Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 16 de marzo de 2014 Num: 993

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Apuntes sobre la canción
John Berger

Recetas para acercarse
a José Emilio Pacheco

Elena Poniatowska

Cruzando fronteras
en Mahahual

Fabrizio Lorusso

Leer

Columnas:
Bitácora bifronte
Ricardo Venegas
Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Minificciones
Febronio Zataráin
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
Galería
Rodolfo Alonso
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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La Jornada Semanal

 

Contra el silencio, otras voces

Mariana Domínguez Batis


Otras voces y otros ecos del 68. 45 años después,
Salvador Martínez della Rocca (compilador),
Fondo de Cultura Económica,
México, 2013.

Recuerdo, recordamos
hasta que la justicia se siente con nosotros

Rosario Castellanos

Del ’68 ya todo está dicho podría afirmarse al aire y sin mucha reflexión, lo que es refutado por Otras voces y otros ecos..., un conjunto de ensayos que conduce a una relectura del movimiento estudiantil considerado como un parteaguas en la historia sociopolítica y cultural del México moderno, así como a un balance necesario, tamizado y madurado por el paso del tiempo.

A cuarenta y cinco años de 1968 y después de la aparición de más de ochenta publicaciones al respecto, resulta necesario continuar hablando del tema, ir más allá de la memoria y del recuento de los hechos, para lograr un análisis y comprender sus implicaciones presentes e incluso futuras, “especialmente ahora que el fantasma de la represión y el autoritarismo parecen asomarse de nuevo” con el regreso del priísmo a la Presidencia, como se asienta en el volumen.

Bajo la premisa de que todas las voces son necesarias para esclarecer los acontecimientos ante el silencio, dieciocho especialistas mexicanos, algunos incluso protagonistas del movimiento, ofrecen nuevas vetas de análisis y relectura desde la sociología, la historia, la ciencia política, la economía y la literatura. Salvador Martínez della Roca, Pino, es el compilador de este esfuerzo editorial, continuación del aparecido hace cinco años: Voces y ecos del 68.

Es así que Rolando Cordera desenhebra lo acontecido desde un punto de vista económico. Hugo Gutiérrez Vega ofrece un contexto de los antecedentes nacionales y universitarios del conflicto. Guadalupe Loaeza rememora los tiempos en que era una “fresa e inconsciente” edecán de los Juegos Olímpicos, para después realizar un parangón de los sucesos mexicanos con los acaecidos en Francia. Mientras que Carlos Payán reconstruye aquel año a partir de documentos de los Archivos Nacionales de Estados Unidos.

Fabrizio Mejía Madrid relata las memorias de su abuelo al lado de Heberto Castillo. Benito Taibo evoca aquella marcha del silencio del 13 de septiembre, de la mano de su padre. Rogelio Ortega reflexiona el momento histórico desde su natal Guerrero y la guerrilla rural de Lucio Cabañas y Genaro Vázquez. Inti Muñoz discurre sobre si el ’68 fue una derrota, al tiempo que Federico Reyes Heroles resalta el proceso como el detonante del nacimiento de la ciudadanía con la que contamos actualmente.

El ’68 es también reinterpretado conforme al contexto nacional y global por Agustín Basave, Alejandro Encinas, Carlos Martínez Assad, Luis E. Gómez, Argel Gómez Concheiro, Jesús Martín del Campo y Consuelo Sánchez, quienes nos recuerdan el mayo francés, la primavera de Praga, y las luchas estudiantiles casi simultáneas en más de sesenta países aquel año, así como la guerrilla cubana, las movilizaciones contra la Guerra de Vietnam y la lucha por las libertades democráticas, cristalizada hasta en el rock and roll.

Lo cierto es que “el pasado gravita sobre el presente”, en palabras de José Woldenberg. A cuatro décadas y media, el ’68 aparece más vigente que nunca, sobre todo ante la nueva cerrazón global que se cierne sobre las libertades democráticas, por lo que revisitarlo se vuelve imperativo.


El cuerpo como laboratorio

Ricardo Guzmán Wolffer


Cuerpo extraño,
Jazmina Barrera Velázquez,
Conaculta,
México, 2013.

Si el ensayo como género requiriera aliciente para los lectores, este texto, ganador del Premio Literal de ensayo 2013, sin duda será uno. Y por mucho tiempo.

