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Paola Espinosa: ser campeona olímpica, mi meta

El deporte formó mi carácter; la exigencia emocional es más ardua que el esfuerzo físico

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Paola Espinosa dice que seguirá hasta que su cuerpo aguanteFoto Conade
 
Periódico La Jornada
Miércoles 18 de noviembre de 2009, p. a40

La formación personal es lo que Paola Espinosa más aprecia de su carrera deportiva, pues haber llegado a medallista olímpica y campeona mundial son logros que cosechó tras una adolescencia difícil, alejada de los afectos de la familia y amigos.

Aunque se le identifica como sudbajacaliforniana, Paola Milagros Espinosa Sánchez nació en la ciudad de México el 31 de julio de 1986. Cuando tenía un año de edad su familia se radicó en La Paz, donde ella pasó apenas su infancia, pues desde los 11 años fue seleccionada nacional y su adolescencia transcurrió concentrada en el Centro Deportivo Olímpico Mexicano.

La exigencia emocional de alejarse de la familia requirió su mayor esfuerzo, incluso más que el físico por las arduas horas de entrenamiento.

Ha sido difícil, porque finalmente soy una mujer y una persona como cualquier otra. Soy joven y siempre me dan ganas de hacer cosas de jóvenes, y cuando era niña, cosas de niña; salir a jugar y todo eso, pero realmente lo que me gusta hacer es mi deporte, es lo que amo, señala Paola en entrevista con La Jornada.

A lo mejor ahorita puedo cambiar mi deporte por otras cosas, pero sé que al final de cuentas en un futuro las podré hacer. Haciendo una reflexión, cuando tenga unos años más ya no podré hacer clavados, pero sí podré salir, conocer y tener amigos.

–¿Qué sucedió cuando te desprendiste de tu familia?

–A los 11 años dejé La Paz y vine al Distrito Federal. Me vine con mi mamá, la veía los fines de semana. Ella se quedó aquí hasta que terminé la secundaria y después se regresó.

“Al principio dije ‘qué bueno, ya no voy a ver a mi hermana, con la que tanto me peleo’, pero pasó una semana y empecé a sentir la realidad. Nunca me imaginé extrañar tanto a mi familia y que pueda hacer tanta falta el amor de una mamá, una hermana, un papá, porque cuando eres niña o adolescente no alcanzas a valorar esa parte, pues siempre estás con ellos.

Si te caes, te cachan, te vuelves a caer y te vuelven a cachar, pero cuando estás sola, todas las veces que te caes nadie te puede levantar más que tú misma, más cuando vives en un ambiente competitivo, en el que siempre tratas de ganar y de ser el mejor. No hay nadie que te enseñe a salir adelante, que te enseñe a levantarte.

Y continuó: “A pesar de que vengo de una familia muy unida y amorosa, no es lo mismo que por teléfono te digan ‘no pasa nada, vuélvete a levantar y mañana será otro día’, a que estén contigo y te puedan abrazar y puedas llorar en el hombro de tu mamá.

No es lo mismo, pero creo que todas esas experiencias me han hecho la persona que soy. No cambiaría nada, porque ahora soy tan independiente, que agradezco también la oportunidad que la vida me dio de poder ser la mujer que soy ahora.

–¿Fue una manera de medir sus alcances?

–Sí, ahorita lo veo de esa forma, pero cuando era chiquita nada más sientes el llorar y estar tan mal, que al otro día te sigues sintiendo peor. Es raro.

“La adolescencia, el primer novio, todas esas etapas de la vida que como seres humanos tenemos, yo no…, o sea, sí las tuve, pero las pasé sola. No había al menos la hermana a la que le pudieras chismosear qué te pasó o quién te cae mal o por qué, o con quién te peleaste. Entonces aprendes a lidiar con todo ese tipo de situaciones”.

