Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Suplemento Cultural de La Jornada
Domingo 30 de agosto de 2015 Num: 1069

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Hablar sobre
Pedro Páramo

Guillermo Samperio

Instantánea
Marcos García Caballero

Kati Horna, vanguardia
y teatralización

Adriana Cortés Koloffon entrevista
con José Antonio Rodríguez

Asbesto: un
asesino en casa

Fabrizio Lorusso

Uno más de
esos demonios

Edgar Aguilar

¡Gutiérrez Vega, a escena!
Francisco Hernández

Manuel Ahumada,
testimonio y transgresión

Hugo José Suárez

Leer

ARTE y PENSAMIENTO:
Bitácora bifronte
Ricardo Venegas
Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
De Paso
Ricardo Yáñez
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
Galería
Jaime Muñoz Vargas
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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La Jornada Semanal

 

Miguel Ángel Quemain
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Twitter: @mquemain

Las curvas peligrosas de la vida adolescente

Todo parece indicar que Curva peligrosa, de Pilo Galindo, es una obra proliferante en gran parte del país. Muchos grupos independientes y colectivos estudiantiles, bajo la dirección y apoyo de distinguidos profesores, han montado este trabajo con gran ímpetu y energía, como lo muestra la gran cantidad de testimonios que hay en video en circulación en la red (sobre todo en el espacio de canales que tiene Youtube).

La puesta en escena de Curva peligrosa dirigida por Sandra Félix posee una gran fuerza escénica y, claro, el profesionalismo y rigor que no tienen las representaciones a las que aludo. Félix ha hecho un gran trabajo de equipo que rodea la puesta en escena que se presentará en el teatro El Galeón hasta el 27 de septiembre.

Si bien todo es resultado de una concepción que guarda los gestos y los rasgos de un estilo, hay que reconocer que el trabajo de Philippe Amand en el diseño de escenografía, iluminación y multimedia hace de la concepción de la directora una pieza polémica, conmovedora y, también, de un optimismo que no posee la exaltación que pone en el desarrollo de la conciencia individual y el debate personal que va más allá de las instituciones.

Sobre una escenografía dispuesta en tres grandes bloques que representan los monolitos de concreto de muchas escuelas oficiales en un estilo pervertido entre Barragán y Zabludowsky, pero también la estructura de lápidas en los cementerios y los muros que dividen los centros penitenciarios del mundo libre (siempre con opciones de horadar para salvar el muro), se desempeñan los personajes que multiplican a otros personajes periféricos que forman el coro de la época con sus prejuicios persecutorios, su autoritarismo y su comprensión negativa frente al poderoso impulso vital y erotizado del adolescente de hoy. Y digo coro porque en lo musical y el diseño sonoro, El Gabinete es la piel auditiva de los personajes y el ambiente.

Sandra Félix ha dotado el discurso fragmentado en tiempos que propone el dramaturgo, con una gran precisión espaciotemporal que se ve completada con esa docilidad creativa frente a la dirección de este trío de actores (Christian Cortés, Adrián; Judith Cruzado, Corina, y Luis Eduardo Yee, Carlos) que logran construir personajes verdaderamente jóvenes que son esa soñada marioneta actoral que se adueña del escenario, y que en el concierto de iluminación y multimedia son bellos instrumentos de la palabra y la imagen.

Es la rebeldía propia de la edad frente a los padres, los maestros y las concepciones de “uno mismo” que se van anquilosando y dando origen a ese estado adulto tan lleno de temores y rencores para millones de jóvenes que no logran sobreponerse a esa licuadora de la desigualdad que llamamos México. Muchos de ellos ni siquiera anímicamente, pues formarán parte de una autopista de huesos y sangre que eleva y destruye al mismo tiempo esa mitificación de una juventud que muchos tratan de explicar por su rebeldía y destructividad.

Pilo Galindo merece aplausos y los reconocimientos lentamente le van llegando; el panorama de creación sobre el tema y sus problemas de todo tipo constituyen un gran vacío en la creación dramatúrgica actual, a pesar de que en el cine, no sólo mexicano sino de todo el orbe creador, la juventud es uno de los temas nodales. Galindo apenas ha obtenido el reconocimiento institucional que desde hace ya muchos años merece y ya poseía en la línea fronteriza, animando a los teatreros a tomar su voz como propia y elaborar un mundo creativo, rebelde, diverso, crítico con sus imaginaciones escénicas. 

Hace dos años le dieron el Premio Víctor Hugo Rascón Banda y este año el Premio Juan Ruiz de Alarcón en Guerrero, que resulta doblemente significativo para un dramaturgo que, si viviera en el estado de Guerrero, sin dificultad hubiera podido escribir una pieza que se llamara Ayotzinapa, sobre la que nos ha prevenido de muchas maneras en su trabajo creador.

Hay algo de pedagógico en sus creaciones, que Sandra Félix recoge, pues es parte de su búsqueda y no le asusta ese peligroso esquematismo escolar que busca transmitir de manera muy directa unas ideas que, en ocasiones, suelen discutirse al modo de teatro debate o cine debate sobre lo que hubieran hecho o no los personajes.

Se haga o no in situ, tarde o temprano, en casa o en el aula, esa discusión y esa polémica tendrán lugar, pues la cantidad de interrogantes sembradas en el espectador no lo dejarán indemne ni silente.