Mezcla de ensayo y poesía, los textos cortos de Barrera retoman varias afluencias propias del género (la cita de otros autores, su análisis conjunto, etcétera), pero el tino reside en presentar parte del camino deductivo de la autora para llevar al lector no sólo a las fuentes de sus poéticas divagaciones, también a los frutos de ese andar entre lo leído y lo interpretado. Diez glosas sobre el cuerpo y sus actos inmediatos; una sobre los animales, para evidenciar la cercanía con nuestras posesiones, incluso si es otro ser vivo: más si es un alma encarnada, en las capacidades humanas apenas comprendidas.

El cuerpo resulta extraño a la autora: parece no llegar a conocerlo, como si la mirada sobre sí fuera una extrapolación indisoluble.

Así como la risa es la respuesta a no saberse en el lugar situada, esta “discapacidad menor” tiene como referencia la propia genealogía. Como si los conceptos de tiempo y espacio fueran ajenos al cuerpo que no reconoce la escribana de un período diferente, del que gusta entrar y salir en lugares como Londres o cualquier otro donde la arquitectura o el diseño urbano mezclen los siglos sin pudor. La risa y el cuerpo convulsionado para enfrentar la pequeñez humana ante la inmensidad incomprensible del universo: la materia del cuerpo en movimiento para enfrentar lo inasible en aparente estática. La risa como pretexto para hablar de la búsqueda del propio lugar en una ciudad, la de México, donde muchos mundos (tangibles y conceptuales) se entretejen para dificultar el encuentro con el lugar desde donde veremos al mundo.

Una mirada por momentos rozagante para recordarnos cómo lo inmediato a nuestra visión es ese cuerpo que habitamos en la otredad de lo cambiante. Lo literario para hablar de ese organismo vuelto pantalla de las luces de otros tiempos, para establecer la permanencia de la creatividad literaria; especialmente de aquella que anida en cada lector: bastará uno por generación para asegurar la existencia de Eliot, Stevens, Rushdie, Borges, Coetzee y muchos. La autora es esa una y, mediante sus reflexiones, en espejo, lo son los descifradores de la esencia interiorizada del acto de hacer propio lo escrito hace siglos. Una mirada compartida por quienes logran asombrarse, como esos niños ante los misterios de las aventuras literarias, con las conclusiones de esta ensayista capaz de sorprender en su composición y sus referencias, tan divergentes como asimiladas en la pronunciación de palabras viejas con nuevos significados. Ensayos cifrados en una sombra literaria de largo alcance, donde se curan las sierpes misteriosas en el cuerpo auscultado.

Este es un ensayo eficaz para llevar al lector a lugares sorpresivos, y la edición bilingüe permite acercamientos a latitudes compartidas.


De la obsesión al asombro y viceversa

Antonio Soria


Obsesiones de un espectador,
Hugo Gutiérrez Vega,
Gobierno del estado de Querétaro,
México, 2013.

“Veo a Tancredi –un Alain Delon en plena y arrogante juventud– caracoleando su caballo entre las carrozas. La mirada de Concetta, su prima y enamorada, lo perseguía sin descanso. El Príncipe Salina dirigía con mano fuerte los trabajos del viaje, y esperaba con ansia la llegada a Donna Fugatta, el poblado familiar que presidía el Palacio Salina y que esperaba con toda la parafernalia religiosa y civil a los viejos dueños que, por la astucia del Príncipe (’Principone mío‘, le decía la gordezuela prostituta que visitaba subrepticiamente en un barrio de Palermo), ya se iban adaptando a los nuevos y turineses tiempos.”

Así se lee, o mejor dicho así se ve, a través de los ojos del obseso confeso autor de este libro, un fragmento de ese filme irremplazable no sólo en la cinematografía italiana sino mundial, basado en la novela, igualmente insoslayable, que Lampedusa escribiera entre 1954 y 1957, que vio la luz editorial en 1958 y que Luchino Visconti llevara a la gran pantalla cinco escasos años después, para más señas con música de Nino Rota e incluyendo en su reparto, entre otros, a Claudia Cardinale, Burt Lancaster, Terence Hill, Rina Morelli, Paolo Stoppa y, por supuesto y encabezándolos, al mencionado en la cita Alain Delon.

El título del filme aludido –que muy adrede permanecerá ausente de estas líneas– no debería ser ningún secreto para quienes, como Gutiérrez Vega, no sólo son capaces de ver cierta, ciertas películas, una vez y otra y otra más, precisamente como todo un obseso, sino consideran como una gozosa obligación tal ejercicio de ver y de re-ver, es decir de re-visar, una obra cinematográfica con el inapagable afán de hacerla propia y, al aprendérsela, aprehenderla, como cuenta el autor que la apre(h)endieron, además de él, otros obsedidos como Sergio Pitol, Carlos Monsiváis, Carlos Fuentes y Manuel Puig.

