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Carrera contrarreloj de Washington y Moscú: tienen cinco meses para concluir el tratado

Negocian Rusia y EU un nuevo acuerdo de desarme nuclear que remplace al START

Versión de que el gobierno estadunidense se niega a destruir sus ojivas desmontadas y almacenadas

Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 20 de mayo de 2009, p. 26

Rusia, 19 de mayo. Rusia y Estados Unidos comenzaron hoy a negociar aquí un nuevo pacto de desarme nuclear en lugar del Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (START, por sus siglas en inglés), que se firmó en 1991 y vence en diciembre próximo.

Los equipos de expertos –el estadunidense encabezado por la subsecretaria de Estado Rose Gottemoeller, y el ruso bajo el mando del director general de seguridad y desarme de la cancillería, Anatoli Antonov– buscan elaborar, entre hoy y mañana, un primer documento que fije las posiciones oficiales de cada país con los aspectos clave del futuro acuerdo.

El informe resultante –que se concibe como catálogo de divergencias y propuestas– será entregado a los presidentes Dimitri Medvediev y Barack Obama, que tienen previsto reunirse en Moscú del 6 al 8 de julio de este año.

El Kremlin y la Casa Blanca son conscientes de que acaban de iniciar una suerte de carrera contrarreloj, ya que disponen de sólo cinco meses para suscribir un nuevo tratado de desarme nuclear.

En ese escenario, el más optimista, la Duma rusa y el Congreso estadunidense tendrían un par de meses adicionales para ratificar dicho pacto, antes de que el actual expire el 5 de diciembre.

Aunque Medvediev y Obama coinciden en que la firma de un nuevo START sería la mejor forma de relanzar la relación bilateral, todo parece indicar que ninguna de las partes está dispuesta a emprender una reducción drástica de su armamento estratégico, sin alcanzar entendimientos previos en torno a discrepancias esenciales en materia de seguridad.

Y no hay tiempo, de aquí a fin de año, para que Moscú y Washington logren superar sus diferencias respecto a la intención estadunidense de instalar componentes de su escudo antimisiles en la República Checa y Polonia; la expansión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte al este; las garantías de no proliferación nuclear en medio de un creciente número de países que ya poseen armamento de ese tipo y otros cerca de conseguirlo, y las secuelas geopolíticas de la guerra del Cáucaso entre Rusia y Georgia, por mencionar sólo cuatro puntos de la agenda bilateral de desencuentros.

Los negociadores se abocarán a preparar un pacto que cumpla un doble propósito: sellar el compromiso de desarme ruso y estadunidense al remplazar el START y sentar las bases para posteriores reducciones más sustanciales, probablemente no antes de 2012, cuando vence el otro tratado.

El START, suscrito medio año después de la desintegración de la Unión Soviética, hace tiempo que está desfasado al fijar un tope de 6 mil ojivas nucleares para cada país, mientras en 2002 los entonces presidentes Vladimir Putin y George W. Bush asumieron en Moscú la obligación de reducir hasta un máximo de 2 mil 200 cabezas nucleares para 2012 en el SORT (siglas en inglés del Tratado de Reducciones de Armamento Estratégico Ofensivo).

Llegó la hora de enmendar las deficiencias del SORT, un pacto de desarme imaginario en la medida en que no incluyó medidas de verificación, ni calendario de reducción de arsenales (salvo el compromiso verbal de no rebasar, el 31 de diciembre de 2012, el máximo permitido de ojivas) ni la obligación de destruir las cabezas nucleares, su mayor falla.

Dicho de otra forma, Rusia y Estados Unidos se comprometieron sólo a desmontar las ojivas para mantener un máximo de 2 mil 200 en estado de alerta operacional, reservándose el derecho de almacenarlas, por si llegaran a necesitarse en otra coyuntura.

Por lo mismo, hoy por hoy, Estados Unidos tiene 5 mil 550 ojivas nucleares y mil 198 portadores (misiles emplazados en tierra, submarinos y bombarderos estratégicos), mientras Rusia –que sí destruyó en estos años parte de su arsenal nuclear– dispone de 3 mil 909 cabezas y 814 portadores.

Aunque se negocia a puerta cerrada, de uno y otro lado se producen filtraciones que permiten concluir que ambas partes están de acuerdo, en principio, en reducir aún más sus respectivos arsenales nucleares, pero Rusia considera que el tope no puede estar por debajo de mil 500 ojivas nucleares.

También parece que ambos apoyan que el futuro pacto tenga carácter vinculante y establezca rígidas medidas de verificación.

Las discrepancias empiezan con la negativa de Estados Unidos de destruir las ojivas desmontadas y almacenadas, que Rusia insiste en que se contabilicen dentro de los arsenales nucleares.

Moscú, que quiere extender el ámbito de aplicación de las reducciones a los misiles balísticos con ojivas convencionales (no nucleares), tampoco ha recibido respuesta de Washington a su oferta de prohibir el despliegue de armamento estratégico en el espacio y fuera de los territorios nacionales.