Opinión
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Contaminación del agua
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ace 51 años el Fondo de Cultura Económica publicó El agua envenenada, novela de Fernando Benítez, donde cuenta la vida de un pueblo, Tajimaroa, dominado por un despiadado cacique al que un rumor (No beban agua. Corren peligro de muerte. Ha sido envenenada) que luego se volvió multitud atribuyó tal maldad. El pueblo se rebela contra el cacique y le cobra todas sus infamias. A finales de mayo pasado, los habitantes de varias delegaciones de la ciudad de México comenzaron a quejarse por el mal olor y sabor del agua que llegaba a sus hogares o negocios. Ninguna autoridad explicó lo que pasaba. No pocos atribuyeron ese mal olor y sabor a la filtración del drenaje al sistema de distribución del agua potable, sin faltar quien hablara de sabotaje de las autoridades federales para restar simpatía al gobierno local y al candidato Mancera. Por fortuna, no hubo el rumor de que el agua estaba envenenada, aunque las cisternas y los tinacos de casas y edificios olieran a podrido.

Lo que en verdad ocurría se comenzó a saber el 7 de junio, cuando la Comisión Nacional del Agua (Conagua) y la Secretaría de Comunicaciones y Transportes suspendieron temporalmente la navegación de embarcaciones con motores de combustión interna en la presa de Valle de Bravo, debido a la proliferación de algas que producen toxinas y dificultan el proceso de potabilización del agua. Con esa medida se impidió que las propelas y las turbinas de las embarcaciones siguieran destruyendo la flora acuática y acelerando su regeneración. Todo ello origina que, según la Conagua, se desprenda un compuesto químico orgánico que ocasiona la presencia de olor y sabor a humedad en el agua potable. La proliferación de las algas se atribuyó a la sequía, al incremento de tres grados en la temperatura del agua de la presa y a las descargas municipales que le adicionan materia orgánica.

Prohibir la nevegación en ese lugar despertó la protesta de las cooperativas que ofrecen a los visitantes (unos 8 mil los fines de semana) paseos y servicios para esquiar. El gobernador del estado de México exigió a la Conagua reconsiderar la medida a fin de salvaguardar los intereses de los lancheros y prestadores de servicios turísticos. Pero el organismo federal ratificó que duraría, por lo menos, todo junio, pues es un problema de salud pública, ya que la presa vive una situación de emergencia ante la proliferación de algas tóxicas que contaminan el líquido que se envía al valle de México.

El papel principal de la presa Valle de Bravo es almacenar agua potable. Sin embargo, se permiten las actividades acuáticas y turísticas. Desde hace casi medio siglo, con veleros que no contaminaban, pero luego aparecieron las lanchas de motor (hoy son mil) y los problemas se agravaron. No sólo por las causas que esgrimen los funcionarios, sino por el aumento de las descargas de aguas negras y grises de la región, que aceleran la contaminación de la presa; por mal funcionamiento de los cárcamos y las plantas de tratamiento, y porque la anárquica expansión urbana contamina y resta agua a la presa.

Todo esto no ocurriría si las autoridades cumplieran con su deber. Por ejemplo, evitando la deforestación de los bosques que rodean la presa Valle de Bravo y las otras seis que sirven de vasos alimentadores del Sistema Cutzamala. Con estricto control de las aguas residuales producto de las actividades agropecuario y la cría de peces en la región y que, ricas en nutrientes y desechos químicos, van a dar a la presa y alteran su ecosistema. Si se respetara el uso del suelo y funcionaran adecuadamente los drenajes de Valle de Bravo y áreas circunvecinas.

Mientras, la Conagua y los especialistas difieren en las causas y los alcances de la contaminación del agua; en sus efectos en la salud de los consumidores, pues es evidente que el líquido que llega a miles de habitantes no es inodoro, insípido e incoloro, carece de las características que distinguen al agua potable, y en cuánto tiempo más permanecerá el sabor y olor a tierra mojada. Pero sobre todo, cuándo y cómo resolverán definitivamente el problema de la contaminación de la presa Valle de Bravo y la destrucción ambiental que sufre la región donde se ubica el Sistema Cutzamala.