Opinión
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República maquiladora: RIP

¿Dueño del circo o enanos?

TLCAN: ¿hacia dónde huir?

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no de los sueños del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) fue contar con una sólida y bien estructurada industria automotriz nacional, que convirtiera a México en potencia productora y fuera ejemplo mundial de eficiencia por su potencial económico y efecto social. Se trataba –¡oh!, frases neoliberales– de ganar-ganar.

Con los años el sueño de convirtió en realidad, aunque con todos los bemoles: de nacional prácticamente no tiene nada; México se convirtió en una República maquiladora; los contenidos de los vehículos son escandalosa cuan mayoritariamente foráneos (es decir, el país importa para poder exportar; de otra suerte no lo podría hacer); el sector automotriz (compuesto sólo por firmas trasnacionales –primero gringas, después de otras latitudes– se convirtió en mina de oro, aunque sus beneficios sean depositados fuera de nuestras fronteras, y finalmente el anunciado efecto social consiste en pagar salarios 10 veces menores a los cubiertos en Estados Unidos, mientras el gobierno federal aligera al máximo la carga fiscal de las empresas –por no decir que la desaparece– y les regala infraestructura a manos llenas, siempre a costa del erario.

Todo marchaba como en cuento de hadas, hasta que llegó el salvaje de Donald Trump y se aposentó en la Casa Blanca. Lanzada la amenaza, las empresas automotrices se han alineado a las directrices y chantajes del inquilino de Los Pinos y reculado de sus planes de invertir en esa poderosa República maquiladora que tanto les ha dado. Prefieren quedar bien con el dueño del circo que con los enanos, por generosos que éstos sean. El energúmeno los quiere allá para que generen empleo allá. ¿Y la República maquiladora? Que se joda.

Como bien advierte el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas (CEFP) de la Cámara de Diputados, recientemente, con la nueva administración gubernamental estadunidense, que advierte la probable salida de ese país del TLCAN o modificaciones arancelarias a las armadoras instaladas en México, se abre una circunstancia que ha inundado de incertidumbre no sólo la industria, sino toda la economía nacional, cuyo intercambio internacional depende fuertemente de la interrelación comercial con ese país.

Así, la dependencia con el vecino del norte es brutal, de tal suerte que sería relevante vincular la producción nacional con la demanda doméstica, permitir la flexibilidad de respuesta de la industria nacional de autopartes en los probables cambios, así como incrementar su inserción en el contenido nacional en caso de que las negociaciones den lugar a ello, y que se pueda redirigir a otros mercados en los que México tenga acuerdos comerciales y tratados de libre comercio.

El citado centro de estudios no deja de lado que entre las grandes ventajas competitivas de la industria automotriz que funciona en México sobresale el costo de mano de obra, que es el más bajo de América, con un salario de 2.42 dólares la hora en promedio, monto más de ocho veces por debajo del pagado en Estados Unidos (19.92 la hora). Así es: calidad de mano de obra a precio de hambre, y de pilón todo tipo de incentivos fiscales. Pero a las trasnacionales automotrices les pesa más la posibilidad de un encontronazo con el gobierno gringo.

De esa forma, anota el CEFP, un menor nivel salarial permite reducir los costos unitarios, los cuales, en México, Canadá y Japón han descendido a partir de 2013, mientras en Estados Unidos siguen una tendencia al alza desde 2010. De acuerdo con un estudio elaborado por el Centro de Investigación Automotriz, el diferencial en el costo laboral en la producción de un automóvil entre México y Estados Unidos es de alrededor de 674 dólares. Sin duda, para procesos con alto contenido de mano de obra en México se pueden lograr grandes ahorros en costos, pero la producción que requiere un bajo contenido de mano de obra es más probable que se oriente o se ubique en Estados Unidos.

Dicho centro de estudios detalla que “una de las partes más vulnerables en una nueva negociación será el tratamiento que se le otorgue al valor agregado. Con el TLCAN, México se comprometió a reducir el porcentaje requerido de autopartes de productores mexicanos; asimismo, derivado del tratado desapareció el requisito de valor agregado nacional para dar lugar al valor agregado regional. Actualmente, el contenido regional es de 62.5 por ciento de autopartes fabricadas en los tres países que conforman el TLCAN para poder ser comercializados libres de aranceles.

Sin embargo, en la actualidad la complejidad en la producción automotriz hace que la cadena de suministro maneje procesos constantes de exportación e importación, en más de una vez, de las partes que integran una unidad, además de que una pieza puede provenir de cualquier lugar del mundo. Esto ha llevado a que las compañías fabricantes de equipo original aporten cada vez una menor proporción de valor agregado al proceso de producción. Se estima que en 1995 contribuían con 40 por ciento y actualmente sólo aportan 25 por ciento. Paradójicamente, esto último parece ser uno de los principales señalamientos de la nueva administración estadunidense.

Para el CEFP, ante la renegociación del TLCAN la industria automotriz instalada en México enfrentaría nuevos retos. El primero sería su capacidad de adaptación para mantener en funcionamiento sus cadenas de suministro de manera flexible y coordinada entre proveedores y fabricantes, de tal suerte que pueda satisfacer las demandas cambiantes de los mercados. Consecuentemente, el traslado de inversión extranjera directa ya instalada en el país hacia otra nación resultaría costoso para las firmas y les tomaría un tiempo en el reacomodo de instalaciones físicas y movimientos de capital, al tiempo que el gobierno deberá impulsar nuevas capacidades en materia de investigación y desarrollo, innovación tecnológica, capacitación e infraestructura.

Las rebanadas del pastel

Entonces, maquiladores unidos, ¿qué expectativas hay en una mesa de negociación del TLCAN cuando nuestro vecino del norte ya ha anunciado que el tratado se ajustará a los intereses de Estados Unidos? La probabilidad de que las renegociaciones afecten los intereses económicos de México son muy altas, y las de lograr mejores condiciones comerciales muy escasas. ¿No será entonces momento de diversificar e instrumentar estrategias para mejorar las condiciones en defensa del interés nacional?. Te hablan, Enrique.

Twitter: @cafevega