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Periódico La Jornada
Miércoles 16 de diciembre de 2009, p. 33

María Inés Valdés, encargada de una pollería: me parece injusto plantear un aumento, cuando el sueldo no alcanza y se tienen varias bocas a las que hay que dar de comer. Venir de Zumpango a la ciudad me implica gastar hasta 100 pesos diarios y dejar tres horas y media de mi vida en el transporte.

Odilón Moreno, promotor de ventas: el incremento de un peso a la tarifa está bien, porque mejoraría la calidad del servicio, las instalaciones y la seguridad. Hace mucho tiempo que no se mueve la tarifa, como sí se ha hecho en otros medios de transporte.

Araceli Jiménez, desempleada: no estoy a favor de un aumento, máxime cuando recientemente perdí mi trabajo. Soy madre soltera y tengo dos hijos que mantener. Ojalá el gobierno reconsidere estas situaciones y dé marcha atrás a su propuesta de subir de dos a tres pesos el boleto.

Germán Alvarez, pastor de una iglesia: un aumento es viable, cuando se trata del medio de transporte más económico de la ciudad, pues con dos pesos podemos recorrerla fácilmente. Y hoy requiere de mantenimiento y más trenes, adonde se podrían ir los recursos adicionales que se recaben.

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Odilón Moreno: mejoraría el servicioFoto Carlos Ramos Mamahua
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Araceli Jiménez: no estoy a favor de que se incremente la tarifaFoto Carlos Ramos Mamahua
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Marco Antonio Castillo: el Metro necesita más trenesFoto Carlos Ramos Mamahua
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Mara Trejo: durante muchos años la tarifa se ha mantenidoFoto Carlos Ramos Mamahua

Marco A. Castillo, abogado: estoy a favor de un aumento porque el Metro necesita más trenes y más vigilancia en las noches, aunque reconozco que mantener la actual tarifa es un aliviane para la gente que gana el salario mínimo, pero si queremos un mejor servicio, debemos hacer sacrificios.

Mara Trejo, estudiante: aumentar la tarifa es necesario, pues son muchos años que se ha mantenido estable con el consecuente deterioro del servicio. Gran parte de los usuarios son del estado de México. Los recursos podrían invertirse en comprar más trenes, porque en estaciones como San Lázaro resulta muchas veces imposible subirse al vagón.