Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 3 de agosto de 2014 Num: 1013

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Actuar: un acto
de generosidad

Antonio Riestra entrevista
con Naian González Norvind

Nomenclaturas urbanas
Ricardo Bada

Onetti, a veinte años
Alejandro Michelena

El recuento de los
cuentos de Onetti

Alicia Migdal

Onetti y Los adioses:
lecciones para un
lector cómplice

Gustavo Ogarrio

Matemáticas,
redes y creencias

Manuel Martínez Morales

Leer

Columnas:
Bitácora bifronte
Ricardo Venegas
Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
A Lápiz
Enrique López Aguilar
Cinexcusas
Luis Tovar


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Miguel Ángel Quemain
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La legitimación internacional de un nuevo teatro

Mendoza, bajo la dirección de Juan Carrillo, basada en Macbeth de Shakespeare, adaptado por Antonio Zúñiga e intervenido con textos de Elena Garro y Juan Rulfo, así como por las múltiples sugerencias literarias que aderezan un texto con la vigencia de la inequidad y la enajenación actual, ganó el primer lugar en la cuarta edición del Almagro Off Barroco, un festival adyacente al Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, un pequeño pueblo a casi una hora de Madrid y a dos de Sevilla; se trata de un equivalente aproximado al guanajuatense Festival Cervantino de los inicios.

La convocatoria para participar en el Almagro Off indica que el grupo participante no debe tener más de cinco montajes profesionales, pues se trata de una iniciativa para ayudar a los jóvenes creadores y potenciar las nuevas miradas hacia los clásicos.

Es significativo que Los Colochos Teatro hayan ganado un certamen que, en esta edición, tuvo una calidad sobresaliente, porque estimula la participación del teatro independiente en escenarios que no son locales y que ofrecen la posibilidad de colocarse en miradores de mayor ambición.

Para los grupos independientes que obtienen reconocimientos por su solidez y que no están amparados por el reconocimiento de las becas nacionales o las formas de consagración –mismas que, paradójicamente, son decididas por los propios colegas artistas al ser ellos quienes reparten los merecimientos (el reproche común es que las becas se reparten entre amigos)–, estos logros conquistan el respeto –y también la envidia– de los pares y del público.

Tanto los estímulos del Fonca como sus réplicas estatales (con los mismos tics e inclinaciones que el centro del país) son espacios de legitimación, pues los beneficiados adquieren una especie de pase automático a muestras escénicas, festivales e invitaciones internacionales que pasan a través de Difusión Cultural de la Secretaría de Relaciones Exteriores para “representar” a México. Eso explica que quienes no necesitan del apoyo económico (un reproche muy común entre los solicitantes paupérrimos) las piden porque les da la legalidad que no les ofrece su solvencia económica.

Los medios de comunicación y el periodismo cultural forman también parte de ese mundo periférico al teatro, que desdeña lo que no deja dinero y lo que sigue menospreciándose con esa etiqueta triste que califica “lo nacional” y lo “independiente” (aunque es cierto que muchos “artistas independientes” son más “menesterosos” que artistas) como algo sin méritos. Los Colochos, con Mendoza y el premio, han logrado más notas de prensa en España y sus repeticiones latinoamericanas que en los últimos dos años de trabajo en la prensa local y nacional.

La cabeza declarativa más visible en este montaje ganador fue la de Antonio Zúñiga. Avecindado en el DF por más de una década, Zúñiga ya forma parte de la historia del teatro mexicano en sus niveles destacados. Su trabajo no será una mera anécdota en nuestro paisaje artístico, porque se trata de un artista que ha sido capaz de incidir en la manera de hacer dramaturgia, poner en escena, formar actores, influir en la comunidad donde su teatro se instala, crear un organismo con capacidad de gestión cultural y, ahora, iniciar una tarea editorial con una obra de su autoría y que se ha convertido en un montaje polémico: Lo que soñé ese día que me quedé dormido bajo el puente, bajo la dirección de José Alberto García, un director joven y dotado, prolífico y arriesgado.

Este trabajo se ha convertido en un objeto polémico por los trazos hiperrealistas de un sueño que tiene todos los rasgos insoportables de una pesadilla, en la que está presente todo lo que somos pero también todo lo que odiamos de nosotros mismos y de nuestros cómplices fantasmáticos, que están ahí como testigos y verificadores de que las fantasías pueden cumplirse y terminar por perseguirnos si renunciamos a enfrentarlas y optamos por salvarnos. Ahondaré sobre el montaje posteriormente, pero vale consignarlo porque saldrá de cartelera el 26 de agosto.

Algunos actores son parte del conjunto Carretera 45, una empresa cultural de gran aliento instalada e integrada en la colonia Obrera, como lo ha hecho mucho antes El Milagro, que dirige David Olguín, con un signo de diversidad y riqueza intelectual y artística inspirador para compañías que logran tener una estabilidad, por precaria que sea. Un ejemplo es A la Deriva Teatro, en Guadalajara, y La Rendija, en Mérida, por mencionar dos notables.