jornada
letraese

Número 165
Jueves 8 de abril
de 2010



Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER

Directora general
CARMEN LIRA SAADE

Director:
Alejandro Brito Lemus

pruebate




Violencia, fuerza invisible
detrás del VIH entre las mujeres

El VIH/sida, como muchos otros aspectos de la vida, no es un asunto de hombres. De los 135 mil casos de sida acumulados por el Centro Nacional para la Prevención y Control del VIH/sida hasta noviembre de 2009, casi 24 mil correspondían a mujeres. Cerca de 42 por ciento de ellas se encuentran en la edad más productiva económicamente, entre los 30 y los 44 años. La raíz de la vulnerabilidad es compleja y comprende un elemento esencial que afecta la vida de las mujeres:
la violencia.

Rocío Sánchez


El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, un grupo de mujeres de Latinoamérica y el Caribe trabajaban en la ciudad de México para fortalecer su liderazgo en la respuesta al VIH/sida. Una de estas líderes es Erlency Scarpetta, joven residente en Pereira, Colombia, quien lleva 18 años viviendo con VIH y 10 en el activismo. Sobre las condiciones de las mujeres afectadas por la epidemia en su país, considera que no son diferentes a las del resto de América Latina. “Son mujeres maltratadas y a eso se agrega la pobreza”, comenta a Letra S. “Las mujeres hemos estado discriminadas; además, nos han dicho que la sexualidad es un pecado y cuando te dan un diagnóstico de VIH lo primero que viene a tu pensamiento es la culpa”.

Los estereotipos de género son los cimientos de la discriminación contra las mujeres, la cual puede culminar en uno de los factores determinantes del riesgo de ellas ante el VIH/sida: la violencia.

Vulnerables en lo biológico y social
En su más reciente informe (2008), ONUSIDA reportó que la mitad de las nuevas infecciones por VIH se registran en mujeres, tendencia que se ha mantenido estable en los últimos años. La posible explicación a este fenómeno es compleja e involucra factores biológicos, culturales y económicos.

En lo biológico, las mujeres están en mayor riesgo de contraer la infección porque la mucosa vaginal es una amplia área de entrada para el VIH. A esto hay que sumar que la concentración de virus en el semen es muy alta. El factor de la violencia también está presente, pues si el coito vaginal o anal se realiza de manera forzada, el tejido sufrirá heridas que son entradas para el virus.

En lo cultural, los roles de género ponen a las mujeres en riesgo al favorecer, por ejemplo, la iniciación sexual temprana. Una encuesta realizada en 2005 por la Sociedad Argentina de Ginecología Infanto-Juvenil, encontró que alrededor de la mitad de las chicas que iniciaron su vida sexual entre los 13 y los 16 años no querían hacerlo a esa edad, pero aceptaron bajo alguna forma de presión, “desde la violación hasta la amenaza de terminar (una relación)”. Este tipo de situaciones evidencia la falta de control de las mujeres sobre su sexualidad y su consecuente falta de habilidad para negociar el uso del condón.

En lo económico, las condiciones laborales siguen siendo desiguales para hombres y mujeres, lo que perpetúa la dependencia económica de éstas. De acuerdo con el informe El dividendo de género, publicado en marzo por el Banco Interamericano de Desarrollo, en la región las mujeres ganan en promedio 10 por ciento menos que sus homólogos hombres. Esto sin tomar en cuenta que muchas de ellas tienen más estudios. “Si se comparan hombres y mujeres de la misma edad y del mismo nivel de educación, la brecha de ingresos de las mujeres aumenta del 10 al 17 por ciento”.

Violencia no son sólo golpes
En 1993, la Organización de las Naciones Unidas definió a la violencia de género como “todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos”.

La violencia sexual es el factor que influye más claramente en el riesgo de infección por VIH en las mujeres, pero no es el único. En el caso de las mujeres que son violentadas por sus parejas, es imposible negociar el uso del condón, por lo que muchas de ellas están en vulnerabilidad aún cuando no tienen comportamientos de riesgo.

Desde esta perspectiva, la cantidad de mujeres en mayor riesgo de tener VIH es importante. Según un estudio de la Organización Panamericana de la Salud, en el año 2000, la proporción de mujeres que había sufrido violencia por parte de su pareja era de 11 por ciento en Colombia, 10 por ciento en Nicaragua, 17 por ciento en Haití y 23 por ciento en México y Perú.

