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Condecorado varias veces por el gobierno francés, murió en París la semana pasada

Jerome Savary fue incansable y revolucionario impulsor del teatro

Fundó junto con Alejandro Jodorowsky, entre otros, Le Grand Panic Circus, origen de la compañía que hizo época en Europa y EU con sus novedosos e irreverentes montajes

Francia lamentó la pérdida de un ser apasionado, dotado de gran sentido del espectáculo y la fiesta

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Jerome Savary lo mismo actualizaba obras de Molière, Aristófanes o Shakespeare, que montaba las de autores modernos
 
Periódico La Jornada
Lunes 11 de marzo de 2013, p. a12

Jerome Savary, fundador en 1970 con Alejandro Jodorowsky, Rolando Topor y Arrabal de Le Grand Panic Circus, origen de Le Grand Magic Circus, compañía que hizo época en Europa y Estados Unidos con sus novedosos e irreverentes montajes, murió el pasado 4 de marzo en París, víctima de cáncer.

Cercano a los integrantes de la Generación Beat (en especial de Jack Kerouac y Allen Ginsberg) y de los maestros del jazz Thelonius Monk y Count Basie, Savary llegó a dirigir teatros de renombre en Francia, como los de Monpellier y Lyon, o el Chaillot y la Ópera-Comique en París. Lo conocí en 2002 en este último lugar, cuando presentaba su Chano Pozo, un cubano en Nueva York.

Incansable promotor, Savary lo mismo actualizaba las obras de Molière, Aristófanes o Sakespeare que montaba las de los autores modernos. Ese año repartía su tiempo en dar los toques finales a la Carmen que presentaría en Berlín, a la Irma la Dulce que llevaría a Milán y a La Vie Parisienne, de Offenbach en la Ópera-Comique. Sin embargo. su nombre me era ya conocido por su vinculación con otros creadores revolucionarios que en algún momento participaron en sus extraordinarias y novedosas puestas en escena: de Copi a Arrabal, de Kemp a Bowie. Con su Le Grand Magic Circus caminó por el mundo. A una de las funciones en Londres asistió en 1968 John Lennon, quien dos años después lo invitó a viajar a Toronto a un encuentro de teatro contra la guerra de Vietnam.

En el campo de la música del Caribe, inicialmente supe de Savary mediante Fiesta Havana, 1940-960: L’age d’or de la músique cubaine, el magnífico libro de Leonardo Acosta, Olivier Cossard, René Espí y Helio Orovio. En el prólogo a este compendio de buen gusto e investigación iconográfica, Jerome señala que, al contrario de lo que piensan muchos, Cuba realizó la mayor invasión que registra Estados Unidos mediante un arma imposible de controlar: la música.

Precisamente tomando de pretexto la figura legendaria de Chano Pozo, en 2001 logró recrear en el teatro una de las etapas más espléndidas de la música cubana y mostrar su efecto en el medio estadunidense. Todo esto gracias al virtuosismo de 12 músicos, 14 bailarines, dos cantantes y la dirección musical de Anga Díaz y Hallen Hoist. Anga, lamentablemente murió en plena etapa de creación.

Chano Pozo, un cubano en Nueva York fue una revista musical de gran calidad. aplaudida por públicos tan disímiles y exigentes como el habanero o el parisino.

Esta puesta en escena me recordó las que en los años 70 montaron Juan Ibáñez y Julio Castillo en el teatro Blanquita (el de antes, el verdadero) para homenajear a Dámaso Pérez Prado y a José Alfredo Jiménez. Encabezaban los elencos, la orquesta del Caraefoca y Ofelia Medina, y Lucha Villa y el mariachi Vargas, respectivamente.

En el campo musical no menos importante fue su revista Negra: New Orleans Forever, estrenada en 2006 con el elogio unánime de la crítica y el público. Esta revista le sirvió para rendir tributo a los creadores de los ritmos más representativos de la música estadunidense y a sus raíces africanas.

Jerome Savary nació en 1942 en Buenos Aires y durante medio siglo hizo de París su centro de actividades. Allí llegó a ser un personaje insustituible del mundo cultural, lo mismo en el teatro, la televisión, los libros o el cine. Fue condecorado varias veces por el gobierno francés, que lamentó la muerte de un ser apasionado, siempre deseoso de partir a la conquista del público... un artista dotado de gran sentido del espectáculo y de la fiesta.

Se casó tres veces, la última con una bella cubana con la que tuvo una hija. Siempre hizo gala de humor y de disfrutar la vida con sus amigos. Ajeno a la solemnidad decía prefererir espectáculos malos y divertidos que buenos y aburridos. Fue, además, impulsor de la Asociación Franco-Cubana de Ayuda al Desarrollo Artístico, venciendo muchas veces las barreras que el bloqueo y la mala política levantaron.

Otra virtud de Savary fue haber sabido disfrutar a sus amigos. Hace 10 años busqué la forma de que las autoridades culturales trajeran a México parte de la rica producción de Savary. Una de ellas, la que rinde homenaje a Chano Pozo, pues por los lazos culturales que unen a Cuba, México y Francia, podía servir para refrendar la antigua colaboración artística entre los tres países. ¿Por qué no, por ejemplo, invitarlo a alguno de los festivales afrocaribeños? No fue posible, como tampoco tenerlo en el Cervantino o en el de la ciudad de México.

El empresario Miguel Nieto estuvo dispuesto a hacerlo, pero de la mano de las autoridades para compartir gastos, pero a los panistas nada que ensalce a Cuba les cae bien, me dijo alguien conocedor de las fobias de la derecha. Descanse en paz el talentoso creador y amigo.