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La atleta paralímpica resalta que no debe su éxito a la federación

El sistema deportivo mexicano mutila sueños: Ángeles Ortiz

Lograr medallas, cada vez más difícil a causa de malas gestiones

 
Periódico La Jornada
Martes 11 de octubre de 2016, p. a15

Un conductor ebrio aplastó a Ángeles Ortiz contra una barda y le cercenó la pierna izquierda hace 12 años. Esa mañana veracruzana ella iba al trabajo, mientras él volvía de una noche de juerga por su graduación en el bachillerato. El auto la prensó contra un muro y la mutiló.

Después del incidente se miró al espejo para enfrentar una nueva realidad. Fue una experiencia traumática. A partir de ese momento, cuando tenía 31 años, empezó un aprendizaje para ser otra persona.

Tuve que aprender a reconocerme con mi falta ante el espejo, dice Ángeles Ortiz, ahora de 43 años. Amarme tal como era a partir de entonces.

Esa persona reinventada se convirtió en Ángeles Ortiz, la atleta adaptada que destaca por su fortaleza incomparable. Es bicampeona paralímpica en lanzamiento de bala –en Londres 2012 y Río 2016–, ha impuesto 14 récords mundiales, proclamada tricampeona del mundo, y lleva 10 años de número uno en la clasificación del orbe.

Pero lo primero fue no ser cobarde –cuenta Ángeles–, recoger la pedacería emocional y física que le quedó después de que fue arrollada y mutilada.

Busqué una modalidad en la que yo me gustara, una nueva manera de ser. Y encontré ésta que soy ahora. Volví a gustarme al verme al espejo, relata. Enfrentarme a una nueva realidad en la que no sabía ni caminar en muletas; aprender a andar de forma asistida y a fortalecer lo que tenía: mi otra pierna y, sobre todo, mi espíritu.

Había practicado lanzamiento de bala desde los ocho años. Pero el desarrollo físico en su nueva realidad fue vigoroso. En este deporte encontró pasión y alivio, la certeza de que su biografía, además, podía servir de inspiración para otros.

Mi muñón también podía ser una lección de vida o motivo de inspiración, dice Ángeles.

La carrera atlética que construyó es incuestionable. Las medallas que consiguió en tres ciclos olímpicos consecutivos –Pekín, Londres y Río– son evidencia dura. Lo mismo que los tres campeonatos panamericanos y mundiales.

Pero después de esta trayectoria, Ángeles no sabe si ya está retirada. Aún no decide qué hacer con su futuro, si despedirse de una vez o volver a las competencia. Porque –eso quiere dejarlo muy claro– aún se mantiene en la cima del alto rendimiento. Es algo distinto lo que la tiene en suspenso: si se va –explica– no es porque se haya agotado la fuerza que la mantiene desde hace una década como la mejor del mundo en su deporte. Si se marcha es por hartazgo de un sistema deportivo que enreda a los atletas en una maraña de corrupción, negligencia y burocracia.

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Ángeles Ortiz encontró en el lanzamiento de bala la inspiración y fortaleza para seguir adelante luego de perder la pierna izquierda tras ser atropellada hace 12 añosFoto Conade

El sistema deportivo mexicano sólo mutila sueños y vidas que quieren destacar. No quiero ser cómplice involuntaria de eso, afirma.

Ángeles señala como responsable del deterioro de ese sistema a las federaciones, en contubernio con la asociaciones, pues entre unas y otras se solapan, se protegen y se apuntalan. Pero señala, en su caso, a la Federación Mexicana de Deporte sobre Silla de Ruedas como la responsable de un escenario que obstaculiza y hace más difícil el desarrollo de los atletas adaptados.

La federación no se preocupó por mí cuando me quedé sin entrenador y me lesioné a dos meses del mundial de Qatar y un año de los Juegos de Río, ¡a mí, que era una medalla segura!, reclama sorprendida y lo deja sobre la mesa para imaginar cuál podría ser el trato para un atleta en formación.

Cada vez será más difícil subir al podio para los atletas mexicanos convencionales y adaptados –reflexiona Ángeles–, pero todo será responsabilidad de la mala gestión de federaciones y autoridades que no transparentan manejos ni hacen más eficientes sus mecanismos.

Las medallas que he ganado no se las debo a la federación, pero ellos la presumen porque les representa presupuesto. Hoy dicen que ya no lo reciben, pero fue porque no pudieron comprobar el papeleo a tiempo, expone sin saber qué hará en el futuro. Pero, en caso de retirarse, no se va con amargura.

Ángeles se mira al espejo y está orgullosa de lo que ve. Se gusta así, fuerte y clara. Orgullosa de mirar a la mujer de antes del accidente, que corría con su hija en la playa y bailaba en un largo romance con su esposo.

Aprendí a vivir la discapacidad desde el éxito, a vivir de este lado trabajando. Aprendí que en la mente y el corazón no hay límites.