Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 31 de enero de 2010 Num: 778

Portada

Presentación

Haití en el epicentro
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

“Me quedo en Haití”
BLANCHE PETRICH

Corazón atado
ARTURO OREA TEJEDA

Del amarillismo como motor de ayuda
JORGE MOCH

¡Oh infelices mortales!
ANDREAS KURZ

Sonidos de y para Haití
ALONSO ARREOLA

El infierno de este mundo
ROBERTO GARZA ITURBIDE

Haití, año cero
JEAN-RENÉ LEMOINE

Toda tierra es prisión
GARY KLANG

Cuatro poetas haitianos

Haití y la brutalidad del silencio
NAIEF YEHYA

Columnas:
Jornada de Poesía
JUAN DOMINGO ARGÜELLES

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
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Juan Domingo Argüelles

Explicándole a mi hijo un poema de Pacheco

En su brevísimo poema “Dragones”, José Emilio Pacheco escribe:“El que derrota al monstruo/ y ocupa su lugar/ se vuelve el monstruo.”

“No lo entiendo”, me dice mi hijo, adolescente. Y yo trato de explicárselo, sin demasiado éxito, recurriendo al símil poético y a las analogías literarias, hasta que encuentro, en la realidad, las correspondencias exactas, las similitudes perfectas mediante las cuales las trece palabras del poema de Pacheco proyectan toda su lírica lucidez.

En Nicaragua, le digo, Daniel Ortega, junto con otros, derrotó al dictador Anastasio Somoza, y luego él y los otros se quedaron en el lugar del monstruo. El monstruo murió (o lo mataron), pero al tal Daniel Ortega le quedó el regusto por el lugar del monstruo. Un día se tuvo que ir, pero no hace mucho volvió: está otra vez en la silla del monstruo, pero ahora desea quedarse, para siempre si es posible, en ese lugar del que en realidad nunca quiso irse.

Al igual que el viejo monstruo nicaragüense, ya extinto, ahora él persigue a sus ex compañeros de aventuras políticas, los hostiga y los amenaza, y si hay alguien inmoral en el poder (acusado de abusos, corrupciones y atrocidades no sólo políticas sino sexuales y de otra naturaleza) es este nuevo monstruo que, al igual que Somoza, quiere quedarse por toda la eternidad porque descubrió el placer de ser monstruo. Los argumentos que hoy da Ortega para reelegirse, a partir de 2012, y seguir en el poder el tiempo que se le antoje, son los mismos que dio en su momento Anastasio Somoza.

Los poderes instituidos son hoy sólo instrumentos de Ortega, como lo fueron en su momento de Somoza. Y a tal grado es así que la escritora Gioconda Belli, que militó en el movimiento sandinista, junto a Ortega, ha dicho que “este nuevo monarca criollo no sólo piensa que él es el Estado; también considera que es el pueblo y de ahí saca la justificación que le permite pensar que todo cuanto hace es justo y necesario”. El poeta Ernesto Cardenal (sandinista, hoy también perseguido por Ortega) escribió un feroz epigrama que lleva por título “Somoza desveliza la estatua de Somoza en el Estadio Somoza.” Si vive al menos una década más, es probable que pueda escribir la segunda parte: “Daniel Ortega desveliza la estatua de Daniel Ortega en el Estadio Daniel Ortega.”

John Acton sentenció: “El poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente.” Parece ser una condena. Por eso el poema de José Emilio Pacheco es prácticamente irrefutable. Leámoslo una vez más: “El que derrota al monstruo/ y ocupa su lugar/ se vuelve el monstruo.”

Es como si no hubiera otra ley del poder. Quítate para ponerme. Y si no te quitas, te quito, te derroto, te mato, para ocupar tu lugar. Lo malo es que, siendo ésta una ley, consecutivamente vendrán otros que derrotarán al monstruo en turno para ocupar ellos el sitio, la silla, el trono y el cubil del monstruo. Y serán monstruos.

Lo peor es que todos ellos llegan con discursos contra el monstruo que no nos parecen monstruosos, sino felices y promisorios. Acabarán con el monstruo, para beneplácito nuestro, aunque después ya no sepamos qué hacer contra el nuevo monstruo que, al igual que el anterior, nos tomará por el cogote y nos acabará uno a uno. Es la historia de Saturno devorando a sus hijos, porque Saturno sabía que uno de ellos algún día le quitaría el trono, tal como finalmente ocurrió cuando Júpiter le hizo la guerra a su padre, lo derrotó y lo expulsó del cielo para erigirse en monarca.

En México sigo explicándole a mi hijo adolescente el poema “Dragones” de Pacheco, el PRI estuvo setenta años en el poder, y en esos setenta años se volvió el monstruo al que, un día, el PAN derrotó, para ocupar su lugar. Estábamos todos tan necesitados y urgidos de que el monstruo priísta se fuera, tal era nuestra necesidad y nuestra urgencia, que los mexicanos votamos mayoritariamente por el PAN. Y, sí, el monstruo se fue, pero hoy no sabemos qué hacer con el monstruo que se quedó en su lugar, y ya sólo deseamos que venga otro monstruo a derrotar al que ahora está, porque ya no aguantamos sus monstruosidades que él quisiera prolongar por más de setenta años. No sería nada extraño que el monstruo septuagenario que se fue regrese a reclamar su reino para reanudar su monstruosa historia. El porvenir no se ve muy optimista.

Leer poesía a la luz de la realidad es la manera más fácil de comprenderla y explicarla. La poesía no es jamás una abstracción, sino para quienes creen que se trata, simplemente, de un precioso artificio y de un juego verbal y nada más.