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¿La Fiesta en paz?

Un bípedo implume opina sobre la fiesta brava, afirma Jesús Flores Olague

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▲ “Wolff reduce el culto solar al Mediterráneo como si culturas solares de Mesoamérica y los Andes no contaran, para concluir que ‘ellos ganarán’, claudicando ante el embate de nuevos compasivos bárbaros.”Foto Pintura: Antonio
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UEGO DE VER por segunda ocasión el documental Un filósofo en la arena, de los bien intencionados jóvenes mexicanos Aarón Fernández y Jesús Muñoz, con las opiniones en torno a la tauromaquia del profesor de filosofía de La Sorbona Francis Wolff y de otras distinguidas personalidades francesas, españolas y mexicanas, no me quedó claro si éstas hacen una defensa sesgada o incompleta del toreo o, como buenos taurinos posmodernos, de plano evitan tomar al toro por los cuernos y se pierden en diálogos tan bizantinos como inoportunos, de dudosa aportación a una salvaguardia consistente y esclarecedora de la fiesta de los toros.

WOLFF NO DISTINGUE entre filosofar y opinar, ya que prefiere evitar aspectos muy importantes de la tauromaquia, reduciéndola a tema de conversación entre académicos más que a una revisión seria de los múltiples factores que la (des) componen, soslayando aspectos fundamentales de la fiesta de toros como el ético y el estético, el económico, empresarial, histórico, comunicacional, la falsa globalización, el neocolonialismo, la politiquería de los gremios o la escasa formación de aficionados, y se enfoca al discurso antitaurino y animalista para asumirse como un derrotado más de la cultura anglosajona, observa el doctor en filosofía Jesús Flores Olague.

“SE DICE QUE Platón –añade quien también posee un doctorado en historia– definió al ser humano como ‘un bípedo implume’, y algún versificador, prefigurando el animalismo inconsciente que nos invadiría, completó: ‘…el más triste animal que en el mundo se rebulle’. Por concentrarse en los antitaurinos, a Wolff se le escapa aludir al fuerte financiamiento que éstos reciben por parte de organizaciones internacionales y de trasnacionales fabricantes de alimentos y medicamentos para animales. Humanizar al animal no sólo es holístico, esa totalidad que beneficia a unos, sino, sobre todo, altamente redituable para otros. Pero filosofar es comprometerse con la verdad, con la suma de éstas, no sólo con una postura personal. Quizá por ello no le da importancia a la fiesta de toros en Francia y su predilección por la bravura, en Portugal y en América Latina, reforzando así el hispanocentrismo de la tauromaquia, tan caro a los colonizados del mundo, renuentes, junto con sus gobiernos, a valorar, cuidar y estimular la fiesta en sus respectivos países.

“POR CIERTO, SEGÚN la Biblia Caín, por envidioso y vegetariano, mata a su hermano Abel, que ofrendaba a Yahvé lo mejor de su ganado, en tanto que el futuro primer fratricida sólo presentaba ofrendas de frutas y verduras. Esta preferencia del señor de los hebreos por el sacrificio de animales sumirá a Occidente en severas contradicciones, hasta perder toda relación lúcida del ser humano con la naturaleza. Primero en Europa acabaron con el uro, antecedente inmediato del toro bravo; luego con los bisontes en América del Norte; posteriormente con la fauna africana, y después de tamañas depredaciones discurrieron instalarse en protectores de los animales, aunque a diario se los siga matando, fuera de la vista del público y con diversos procedimientos, para el consumo humano.

“LA FALTA DE información, formación y asesoría taurina de los directores del documental –concluye el doctor Flores Olague–, les impidió meter en su muleta a Wolff, quien a lo largo del documental se va para arriba con la grácil embestida de la autocomplacencia, sin contrapeso discursivo de aficionados y público taurino y su rendición ante renovados bárbaros del norte.”