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Pederastia clerical y dislate de Ratzinger

J

oseph Ratzinger, quien con el paso del tiempo se convertiría en el papa Benedicto XVI, tenía 17 años cuando militó en las juventudes hitlerianas. Vistió el uniforme del Tercer Reich y sólo desertó y huyó cuando los nazis tenían perdida la guerra. Lo capturaron las tropas aliadas.

Renunció al papado hace seis años y se sumió en una abstinencia declaratoria que se pensó eterna. La rompió la semana pasada y sólo para aumentar su bien ganado desprestigio. Y es que, sin el menor asomo de autocrítica a su desempeño de cardenal y pontífice, sostuvo en un texto publicado por el semanario alemán Kleruslatt que la pederastia que ensombrece a la Iglesia católica es fruto de la revolución sexual sin normas que surgió hace 50 años y por el hundimiento de la fe en Occidente.

Que ‘‘camarillas homosexuales se establecieron en diferentes seminarios, lo cual afectó la formación de los futuros sacerdotes’’. No es así. Dos ejemplos entre cien:

El sacerdote Laurence Murphy, educador de 200 niños sordomudos, abusó de ellos en Wisconsin, Estados Unidos, entre 1950 y 1974. Fue denunciado por el arzobispo de Milwaukee ante el papa Juan Pablo II, el cardenal Tarcisio Bertone y quien dirigía la Congregación para la Doctrina de la Fe, Joseph Ratzinger. El silencio fue la respuesta. Murphy murió sin que fuera sancionado por sus crímenes.

También como dirigente de la citada Congregación, Ratzinger ocultó por años los abusos cometidos por Marcial Maciel contra numerosos menores en los seminarios de la Legión de Cristo.

la Santa Sede ocultó esos abusos, que comenzaron en los años 40 del siglo pasado. Ratzinger tuvo el expediente sobre Maciel durante 25 años. Mas por órdenes del papa Juan Pablo II no procedió contra el depredador. Cuando ya era pontífice visitó México, no quiso recibir a varias de las víctimas.

La libertad sexual no es el origen de la pederastia clerical. Pese a las promesas de Francisco, el huevo de la serpiente anida en la máxima sede de la Iglesia.