El deporte –añade– me ha dejado no nada más satisfacciones de ganar medallas, de cumplir mis sueños y mis objetivos, sino en lo personal me ha dado muchos valores, aprendizajes de vida, felicidades, tristezas, llantos y alegrías.

Convertida en uno de los líderes competitivos del país, la clavadista mantiene en la mira el título olímpico, objetivo que, afirma, intentará obtener sin distraerse por la fama que ha crecido tras conquistar la medalla de bronce en Pekín 2008 y el título mundial en Roma 2009.

Su diminuta figura erguida se impone igual que en la plataforma. De impecable apariencia, Paola luce los modelos de ropa más modernos, cuida los detalles para aparecer en ceremonias, en actos promocionales, en publicaciones de sociales o anuncios comerciales para los que ha contratado su imagen.

Como ha reconocido en algunas ocasiones, es de carácter fuerte, aunque frente a las cámaras nunca esconde una sonrisa y su voz es suave.

“La verdad es que cuando uno es deportista, lo que quiere es ganar una presea de oro y cumplir su sueño y su meta, pero nunca sabemos realmente lo que conlleva ser una campeona mundial o una medallista olímpica.

Son muchos reconocimientos, glamur, compromisos que adquieres al tener una posición alta en el mundo, no nada más en México, pero creo que es algo que va tomado de la mano con el deporte, comenta la atleta, cuya cita prioritaria, a pesar de los múltiples compromisos, es la que casi a diario tiene con su entrenadora, la china Ma Jin.

Ya llevo muchos años en esto y estoy un poquito acostumbrada a los compromisos, al reconocimiento. Creo que este año para mí ha sido muy padre porque han reconocido mi esfuerzo, mi dedicación, mi trabajo de mucho tiempo y muy pesado, así que me siento feliz por esa parte, anota Espinosa, quien próximamente recibirá por tercera ocasión el Premio Nacional de Deportes.

–¿Qué retomarás al terminar tu carrera deportiva?

–Pues yo sigo estudiando. Creo que voy a terminar antes mi carrera deportiva que la de estudiante.

Estudio poco a poco, pero ahí la llevo, y cuando termine mi actividad deportiva pienso hacer todo lo que no pude hacer, no sé, salir, conocer, como que tener una vida más normal, en la que pueda salir de la escuela e irme con mis amigos a tomar un café sin preocupaciones de que tengo que regresar a mi entrenamiento y mejor no voy porque tengo que descansar o cosas así. Quiero tener una vida como más normal y ver de qué se trata.

Estudiante de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Anáhuac, la deportista es solicitada en diversos ámbitos. Justo ayer impartió una conferencia promovida por su facultad en la ciudad de Oaxaca, donde compartiría honores con la Nobel de la Paz, la guatemalteca Rigoberta Menchú.

–Los logros también te abren muchas puertas en el país.

–Eso sí, la verdad es que es algo bueno que te deja también el deporte, poderte rozar con mucha gente importante y, finamente cuando ya me retire, poder tener alternativas de vida.

–¿Qué tan difícil es manejar los compromisos?, porque hemos visto a atletas abandonar sus objetivos ante la fama.

–Creo que cuando tienes un sueño, una meta, un objetivo, sabes que para llegar es eso debes trabajar, no hay otra fórmula, no hay otra cosa que te pueda ayudar más que el trabajo y la dedicación diaria.

“Yo lo he aprendido porque gracias a Dios he venido desde hasta abajo y he subido cada escalón, y cada uno me ha costado mucho trabajo, así que sé qué es lo que tengo que hacer para llegar a esa meta y a ese sueño.

Estos reconocimientos simplemente sirven como alentar mi espíritu deportivo y de ganadora para que yo pueda seguir trabajando.

–¿Cuántos ciclos olímpicos más?

–Mi meta es lograr ser campeona olímpica. No podría decir cuánto tiempo o cuánto me aguanten mis rodillas, mi cuerpo y mi mente, porque la mente también se cansa. Entonces, pues hasta que aguante.