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Los dislates y Morena
E

ste gobierno pasará a la historia, algo sin duda lamentable para quien lo encabeza y también para los que vivimos bajo su régimen, por varios hechos que son verdaderos dislates injustificables y con una carga negativa para la historia del país; especialmente tres errores afectan el futuro de la nación, comprometen la soberanía, atropellan la justicia y la democracia e indignan a los gobernados.

El de mayor trascendencia para la economía y con más efectos negativos a futuro es la entrega de los energéticos, petróleo y electricidad a empresas extranjeras estratégicas protegidas por sus gobiernos; el más indignante, por su injusticia, crueldad y arbitrariedad, es el ataque y desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa, y el más difícil de explicar, que ha mostrado incapacidad política y ética dudosa, es el asunto de la casa blanca de las Lomas.

Primero, el descontento popular se debió a la forma en que se llegó al poder, atropellando la democracia con excesos en gastos de campaña, compra de votos, evidente y generalizada y total inequidad en la contienda. El descontento se manifestó el día de rendir protesta y la respuesta, en lugar de buscar salidas políticas y respeto a los disidentes, fue el uso excesivo de la fuerza contra los manifestantes y la presencia por primera vez de provocadores que salían de las mismas filas de la fuerza pública para justificar la represión ante los medios de comunicación y la opinión pública.

De ahí en adelante, los errores y las acciones contrarias a la justicia y a los intereses de los ciudadanos se han ido multiplicado y han crecido en importancia y gravedad. Una perversidad inicial fue el desmantelamiento del sistema de partidos, que mal que bien, contribuía para dar cauce a la opinión pública que se expresaba en las urnas; el error consistió en convertir a los partidos de oposición, PRD y PAN en servidores del partido mayoritario y del Ejecutivo, algunos otros ya lo eran, como el Panal y el Verde. El mecanismo fue hacerlos firmar el Pacto por México, con lo que el Congreso quedó bajo el control y al servicio del Poder Ejecutivo.

Los partidos de oposición, uncidos así al carro del presidente electo, se volvieron inútiles para defender las causas populares y contrarrestar las intenciones del sistema; con el pacto, que como lo ha señalado Andrés Manuel López Obrador es contra México, los dirigentes de los partidos de oposición recibieron promesas, pequeñas rebanadas de poder y mediante los legisladores, como se acreditó públicamente, dinero en efectivo.

El resultado fue acabar con la poca credibilidad que se tenía aún en el sistema democrático y cerrar caminos legítimos para expresar opiniones diferentes y criticas contra las reformas y del sistema. La argumentación en favor fue, al igual que cuando se nos impuso el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, afirmar que con las reformas que daban contenido al mencionado pacto, entraría México al mundo de los países competitivos y desarrollados. La misma zanahoria repetida una y mil veces para lograr la anuencia del pueblo, lo que no se consiguió, pero sirvió para que los dirigentes partidistas, beneficiados en lo personal, sintieran que tomaban parte en las grandes decisiones políticas.

Otro dislate fue apostar para combatir la delincuencia organizada, muchas veces alentada y cultivada desde el poder y otras muchas tolerada, con un aumento constante de cuerpos represivos, con más armas, más años de cárcel en los códigos penales, más reclusorios y cuerpos militares y policiacos más numerosos y mejor equipados. El resultado ha sido que la impunidad y la violencia continúan, pero a cambio, el sistema cuenta con una fuerza que combate el delito a cuentagotas, pero que es una amenaza real y permanente contra los críticos y opositores al régimen.

Dislates han sido los graves atropellos a los trabajadores, a los sindicatos independientes, a los maestros y más recientemente a los ahorradores en los bancos y en términos generales, una reforma fiscal que ha producido pobreza, angustia generalizada y el cierre de miles de pequeños negocios, cuyos propietarios no pueden enfrentar al fisco sin que su economía se venga por los suelos; los errores económicos recientes, la falta de apoyo al campo y a la pequeña y mediana industria nacionales, son graves también y abonan al desastre al que nos encaminamos. La Corte puso su parte, cerrando la posibilidad de la consulta popular.

Frente a este panorama, alienta saber que sectores cada vez más amplios del pueblo de México ya no se dejan engañar, se indignan justamente y se manifiestan de diversas maneras; en mi opinión, alienta también saber que un partido nuevo, Morena, sin duda con defectos y aprendiendo, pero limpio y con dirigentes que han demostrado en la ciudad de México que saben gobernar bien y con honradez, estará presente en las próximas elecciones y puede encauzar pacíficamente el enojo y el despertar cívico.

México, DF. 26 de diciembre de 2014

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