Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Suplemento Cultural de La Jornada
Domingo 7 de diciembre de 2014 Num: 1031

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Ningún país es mi país
Gustavo Ogarrio

Tu nombre en una
lata de refresco

Rodrigo Megchún Rivera

La polifonía pictórica
de Kandinsky

Germaine Gómez Haro

Educación
Takis Varvitsiotis

Leer

Columnas:
Bitácora bifronte
Jair Cortés
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
La Casa Sosegada
Javier Sicilia
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
Núm. anteriores
[email protected]
@JornadaSemanal
La Jornada Semanal

 

Alonso Arreola
Twitter: @LabAlonso

¿Cómo decir que no a Black is Beltza?

¿Cómo decir que no a esta novela gráfica si Fermín Muguruza, su motor principal y autor, es un titán de la música vasca? Allí están sus huellas con Kortatu, Dut y Negu Gorriak, banda con la cual, por cierto, versiona el poema “Arrano beltza”, de Artze, a propósito de un símbolo libertario: el águila negra. Allí canta: “Fueron con el águila negra, fueron, fueron a las Navas de Tolosa de Jaén los navarros y volvieron a casa con cadenas, cadenas.” Originalmente escrito en euskera, el texto celebra una de las lenguas más antiguas de Europa, esa misma que Muguruza aprendió tardíamente tras la opresión establecida por el franquismo.

¿Cómo decir que no a Black is Beltza si Jorge “el doctor” Alderete, su ilustrador, es un Hércules latinoamericano? Allí están, verbigracia, sus incontables carteles para el Foro Alicia, las portadas de tantos discos (Calamaro, Fabulosos Cadillacs, Lost Acapulco, Sonido Gallo Negro), sus propios libros (Sonorama, El gran cocodrilo), o su tienda-galería Vértigo de la colonia Roma, un espacio notable en el que no sólo se ofrecen productos, sino que se producen acciones concretas en torno al arte gráfico. ¿Cómo decir que no a Black is Beltza si descubrir la pluma de Harkaitz Cano, su tercer autor, puede ser tan revelador? Buscándolo llegamos al poemario Alguien anda en la escalera de incendios, donde se lee: “Un buen libro de poemas ha de ser como una caja de pescado. Nutritiva y fresca, fuente de fósforo y calcio. O descarga hedionda que nos impulse a salir huyendo de ella, presos del pánico… Y así habría de ser, como un buen libro de poemas, nuestra vida.”   

Porque sí, negro sobre negro, nutritivo y apestoso, Black is Beltza es una invitación de la selectísima editorial Caja de Cerillos que hoy parece doblemente pertinente cuando, gracias a la “coincidencia” de la visión artística, hace eco de la gente en calles de Estados Unidos reclamando por el asesinato de un joven negro a manos de un policía blanco. Cuando el primer presidente negro de aquel país impone a su Congreso un paliativo frente a la imposibilidad de una reforma migratoria completa. Cuando en México buscamos a tantos desaparecidos, ya mártires, ya símbolos de un hartazgo que va poniendo cara de explosión. Cuando reyes y presidentes nos escupen en la cara las profundas diferencias no sólo de la piel sino del techo de nuestras casas, del material de nuestras vajillas, del ornamento de nuestra mesa, del tamaño de nuestros baños, del colegio de nuestros hijos… Y sí, podríamos ir más lejos: ¿cómo decir que no a esta negra invitación con todo lo que ocurre en y/o en contra del mundo árabe? (Qué bien que Juan Goytisolo ganara el Cervantes, por cierto.)

Pero bueno, disculpe el lector, la lectora dominical. Hasta aquí la oscuridad. La verdad es que, como pasa con las obras diáfanas y potentes, Black is Beltza no busca solucionar nada ni se pierde en lo panfletario, aunque represente bien la postura de sus autores (en su colofón se lee: “El cierre de esta edición coincide con las manifestaciones por los 43 desaparecidos en Ayotzinapa; con esta obra reivindicamos la lucha por la justicia y la dignidad”. Bien por ello.) Hablamos de un libro que reúne los intereses y preocupaciones del Muguruza músico (lo mismo aparecen James Brown, Hendrix y The Who que Tin Tan), del activista (aparecen el Che, los black panthers), del viajero (la aventura ocurre en Estados Unidos, Canadá, México, España, Argelia), del compositor polémico a quien tantos han querido relacionar con eta sin entender que su postura personal no implica violencia.

Por ello y más celebramos este alumbramiento de logrado balance entre imagen, literatura, discurso fílmico y oficio editorial. Y es que, aunque cada vez contamos con más y mejor literatura gráfica alrededor del mundo (busque a Shaun Tan, por ejemplo), no es común el retrato de un tiempo y lugar específicos con tan eficaz atemporalidad, maestría y sentido (pese a su ambicioso y abigarrado surrealismo). Digamos que en sus páginas se registra uno de los millones de episodios racistas e “invisibles” de nuestra historia, pero también la capacidad de movimiento y evolución de quienes se niegan a la injusticia; de artistas, deportistas o políticos que desde su ejercicio contribuyeron a cambios duraderos.

Este es, pues, un objeto que cae como anillo en el dedo de nuestros días, tristemente, pero también como augurio para mejores advenimientos. Sí, es un vertiginoso road-comic que no pierde minutos en justificaciones para su acción (a veces, incluso, abusa), pero que también acierta en silencios donde la imagen prima, donde la onomatopeya reina, donde el cine canta y la lentitud cabalga. Black is Beltza se siente bien en las manos por su papel y peso; acarician al ojo sus ocho colores gobernados por el negro (no podía ser de otra forma); estimula nuestra crítica para levantar la voz pero, también, para llevarnos a la acción. Búsquelo en librerías. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos.