jornada
letraese

Número 231
Jueves 1 de Octubre del 2015



Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER

Directora general
CARMEN LIRA SAADE

Director:
Alejandro Brito Lemus



pruebate


 

Ciencia, placer
y sexualidad


Las píldoras de la felicidad: así han sido vistas las sustancias que se han desarrollado para mejorar la salud sexual. Aunque sus efectos son innegables, de ninguna forma representan la solución mágica a los problemas de la vida erótica.


Rocío Sánchez


La salud sexual se cimbró en 1998. Por primera vez, una empresa farmacéutica lanzaba una pastilla específicamente desarrollada para resolver un problema de la vida sexual, más relacionado con el placer que con cualquiera de los otros aspectos de ese ámbito. No estaba justificada en lo biológico, sino en el mejoramiento de la actividad erótica, y prometía potenciarla alejándola de la preocupación por un problema concreto: la disfunción eréctil.

Con la creación (o mejor dicho, el hallazgo) del Viagra, término que en el uso común ha dejado ya de ser un nombre propio para convertirse en un sustantivo, se abrió una nueva veta en la investigación realizada por la industria químico-farmacéutica. A partir de ese momento, fue políticamente correcto destinar esfuerzos y recursos a buscar la solución de los problemas más frecuentes de la vida sexual, un escenario nunca antes visto ni explorado por las empresas dedicadas al desarrollo de fármacos.

Cinco años tuvieron que pasar para que aparecieran otros dos fármacos cuyo principio activo es similar al de aquella primera pastilla azul, pero que ofrecen mejores tiempos de efectividad y menos efectos secundarios. A partir de ahí, la ciencia colocó en la mira al segundo mayor problema para los varones (posiblemente es el primero en nuestro país): la eyaculación precoz, para lo cual desarrolló, o mejor dicho, también adaptó un medicamento ya existente.

Las mujeres, cuyo erotismo representa todavía un tema inexplorado por las ciencias biológicas, se habían quedado muy atrás en recibir los beneficios del desarrollo médico de este tipo, hasta que hace menos de dos meses, en agosto, la Administración de Drogas y Alimentos (FDA) de Estados Unidos dio su aprobación para comercializar un producto que promete mejorar el deseo sexual de ellas.

Ya están al alcance de la mano: la solución a los problemas concentrada en una pastilla. ¿Es así de sencillo arreglar un estrato de la vida humana que va más allá del mero proceso biológico?

Serendipia
A un hallazgo afortunado que se ha logrado mientras se estaba buscando una cosa distinta se le llama serendipia. La palabra no aparece en el diccionario de la Real Academia Española, pero la Fundación para el Español Urgente, asesorada por ella, la acepta como correcta (su origen es el vocablo inglés serendipity). Incluso, dice, puede equipararse a la coloquial palabra “chiripa”.

Así, “de chiripa”, se descubrió el efecto del citrato de sildenafilo, conocido comercialmente como Viagra, en la disfunción eréctil: mientras se exploraban sus propiedades para controlar la hipertensión arterial y la angina de pecho. Los resultados en ese aspecto no fueron nada alentadores, pero dice una leyenda urbana que los participantes en el estudio no devolvían las pastillas que les sobraban. Al indagar, los científicos hallaron que la sustancia tenía una acción vasodilatadora localizada en el pene.

El sildenafilo inhibe la enzima llamada fosfodiesterasa 5, cuyos niveles elevados interfieren de manera indirecta (a través de la reacción con otras sustancias) en la relajación de los cuerpos cavernosos del pene, que necesitan llenarse de sangre para que se presente la erección. Es decir, a menor fosfodiesterasa 5 (efecto que se logra con el sildenafilo), más fácil y de mejor calidad la erección. De ahí que la gama de medicamentos para tratar la disfunción eréctil sea conocida como inhibidores de la fosfodiesterasa 5. Cabe recordar que al usar estos fármacos, la erección no se presenta de forma automática, sino que sólo surgirá si hay un estímulo sexual efectivo, es decir, si el hombre se excita.

El sildenafilo fue el primero, pero no logró mantenerse como el mejor medicamento contra la disfunción eréctil. Tarda alrededor de una hora en surtir efecto, y éste sólo dura aproximadamente cuatro horas. Además, como efectos secundarios puede provocar visión azulada, dolor de cabeza, diarrea, dificultad para dormir, disminución o pérdida repentina de la audición, entre otros.

El segundo en aparecer fue el vardenafilo, que se puede administrar entre 25 y 60 minutos antes de comenzar la relación sexual, pero en este caso su efecto dura hasta 12 horas. Sus efectos secundarios son leves y van desde el dolor de cabeza y náuseas hasta mareos o rinitis. Se ha observado que la concentración del fármaco en la sangre se retrasa si se ingiere una comida con alto contenido en grasa.

La tercera sustancia activa de este tipo, la más eficiente hasta hoy, es el tadalafilo. La indicación es ingerirla 30 minutos antes de la actividad sexual y su efecto alcanza las 24 horas. No se han reportado alimentos que afecten su absorción, y sus efectos secundarios son leves o moderados: dolor de cabeza, rinitis, enrojecimiento facial o dolor muscular.

Acción de larga duración
Una de las afecciones de la vida erótica más recurrente en hombres es la eyaculación precoz. A nivel mundial, de acuerdo con algunas encuestas y estudios, se estima que afecta al 30 por ciento de la población masculina.