Los veintiséis apartados en los que se dividen estas Obsesiones de un espectador dibujan un amplísimo arco temporal pero, más importante que eso, abarcan un enorme segmento del opus colectivo –y no solamente cinematográfico sino, como verá el lector, también dramatúrgico y teatral– imprescindible para entender las coordenadas culturales que más claramente han dado forma al territorio creativo en el que se inscribe buen número de senderos actuales, tanto en el cine como en teatro.

Eso, indiscutiblemente, sucede con creadores como los que Gutiérrez Vega rememora, reseña y refiere, todo a la vez en un ejercicio de síntesis nunca exento de plasticidad verbal, en torno a los cuales reflexiona y hace reflexionar en este volumen, donde se aparejan una saludable brevedad y una envidiable concisión. La lista, incompleta en estas líneas, es impresionante: el referido Visconti acompañado por De Sica, Rossellini, Monicelli, Bertolucci y todos sus colegas neorrealistas; el inagotable Bergman de Fresas silvestres, Persona, Gritos y susurros, El séptimo sello, La hora del lobo y Sarabanda; Pier Paolo Pasolini con El Evangelio según San Mateo –acerca de la cual el autor hace una deliciosa crónica de quien fungiera como “sombra que pasa en la lejanía”–; y del universo teatral el imprescindible Beckett, de quien atestigua una puesta en escena en el mismísimo corazón de un Broadway felizmente conquistado por Godot, lo mismo que Bergman llevado al teatro por Daniel Giménez Cacho, un Bram Stoker escenificado por Eduardo Ruiz Saviñón; así como Jean Cocteau presente en México gracias a la puesta en escena de Los padres terribles.

Se incluyen otras aproximaciones, que se dirían intra o parafílmicas, en las que destacan Carlos Fuentes y una cálida interpretación del conde Alucard, el puertorriqueño Luis Trelles y sus divas de celuloide, verdaderas diosas del olimpo de la educación sentimental tanto de Gutiérrez Vega como del resto de obsesos convocados aquí, así como el novelista y guionista Mauricio Magdaleno, a quien se le debe la escritura de historias bien conocidas y fundamentales de la cinematografía mexicana, como Pueblerina, Flor Silvestre y María Candelaria, por mencionar sólo las de obvia referencia.

Después de ellos, deliberadamente el autor ha dejado para el final el ensayo más largo, del donde procede el título del volumen. Para redondear debidamente esta brevísima reseña, que sea el propio autor quien lo explique: “Las obsesiones que al autor de estas notas le produce la obra de Luis Buñuel no sólo se han apoderado del que está escribiendo (y que, por cierto, no es más que un espectador de cine, un diletante o, para hablar con menos vaguedad, un amante, un educando enamorado de su maestra, de su educadora sentimental que tuvo, tiene y tendrá forma de pantalla cinematográfica).”

Se han apoderado, dichas obsesiones, de una generación tras otra de cinéfilos y espectadores de teatro, y es a ellos a quienes le habla Gutiérrez Vega, desde una erudición absolutamente desprovista de arrogancia, como quien sencillamente apela al entusiasmo genuino, que es la variante más enriquecedora del asombro.



El espejo del solitario,
Víctor Roberto Carrancá,
Ficticia/Gobierno del estado de Puebla,
México, 2014.

Este es el número 43 de la Biblioteca de Cuento Contemporáneo que desde hace años, con paciencia y constancia, ha venido conformando la que sin duda es la casa editorial más consciente de dos realidades literarias irrefutables: una, que la novela goza de una preferencia lectora y editora no necesariamente justificada por la calidad de lo leído y editado, y dos, que el cuento mexicano en particular, lo mismo que a nivel internacional, jamás ha dejado de dar muestras de su elevada calidad. Una de ellas es este volumen, cuyas piezas giran en torno a un personaje y un lugar acaso más reales, en su entelequia de papel, que la propia realidad. La Enogea de José el Solitario, que es la de Carrancá, es un mundo que a sí mismo se basta para representar a ese otro en el que estamos instalados, a veces con similar sensación de irrealidad que la sufrida por los habitantes de estos territorios narrativos.