Pero no sólo son los actos violentos los que evitan que la mujer se proteja, es también el sólo miedo a ser agredida. En este sentido, el empoderamiento de las mujeres es fundamental para que ellas tengan herramientas para protegerse del VIH. Así lo ve Rutilia Yutz, activista de Guatemala que también viajó a México para capacitarse en el taller de liderazgo, impartido por el Centro para actividades de Desarrollo y Población (CEDPA), de Estados Unidos, con el apoyo de la Fundación Ford. Rutilia trabaja en la Red de Jóvenes para la Incidencia Política, que busca garantizar la educación sexual en las escuelas públicas del país.

En la población indígena, que es con la que trabajamos, uno de los temas más importantes es la negociación del uso del condón. Trabajamos para generar en las mujeres la toma de decisiones y la capacidad de comunicación”, comenta en entrevista. “El empoderamiento de las mujeres es importante porque pedir así como así a una mujer que use un condón es como pedirle a un niño que se defienda de un tigre”.

Sobre la desigualdad de poder en las mujeres ha reflexionado Anda Samson, investigadora de la OPS, quien en su artículo Falta de empoderamiento: una fuerza detrás de las epidemias de VIH y de violencia contra las mujeres, admitió que dado que el VIH se transmite por relaciones sexuales sin protección, la violencia física o emocional contra las mujeres puede no ser una causa directa de la infección, “sin embargo, ya que la violencia puede crear una atmósfera bajo la cual la toma de decisiones sobre prácticas sexuales seguras se ve comprometida…, es parte importante de las pautas de la infección por VIH y debe ser considerada cuando se discutan estrategias de prevención”.

La especialista holandesa, de profesión médica, considera que puesto que el contacto sexual es la mayor ruta de transmisión del VIH, el control sobre la actividad sexual es una importante herramienta para prevenir la infección. No obstante, en el proceso de negociar prácticas seguras con la pareja, “el desequilibrio de poder pesa más que la fuerza física”.

Dentro del matrimonio los riesgos persisten, a pesar de la creencia generalizada de que ese contrato en sí mismo es una forma de protección contra el VIH. Así lo han hecho ver las estrategias para prevenir el VIH llamadas “ABC”, consistentes en abstinencia sexual hasta el matrimonio, fidelidad y condones.

María Luisa González, mexicana residente en Ciudad Juárez, Chihuahua, conocía muy bien ese argumento. Estaba casada cuando, hace casi 18 años, le diagnosticaron VIH. “(Es preocupante que) a más de 20 años de la epidemia las mujeres seguimos pensando que el matrimonio, la firma que ponemos sobre el papel, nos va a proteger de la infección”. La realidad muestra que no es así. “La mayoría de las mujeres con las que platicamos nos dicen que gran parte de nosotras éramos amas de casa y fuimos infectadas por nuestros esposos”.

Instituciones que facilitan la violencia
Un contexto de conflicto armado pone a las mujeres en particular riesgo frente al VIH. Se estima que durante el genocidio de Rwanda, en 1994, entre 250 mil y 500 mil mujeres y niñas fueron violadas. Un estudio hecho por la organización Avega mostró que, de las mujeres encuestadas sobrevivientes de violación en el genocidio, 67 por ciento contrajo VIH.

En situaciones menos dramáticas también puede haber consecuencias considerables. En Ciudad Juárez están apostados más de 2 mil 500 militares y policías federales como parte de la estrategia gubernamental de combate al narcotráfico. “Tuvimos una reunión con la esposa de Felipe Calderón, Margarita Zavala, y una de las cosas que le cuestioné fue ¿qué está pasando con los soldados?”, narra María Luisa González, que trabaja en la asociación civil Programa Compañeros. “Al ir a la frontera están teniendo vida sexual, así nos lo indica nuestro trabajo de campo. Están teniendo relaciones sexuales sin condón”.

Pero hay formas mucho más sutiles de violentar los derechos de las mujeres, como la que plantea Cecilia Garibi, investigadora de El Colegio de México, quien sostiene que es “indispensable” sumar un elemento en la lista de relaciones entre la vulnerabilidad de las mujeres ante el VIH y la violencia de género; éste es “el factor de deficiencia e ineficacia de políticas públicas que no respondan a realidades complejas ni busquen cambios estructurales”.