Con el fin de contrarrestar esta situación, que como la disfunción eréctil genera gran angustia en quien la padece, desde 2009 se utiliza la dapoxetina, un medicamento de la familia de los inhibidores de la recaptación de serotonina, que usualmente se utilizan como antidepresivos. Esto significa que el medicamento actúa a nivel cerebral. A este mismo grupo pertenece la paroxetina, que también se receta para combatir la eyaculación precoz y que antes se indicaba específicamente contra la depresión, el trastorno obsesivo compulsivo y los ataques de pánico.

La diferencia entre ambos fármacos es que la paroxetina viene en dosis menores, por lo que debe usarse a diario durante un largo periodo para notar los efectos benéficos que son, básicamente, prolongar el tiempo que transcurre entre la penetración y la eyaculación, pues dificulta esta última. El uso prolongado puede favorecer que aparezcan efectos adversos como diarrea, mareo y somnolencia. Por su parte, la dapoxetina se presenta en una concentración mayor en el producto comercial, por lo que basta una sola toma entre una y varias horas antes del encuentro sexual para que se sienta el efecto. Entre los efectos colaterales indeseables están dolor de
cabeza, mareo, ansiedad y visión borrosa.

Este tipo de medicamento debe ser prescrito con especial cuidado en personas con Trastorno Depresivo Mayor y otras condiciones psiquiátricas. Asimismo, los efectos colaterales inmediatos tiene que ser evaluados por un especialista, puesto que en los ensayos clínicos se notificaron casos de síncope (definido como pérdida del conocimiento).

Y las mujeres, ¿cuándo?
El tercer ejemplo del desarrollo de fármacos para la sexualidad fue, quizás, el más esperado. Se trata de la flibanserina, a la que los medios han dado en llamar el “viagra femenino”. Nada más alejado de la realidad, pues mientras la pastilla para hombres actúa a nivel local y sólo cuando se presenta un estímulo sexual, el efecto de la flibanserina se da a nivel cerebral. De hecho, el mecanismo presume de actuar sobre un aspecto que hasta ahora no se había abordado: el deseo sexual. Por esto, se prescribirá a mujeres con deseo sexual hipoactivo, nombre sexológico de la disminución del deseo sexual. En términos fisiológicos, el fármaco inhibe los niveles de serotonina y favorece la elevación de la dopamina, dos de los químicos cerebrales que intervienen en el mecanismo de la libido. Sin embargo, para muchos críticos de este nuevo medicamento, que había sido rechazado por la FDA en dos ocasiones previas, el deseo femenino es mucho más complejo que sólo dos niveles de neurotransmisores.

Para el médico y sexólogo David Barrios, los promotores de la flibanserina están perdiendo de vista un elemento importante: el erotismo femenino es complejo, está influido por elementos subjetivos donde entran en juego la imaginación, la creatividad, la construcción de belleza en el cerebro. “Si atendiéramos exclusivamente la parte fisiológica, el deseo sexual hipoactivo se arreglaría con inyecciones de testosterona o con parches, pero no es tan simple”.

Hasta ahora, dice el especialista, en todas las pruebas que se han llevado a cabo con la flibanserina, se ha observado que el deseo sexual se recupera “en una proporción bajísima, probablemente menos del 5 por ciento, lo cual equivale al efecto placebo”. Otro tema importante es que este medicamento, que puede utilizarse como modulador del estado de ánimo, (una especie de antidepresivo suave), tiene efectos colaterales como mareos, náuseas, vértigo, sensación de fatiga, en algunos casos hay insomnio y ansiedad. “Al evaluar esto, tal vez son más los efectos secundarios indeseados que el supuesto efecto benéfico”.

Si quiere azul celeste...
El bajo nivel de efectividad no se da sólo en el mal llamado “viagra rosa”, sino también en los medicamentos contra la eyaculación precoz. Por esto, el fundador de la Sociedad Mexicana de Sexología Humanista Integral considera que, antes que recetar estos productos, debe preferirse la psicoterapia sexual. Lamentablemente, agrega, “en México somos muy dados al pensamiento mágico, a buscar una solución única y rápida y eso no existe en la vida”. Esta perspectiva acarrea que “en vez de trabajar para hacer crecer nuestro erotismo, en vez de procurar un erotismo más integral, busquemos la pastillita o el jarabe o el parche o la inyección, y con eso no avanzamos nada, no logramos nada”.

Sin embargo, afirma el también autor del libro La molécula que revoluciona la sexualidad, ninguno de estos medicamentos debe ser menospreciado. Es decir, cuando la disfunción eréctil está bien diagnosticada y se ha encontrado el factor orgánico que la origina, los inhibidores de la fosfodiesterasa 5 son muy útiles; cuando hay eyaculación precoz, la dapoxetina o la paroxetina podrían coadyuvar en ciertos casos –aunque tampoco es la primera opción de tratamiento–, y en el caso de la flibanserina, el especialista recomienda prescribirlo sólo en circunstancias muy particulares, por ejemplo, en una mujer con depresión leve, como parte de un tratamiento más completo.

“En el caso de la disfunción eréctil, las pastillitas aisladas no solucionan el problema de fondo. Desafortunadamente, al obtener una respuesta, que en el caso del sildenafil es fantástica, la gente se confía y abandona el tratamiento del padecimiento base, el cual sigue avanzando”, advierte Barrios Martínez. “En los casos del tratamiento oral para la eyaculación precoz y el supuesto viagra femenino tampoco se soluciona el problema. No hay gran diferencia entre el resultado con el fármaco y el placebo, por tanto, son medicamentos prescindibles”. Los problemas podrían atenderse mejor, sostiene, con psicoterapia sexual, que además brinda “óptimos resultados”.




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