Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 18 de abril de 2010 Num: 789

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

De premios y desengaños
LUIS RAFAEL SÁNCHEZ

Poema
FRANCISCO TORRES CÓRDOVA

En la ficción no existe
el no

RICARDO YÁÑEZ entrevista con JULIETA EGURROLA

Época
JAVIER SICILIA

Guido Picelli, comandante antifascista
MATTEO DEAN

La trilogía Millennium: el límite de la inquina
JORGE GUDIÑO

Leer

Columnas:
Señales en el camino
MARCO ANTONIO CAMPOS

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
Núm. anteriores
[email protected]

 

Felipe Garrido

Don Atanasio

Nada dio tanta fama a don Atanasio Argúndez y Ávila, el primer juez que hubo en la isla, como el caso aquél del comerciante. O de su hijo aquél que quiso traficar en otras tierras. El hombre le dio dinero, mercancías y consejos, y se quedó en el pueblo, con un mocito, hijo de la sirvienta. Siete años después, cuando volvió su heredero, el comerciante había muerto y el mocito, ahora un señorón con anillos y coche del año, se había apoderado de todo.

La sentencia fue inaudita: “El único culpable es el comerciante que dejó este enredo. ¡Que abran la tumba y lo quemen!”

–Que lo quemen– dijo el antiguo mocito.

–Dejen en paz a mi padre –dijo el hijo–. Yo me voy a otras tierras, a seguir trabajando.

Apenas oyó esto, don Atanasio ordenó que le devolvieran todo al hijo fiel, que prefería verse despojado antes que profanar los restos de su padre.

En ese tiempo, para fortuna de los hombres, en aquella isla era más importante la justicia que la ley.