Porque en México no hay políticas públicas de combate a la pandemia que sean consistentes y diseñadas en específico para las mujeres. Esto se explica en parte por el seguimiento de los estándares internacionales que establecen que, al haber pocos recursos disponibles, éstos deben enfocarse en poblaciones clave. En nuestro país se trata de los hombres que tienen sexo con hombres, personas dedicadas al trabajo sexual y las y los usuarios de drogas inyectables.

No obstante, la tesis de Garibi considera que existe “violencia institucional” al no reconocer a las mujeres como una población con necesidades específicas, además de, deliberadamente o no, validar los roles de género. A manera de ejemplo, cita el enfoque que se dio desde el inicio al uso del condón: frente a las dificultades de las mujeres para negociar su utilización, la estrategia se enfocó hacia la promoción y el entrenamiento su el uso por parte de los hombres, en lugar de probar estrategias para fortalecer la capacidad de las mujeres para protegerse. “Con esto, se niega toda posibilidad de acción en la prevención de la pandemia por parte de las mujeres”.

María Luisa González es integrante del Consejo Nacional para la Prevención y Control del VIH/sida (Conasida), 2009. Espera poder aplicar lo que aprendió en el taller de CEDPA en esta labor. Entre los principales focos rojos en la atención de las mujeres, la también integrante de Mexicanas Positivas frente a la Vida señala la falta de recursos destinados a materiales específicos para mujeres, como los condones femeninos. “Estos condones son muy caros y las pruebas rápidas también, por eso nada más se aplican a poblaciones específicas, pero todas las mujeres estamos en vulnerabilidad por el hecho de ser mujeres. Entendemos que la situación económica es difícil, pero no quitamos el dedo del renglón en visibilizar nuestras necesidades”.

Necesidades que hasta ahora no han sido prioritarias a pesar de que, en México, la proporción de infecciones entre hombres y mujeres se ha reducido de 23 hombres por cada mujer –al inicio de la epidemia- a 4.9 hombres por cada mujer. Según datos de ONUSIDA, el VIH es la principal causa de mortalidad y de enfermedad entre las mujeres en edad fértil (entre 15 y 49 años) de todo el mundo.

SU B I R


Prevención del
VIH en víctimas
de violencia sexual

El 1 de diciembre de 2008 inició en la ciudad de México el Programa de Atención a Víctimas de Violencia Sexual, que hasta hoy ha atendido a poco más de 700 personas; más de 90 por ciento son mujeres.

El proyecto de la Clínica Condesa, del Programa de VIH/sida del Gobierno del Distrito Federal, en el que también participan la Procuraduría de Justicia del DF y el Instituto de las Mujeres del DF, tiene como principal objetivo evitar la transmisión de infecciones sexuales en víctimas de violencia sexual, por lo que brinda tratamientos preventivos para sífilis, gonorrea, clamidia y tricomona. Pero su logro más importante es proporcionar la profilaxis post exposición al VIH (PEP), que consiste en un tratamiento antirretroviral suministrado durante 28 días y que debe iniciarse dentro de las 72 horas posteriores al contacto de riesgo.

En entrevista, el doctor Ubaldo Ramos, encargado del programa, explicó que ningún otro estado brinda este tratamiento, a pesar de estar estipulado en la Norma Oficial Mexicana 046-SSA2-2005 sobre violencia familiar, sexual y contra las mujeres.

En el servicio también se prescribe la anticoncepción de emergencia y la interrupción legal del embarazo en las primeras siete u ocho semanas de gestación, cuando no se requiere un procedimiento quirúrgico.

De las mujeres que vinieron 2008 y 2009, no hubo ninguna positiva al VIH”, refiere el médico, pero aclara que aunque las investigaciones sitúan la efectividad de la PEP en 99 por ciento, no hay forma de corroborar la cifra, pues son muy pocos los agresores que son juzgados. “De hecho, el mayor número de ellos son padres, padrastros, tíos y primos, en ese orden.”

Toda persona que haya sufrido un ataque sexual puede recurrir al programa sin costo alguno. No hay ningún requisito, sólo acercarse a la clínica, ubicada en Benjamín Hill 24, Col. Condesa, en el horario de lunes a viernes, de 7:30 a 13:30 y de 15:30 a 20:00 horas.