lo esperado. La carne se estremecía no tanto de placer, sino de emoción, que no es lo mismo.

Su fuerza vital anegada de luz por la palabra adquiriría consistencia misteriosa secreta. Sólo la actividad de la fantasía lograba infundir la pasión que no estaba en ellani en mí, sino en el vínculo, que le daba su toque perverso de indispensabilidad, de necesidad absoluta de más, de exigencia vital, de lo que no puede faltar. Irreprimible ansia de reducir la palabra,a fin de crear el ilusorio fundamento de presencia que era ausencia y deseo inevitable de más y más, de algo que nunca terminaría.

Furor erótico que rompería esa chatura emocional de versos convencionalmente rimados que pagaban su deuda a la ternura como obligación matrimonial futura. Inicio a la mirada, la voz, la gesticulación, el contacto, coincidencias del azar del momento, promotor del silencio del reloj de los cuerpos, terrenos de los ritmos, en la granja extraterritorial de múltiples soliloquios que le daban a ella, la palabra, que era carne, fundamento de roca. El templo del verbo pedía más sexo y ternura. Por una cultura asustada de la fuerza de la mujer.

Valle erótico de palabras que llegaban hasta el infinito y no tenía origen ni final; porque la presencia-ausencia llevaba a sorpresas que rompían los mitos uno a uno, lo establecido, mandaban a los parajes de la poesía de la piel. Escritura que requería ser descifrada y traducida, desde el desamparo original. Huellas que no guardaban ninguna finalidad, más queel no-origen, cumplían un papel mucho más recóndito. Huellas que como el relámpago que vibra, no tenían sucesión en el tiempo. Iluminación impresionante y fugaz dejaron al descubierto las entrañas de nuestro espíritu. Sexos sellados al dulce sabor de la existencia.

Inacabable fusión erótica de los cuerpos de encuentros no esperados, acicateados por huellas que despertaban recuerdos, huellas de otras huellas, más allá de toda inteligencia del deseo. Telepatía de inspiración traslúcida y penetración celular, bola de cristal, buscadora de signos y nuevos jeroglíficos. Articulación: poesía del azar y el deseo que nos salva del pánico en que vivimos los mexicanos.