Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Suplemento Cultural de La Jornada
Domingo 12 de julio de 2015 Num: 1062

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Ángel Rosenblat
y la filología

Leandro Arellano

Amores fragmentados
Febronio Zatarain

Magia
Diego Armando Arellano

Afrodiáspora:
del fuego y del agua

Esther Andradi entrevista con Susana Baca

El prodigioso Jean Ray
Ricardo Guzmán Wolffer

El asombro ante
el mundo y el Tao

Manuel Martínez Morales

Graham Greene: dos encuentros con la Iglesia
Graham Greene y Rubén Moheno

Rolling Stones:
¿la última gira?

Saúl Toledo Ramos

Leer

ARTE y PENSAMIENTO:
Tomar la Palabra
Agustín Ramos
Jornada Virtual
Naief Yehya
Artes Visuales
Germaine Gómez Haro
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Paso a Retirarme
Ana García Bergua
Cabezalcubo
Jorge Moch
Jornada de Poesía
Juan Domingo Argüelles
Cinexcusas
Luis Tovar


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La Jornada Semanal

 

Agustín Ramos

Crónicas del castigo

Faltando semanas para que la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, CNTE, cumpliera un año de vida, Elba Esther Gordillo sentenció a esos maestros que se oponían al charrismo sindical: “Habrá que frenarlos con toda la fuerza de nuestro sindicato,  cueste lo que cueste”, dijo durante un mitin en el Edomex, una tarde de noviembre de 1980.

Días después, posiblemente en la última noche de aquel año, Clemente Villegas, porro de la Normal Superior y secretario particular de quien fungía como líder general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, SNTE, citará en Neza a Rufino Vences para ofrecerle 300 mil pesos a cambio de asesinar a uno de los principales opositores del sindicato charro. Villegas le describirá así a Vences a la futura víctima: “Es chaparrón y de frente amplia, se está quedando calvo, viste sport.”

A menos de un metro de la espalda de la víctima, en una esquina de las calles de Sonora, en Tulpetlac, Rufino Vences, quien va con un pariente y con Jorge Mejía, dispara en cuatro ocasiones su Colt .45, el viernes 30 de enero de 1981. La víctima, de treinta y dos años, había nacido en Tenango de Doria.

Todo consta en la averiguación PGR/FEMOSPP/06/2002.

Hay además otra clase de registros sobre el mismo tema (registros literarios y, sí, de otra clase). En la región huasteca del mismo estado –en Huautla, para más señas–, había nacido en 1942 otro maestro rural que, sin abandonar sus tareas de catedrático normalista y activista sindical, escribiría una novela inspirada en las vidas personales de sus colegas y en aquella lucha colectiva.

Ahí se representan las broncas existenciales y la combatividad política con las que el magisterio hidalguense asumió su lucha gremial, descoyuntada entre su vocación genuina de docentes y –como dice la solapa– las “prácticas viciadas que erosionan la calidad del servicio educativo público”.  El título de la novela, Muros sin puertas (México, 1995, CECAH), metaforiza la cerrazón autoritaria que obliga a los protagonistas a tomar la plaza pública y las calles donde serán frenados “cueste lo que cueste”.

El final de la novela se parece al hecho histórico y también va precedido de calumnias contra una víctima afortunadamente ficticia: “Aparecieron volantes anónimos que lo acusaban de tiranizar a los profesores, de acosar a las maestras y de dilapidar lo recaudado por maestros y padres de familia…”

Pero como quizá la literatura y el papeleo legal resulten insuficientes para ilustrar esta clase de castigo (o el castigo de esta clase), no está de más recomendar una fuente distinta de aquella de donde provienen las víctimas reales y ficticias de este hecho aún presente.

Una fuente, digamos, insospechable: el PISA, Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes.

Hablando de evaluaciones, en cuestiones de política educativa, México siempre resulta el peor evaluado de los países de la OCDE, Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos.  Bueno, no siempre y no del todo…

Un encabezado del Brief  #14 de resultados 2012, “México en PISA, logros y desafíos pendientes” señala que “Los estudiantes más pobres mexicanos fueron los que más mejoraron.”

Con respeto a la sintaxis original de la nota, es decir transcribiéndola sin modificaciones, ésta continúa:

“Entre 2003 y 2012 su desempeño mejoró más de un año de escolaridad. Esta fue la mejora más amplia para los estudiantes más pobres de todos los países que participaron en PISA en 2003 y 2012…”

Más adelante, la nota puntualiza:

“Los estudiantes de escuelas rurales en México también mejoraron a un nivel comparable que sus pares de Túnez, Brasil e Indonesia, pero lejos de sus pares en los países promedio de la OCDE…”

Y recapitulando, el Brief concluye, en referencia a los estudiantes más pobres de México:  “Su desempeño mejoró casi un año de escolaridad desde 2003. Esta fue la tercera mejora más amplia después de las de Túnez y Austria.” 

La fuente es el BID, Banco Interamericano de Desarrollo, junto con la OCDE. Los resultados, cuyo enlace es www.iadb.org/es/temas/educacion/resultados-pisa-2012-en-america-latina.9080.html aparecieron en julio de 2014, dos meses antes de la desaparición forzada de los 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa.

Se trata de una coincidencia, sin duda. Lo que no parece coincidencia es a quiénes, por qué y qué se castiga en este México rural (que según algunos ya no existe).