Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 3 de agosto de 2014 Num: 1013

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Actuar: un acto
de generosidad

Antonio Riestra entrevista
con Naian González Norvind

Nomenclaturas urbanas
Ricardo Bada

Onetti, a veinte años
Alejandro Michelena

El recuento de los
cuentos de Onetti

Alicia Migdal

Onetti y Los adioses:
lecciones para un
lector cómplice

Gustavo Ogarrio

Matemáticas,
redes y creencias

Manuel Martínez Morales

Leer

Columnas:
Bitácora bifronte
Ricardo Venegas
Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
A Lápiz
Enrique López Aguilar
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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La Jornada Semanal

 

Jorge Moch
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Las peligrosas palabras de Amira

Gracias, Negro

Esto no es antisemitismo: Amira Hass es quizá la única periodista israelí que se atreve a relatar, a pesar de amenazas e insultos, las atrocidades que comete su país contra el pueblo palestino. Gracias a la traducción de Rolando el Negro Gómez y a su generosidad, he podido leer algunos de los textos tremendos que publica Hass en el diario israelí Ha'aretz. Me hago a un lado, para dejar que hable Amira en su columna titulada ”Falsa victoria en la franja de Gaza: derrumbe moral y derrota ideológica” (del pasado domingo 27):

”Si la victoria se mide por el número de muertos, entonces Israel y su ejército son victoriosos a lo grande. Desde el momento que escribo estas líneas en día sábado (26 de julio), y hasta que las mismas sean leídas el domingo, el número de muertos ya no será de unos mil (entre 70% y 80% civiles) sino más. ¿Cuántos más? ¿10 cadáveres? ¿18? ¿Otras tres mujeres embarazadas? ¿Cinco niños muertos, sus ojos abiertos, sus bocas ligeramente abiertas, sus dientes de leche arrancados, sus ropas empapadas en sangre y ellos llevados en una sola camilla? Entonces si la victoria es forzar al enemigo a apilar varios niños asesinados en una sola camilla, porque no hay camillas suficientes, entonces sois victoriosos, Jefe del Estado Mayor Beni Gantz y Ministro de Seguridad Moshé Ya’alón.Y es victorioso el pueblo que os admira […] (‘buenos días; fue una noche en calma’, informó con voz alegre el locutor de la radio Galei Tsáhal (Radio del ejército de Israel, N del T) el jueves en la mañana.En la jornada que precedió esta noticia jovial, el Ejército de Defensa de Israel mató a 80 palestinos; de ellos 64 civiles, incluyendo 15 niños y 5 mujeres.Por lo menos 30 de ellos murieron en el transcurso de esa misma noche en calma; murieron por innumerables bombas, obuses y disparos de artillería israelí, sin contar heridos y más viviendas que estallaron y destruyeron). Si la victoria se mide por el número de familias que fueron casi aniquiladas en dos semanas, padres e hijos, padre y varios hijos, abuela y nuera y nietos e hijo, en todas las variaciones que queráis, entonces también la ventaja es nuestra […] Y no olvidarse de los laureles para nuestros jueces, que Tsáhal no se mueve sin ellos. Gracias a ellos es recibida por nosotros con comodidad la teoría según la cual bombardear la vivienda de ellos –vacía de sus residentes o con sus residentes– está justificado, si Israel definió uno de los miembros de esa familia como objetivo militar (hombre importante de Hamas u hombre secundario, militar o político, viejo o joven). ‘Si esto es permitido por la Ley Internacional’, me dijo un diplomático occidental horrorizado por la posición de su país apoyando a Israel, ‘… algo huele mal en la Ley Internacional’.

Y otro ramo de flores a nuestros asesores, graduados de Facultades de abogacía selectas acá en Israel, o en EU y tal vez en Inglaterra. Por supuesto que son ellos los que aconsejan a Tsáhal sobre por qué está permitido disparar sobre grupos de rescate palestinos y evitar que lleguen a los heridos. Siete miembros de equipos médicos en camino de rescatar heridos fueron heridos de muerte a manos del Ejército de Defensa en el transcurso de dos semanas. […] Vosotros repetiréis lo que dice el ejército: ‘en las ambulancias se esconden terroristas’ (porque los palestinos de verdad no quieren rescatar a sus heridos; ellos no quieren realmente evitar que se desangren hasta morir bajo los escombros, ¿verdad?).”

Las palabras de Amira son imprescindibles en una masacre planificada cuyas pedestres intenciones asoman en los argumentos empecinados del líder israelí, Benjamin Netanyahu, o de políticos israelíes de extrema derecha que mantienen al Medio Oriente en derrotero fatal de exterminio, como los miembros de HaYehudi (Hogar Judío), cuya diputada Ayelet Shaked demostró al mundo hace poco que una cara bonita bien puede esconder un genocida brutal, cuando evocó al infame ultraderechista Uri Elitzur, quien pedía la muerte de las madres palestinas porque traen al mundo “pequeñas serpientes”. Niños. Niños palestinos que estallan despedazados por las bombas sin duda inteligentes de uno de los ejércitos más poderosos del mundo, apoyado a su vez por una de las superpotencias más hipócritas del mundo. Allí radica el peso inconmensurable de la valentía de una mujer que solamente por eso, por enfrentar un enemigo tan colosal, el odio que alimenta tanto infranqueable desprecio por la vida humana, sea probablemente la mejor periodista de nuestro tiempo.