El laberinto de los cincuenta,
Fernando Iwasaki,
Ediciones Cal y Arena,
México, 2013.

“Vicios”, “Achaques” y “Manías” son los tres grandes apartados en los que Iwasaki organiza lo que sus ojos miran “desde la plataforma trasera de un coche de ferrocarril, paisaje del cual va uno saliendo”, que es como el enorme Julio Torri describe la sensación que produce ver la vida desde los cincuenta años de edad. “Un típico tono retro, a veces enfurruñado, siempre nostálgico […] de alguien que se hace mayor”, con más o con menos delicadeza –Sabina dixit–, es la marca estilística y discursiva de este novelista, cuentista, ensayista y cronista nacido en Perú hace cinco décadas y tres años. Desencanto socarrón, cinismo autoinflingido, burla en ristre: así las armas de Iwasaki para explorar cómo se enfrentan los grandes temas –el sexo, la política, la muerte–, pero también los de todos los días, los de a pie, desde eso que ciertos optimistas ahora llaman “el quinto piso”.



Políticas sobre el cannabis,
Robin Room, Benedikt Fischer, Wayne Hall, Simon Lenton, Meter Reuter, Diana Rossi, Raúl Alejandro Corda,
Fondo de Cultura Económica/Beckley Foundation,
México, 2013.

Coordinados por Amanda Fielding, este sólido conjunto de académicos entre los que se cuentan reconocidos especialistas en medicina, psicología, economía, política y sociología, aportan algo indispensable al recientísimo debate que, sobre el consumo de estupefacientes, ha venido dándose a nivel internacional: seriedad. Con independencia de cálculos de estrategia política-electoral, o de la administración de la imagen pública que suelen cultivar aquellos encaramados en el poder que detentan, vía sus cargos, decisiones fundamentales al respecto, Room, Fischer, Hall, Lenton, Reuter, Rossi y Corda enfocan el fenómeno, particularizando su análisis en la marihuana en razón de ser ésta la droga ilegal más consumida en todo el mundo, y arrojan luces más que atendibles para encaminar a la sociedad a una solución al respecto que de verdad sea eso, una solución y no un mero paliativo o postergación.



Cuentos completos,
Sergio Ramírez,
Fondo de Cultura Económica,
2013.

Una nota inaugural advierte que “estos cuentos completos reúnen cronológicamente los cuentos publicados en libros del autor, según el orden de cada primera edición, a excepción de De tropeles y tropelías (1972), que sigue el orden de la cuarta edición”. Nominalmente, lo que hallará el lector es el conjunto de los siete títulos que el nicaragüense Ramírez ha dado a la imprenta desde 1963 y hasta 2006: Cuentos (1963), Nuevos cuentos (1969), el ya referido De tropeles y tropelías (1972), Charles Atlas también muere 1976), Clave de sol (1992), Catalina y Catalina (2001), y finalmente El reino animal (2006). En cuanto a contenido, lo que ha de encontrarse es, trazado por una pluma envidiable, un vasto paisaje literario, es decir humano, en el que el autor conocido sobre todo por la novela Margarita, está linda la mar, ha sabido dar el santo y seña de la cotidianidad, las preocupaciones, el modo particular de ser y estar en el mundo desde ese país tan intenso y tan cercano llamado Nicaragua.



Palabras cruzadas. Entrevistas,
Elena Poniatowska,
Ediciones Era,
México, 2013.

Seis décadas cumplidas y poco más tiene nuestra querida Elenita ejerciendo ese oficio por el cual no le dieron el Premio Cervantes, pero que ella reivindicó para que se supiera bien qué premiaban cuando la premiaban: al periodismo, a la periodista que, desde 1953 y contando, ha hecho del ejercicio periodístico su sello y su razón de ser, más allá de la enorme cantidad de crónicas, cuentos, biografías y novelas que han salido de su pluma inagotable. En este grueso volumen, de casi setecientas páginas, están reunidas buena parte de las entrevistas, algunas diríanse míticas, que la Poni ha publicado aquí y allá en los últimos sesenta años, y sin las cuales el panorama de la vida cultural en México estaría sencillamente cojo, incompleto, oscurecido. Entre muchas otras, se hallan las Palabras cruzadas con Cantinflas, el Indio Fernández, José Revueltas, Tongolele, Gabriel Vargas, el padre Chinchachoma, Ricardo Garibay, Jorge Ibargüengoitia, Alfonso Caso, Cri-Crí, Leduc, Guillén…