La política exterior mexicana no se rige por simpatías, sino por principios constitucionales como la no intervención, sostuvo ayer el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador.

Después de la polémica que generó duras críticas, como las del PAN y opositores al gobierno del presidente venezolano Nicolás Maduro por la negativa mexicana de firmar la declaratoria del Grupo de Lima, en la que 13 países desconocen la legalidad del mandatario sudamericano, López Obrador reiteró que su administración se inclina por el diálogo ante los diferendos en otras naciones.

Dicha postura, sostuvo, atiende a lo que establece el artículo 89 de la Constitución, en la que define que entre las atribuciones del jefe del Estado Mexicano está la forma de conducción de la política exterior.

Durante su conferencia de prensa matutina en Palacio Nacional, el mandatario citó dicho artículo y subrayó que la Carta Magna indica que la política exterior mexicana debe regirse bajo los principios de autodeterminación de los pueblos, la no intervención y la solución pacífica de controversias.

Sostuvo que la política exterior mexicana ha sido reconocida en todo el mundo por mantener dichos principios, pero por un tiempo se abandonaron para secundar decisiones tomadas en otras latitudes y por otras causas. Esto es un asunto que genera mucha polémica, pero debe entenderse que no es un asunto de simpatías, es un asunto que tiene que ver con nuestra política exterior, con los principios de nuestra política exterior que siempre han dado resultados, al grado que se le reconoce a México por ella.

López Obrador insistió que al condenar a un gobierno extranjero se violenta el principio de no intervención e informó que la Secretaría de Relaciones Exteriores designará un representante para que asista a la renovación de mandato de Nicolás Maduro en Venezuela.

Agregó que será respetuoso del tema venezolano y tampoco se pronunciará sobre las diferencias políticas en Estados Unidos, donde el presidente Donald Trump ordenó el cierre de una parte de su gobierno en respuesta a la postura de los demócratas, contrarios a su partido, y quienes se han rehusado a destinar los recursos que pide para la construcción del muro fronterizo.