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Economía Moral

La crisis global en su laberinto, nuevo e importante libro de Arturo Guillén/VI

Guillén, como Nadal y Foster y Magdoff, predice estancamiento económico

E

n su artículo de este miércoles 13 en La Jornada (p.25), Alejandro Nadal, economista mexicano con estudios en Francia (al igual que Guillén), suscribe la tendencia al estancamiento prolongado de la economía mundial, y enumera tres fuerzas que conspiran para ello: “Primero, el proceso deflacionario que hoy afecta a los centros económicos más importantes del mundo (Estados Unidos, Europa y China). Segundo, la expansión del sector financiero y su hegemonía sobre la economía mundial. Y, tercero, la profunda desigualdad económica que hoy sigue intensificándose”. En contraste con Baran, Sweezy, Harry y Fred Magdoff, y John Bellamy Foster, los últimos dos seguidores actuales del pensamiento de aquéllos, que ven el estancamiento de la producción como la situación normal bajo el capitalismo y, por tanto, que la pregunta central que debemos contestar no es por qué estallan las crisis o se estanca la economía, sino qué genera la expansión, Nadal ve las fuerzas enumeradas como “factores capaces de contrarrestar las fuerzas endógenas que favorecen el crecimiento”. Percibe agudamente que el proceso deflacionario está relacionado con el desendeudamiento, como el fin del festín de endeudamiento de familias y empresas. Festín al que George Soros llamó la superburbuja del endeudamiento que duró casi 30 años. Pero, como dice Guillén, “la deflación no se presenta en el capitalismo contemporáneo como lo hacía durante la depresión de los años 30, como deflación abierta y generalizada [baja de precios]. En el capitalismo de nuestros días, por el contrario, se trata de una deflación contrariada. La deflación de precios es contenida por diversos mecanismos, de allí que se manifieste a través de periodos prolongados de estancamiento económico” (La crisis global en su laberinto, Biblioteca Nueva y UAM-I, 2015, p.178). En otra parte de su libro, Guillén señala que:

La tendencia al estancamiento parece ser el escenario más probable que predominará durante un lapso prolongado. Hasta ahora los bancos centrales de los países desarrollados han bajado hasta el límite las tasas de interés y han ejecutado agresivos programas de flexibilización cuantitativa para romper la restricción crediticia y contener la recesión, sin que hayan logrado modificar sustancialmente el marco de incertidumbre en que se desenvuelve la economía mundial. Por el contrario, el panorama se nubla por el avance de la deflación y por su imbricación con la recesión y el estancamiento (Op. Cit., pp.18-19).

En cuanto a las explicaciones, Guillén critica la explicación de John Bellamy Foster y Fred Magdoff, a la cual concibe como corriente neomarxista-subconsumista, argumentando que el “problema principal de esta corriente es que no se puede demostrar que la crisis fue causada por la ‘falta de consumo’, pues el consumo privado como proporción del PIB había alcanzado niveles sin precedentes” (p.20). Esto lo comenté en la primera entrega de esta serie (27/11/15), expresando mis dudas. Recibí un correo electrónico de Fred Magdoff en el cual expresa que su explicación de la crisis (con J.B. Foster) es específicamente no subconsumista, sino causada por la sobreacumulación de capital en economías estancadas. Entablé un diálogo con él, y recibí algunas sugerencias de lecturas cuando le pregunté cuándo y por qué Sweezy había cambiado su postura abandonando el sub-consumismo que siempre estuvo mezclado con ideas sobre el estancamiento. Esto lo relaté en la 2ª entrega de la serie (4/12/15). Me vi involucrado en un largo rodeo (entregas dos a cuatro de esta serie) para entender este tránsito en la postura de Sweezy, apoyándome sobre todo en un texto de Michael Lebowitz sobre la vida y pensamiento de Paul Sweezy, sugerido por Magdoff. Espero que el lector considere clara la explicación de dicha transición, y que la postura de Sweezy, Baran y Harry Magdoff dejó de ser subconsumista (sin dejar de estar presente este elemento en el fondo, como expresión de la contradicción capitalista fundamental entre valor de uso y valor o valor de cambio).

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Portada de la edición en español del libro de Foster y Magdoff citado en el texto

En el camino he identificado los siguientes rasgos del pensamiento de esta corriente ‘neomarxista’: a) Es un marxismo abierto a los cambios en la realidad y al pensamiento no marxista, que además se atreve a ir más allá del pensamiento de Marx y postular la pérdida de validez (por los cambios de la realidad) de algunos componentes de su concepción de la economía capitalista; b) integra (por la influencia de Kalecki), y a diferencia del keynesianismo, el análisis macroeconómico con el microeconómico; c) integra el cambio del sistema capitalista al pasar de competitivo a monopolista y a monopolista financiero; d) integra lo observado y medido, con lo potencial, sobre todo a través de los conceptos de excedente económico real y potencial y de la noción de absorción del excedente, convirtiéndose en un sistema de pensamiento dinámico; e) esto le permite postular la tendencia central del capitalismo monopolista financiero:

“Tiende a generar cada vez más excedente pero no provee las salidas de consumo e inversión requeridas para su absorción y, puesto que el excedente que no puede ser absorbido no será producido, se sigue que el estado normal de la economía capitalista monopolista es el estancamiento... lo que significa la sub-utilización crónica de los recursos humanos y materiales disponibles…En ausencia de fuerzas compensatorias que no forman parte de la ‘lógica elemental’ del sistema, el capitalismo monopolista se hundiría más y más en un pantano de depresión crónica…” (Paul A. Baran y Paul M. Sweezy, Monopoly Capital, Monthly Review Press, 1966, p.108; hay edición en español, de Siglo XXI editores).

Lo que no ha logrado esta corriente de pensamiento (quizás ninguna) es integrar el cambio de economías nacionales semi-cerradas a la economía mundial. Foster y Magdoff distinguen el problema de fondo del síntoma y expresan su pronóstico:

“Argumentamos que la explosión financiera en Estados Unidos y otras economías capitalistas avanzadas desde los años 60 es sintomática de la tendencia subyacente al estancamiento cuyas raíces se encuentran en el patrón de acumulación del capital monopolista financiero. Es este patrón y no la financiarización (o la crisis actual de la financiarización) la que constituye el verdadero problema. Marx explicó que las crisis resultan de la sobreproducción de capital. En efecto, Marx escribió que ‘la barrera real de la producción capitalista es el capital mismo’. El sistema se confronta ahora duramente contra esta barrera de múltiples maneras. No hay posibilidad que el sistema en esta etapa de su historia y con la estructura existente de desigualdad, pueda absorber vía la inversión productiva, el enorme excedente que ha alimentado la explosión financiera. Al mismo tiempo, el proceso de financiarización mismo está en crisis. El prospecto más probable, por tanto, es un estancamiento profundo y prolongado” (Foster y Magdoff, The Great Financial Crisis, Monthly Review Press, pp. 20-21; hay edición en español del FCE).

Nadal concuerda con Baran y Sweezy sobre la necesidad que tiene el capitalismo actual de fuerzas compensatorias:

Sin una oleada de innovaciones análoga a las primeras dos revoluciones industriales, es difícil que el capitalismo global pueda reiniciar un proceso expansivo similar al del periodo 1850-1950. Esas oleadas de innovación abrieron nuevos espacios de rentabilidad y propiciaron aumentos notables en la productividad del trabajo. Hoy que el pronóstico en materia de cambio técnico no es prometedor, los nubarrones macroeconómicos y ambientales se multiplican.

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