Portada
Presentación
Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA
Bajarlía: el poeta que descendió del futuro
STELLA AVARADO
El amor cuando falla
EPAMINÓNDAS J. GONATÁS
De una acera a la de enfrente
GUILLERMO SAMPERIO
La cosa es la obra
O. HENRY
Confesiones de un humorista
O. HENRY
Tres poetas
Columnas:
Mujeres Insumisas
ANGÉLICA ABELLEYRA
Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA
Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA
Cinexcusas
LUIS TOVAR
La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA
A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR
Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO
Cabezalcubo
JORGE MOCH
Directorio
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Tres poetas
Poema
Rodolfo Alonso
Después de merecer
espiar “De atrásalante”
en sus originales
¿Y cómo habría de ser, no siendo Gelman,
la cosa entonces devenida, cómo
podría la cosa serse, Juan no siendo?
(En el oasis MaraJuan producen
cosas de grande limpidez: amigos,
es decir la amistad, la de a deveras,
sin reto, con retorno, sin retórica.)
¿Y cómo habrá en la cosa seguir siendo
cosa nomás, apenas, nada menos,
cosa de siempre-nunca, todo en uno? |
Duelo
Eduardo Mosches
Las nubes se dispersan con el empuje
de un viento creado por aviones,
que rasga el momento previo al desayuno.
La mesa se tambalea junto al niño
cae el vaso y su líquido
en una estela lenta quebradiza.
Sus ojos se impregnan de pavor
ante el sonido duro seco estridente
la garganta se cierra como puerta
de metal sobre unos dedos.
La explosión hizo trizas el espejo
de sus propias facciones.
El polvillo de la casa
será acariciado con suavidad
por el sol que ha salido
como todas las mañanas. |
Anémona-Rilke
Guillermo Landa
No en jardines de Adonis. No en Waldfrieden.
En un viejo jardín de Porta del Popolo,
de villa Borguese al lado: alta es la noche,
lóbrego el prado, solitaria se levanta
oscura claridad de pulsatila negra
con su grácil carpelo que cintila al viento
polinífero, estrella-fanerógama,
abierto el cáliz de frenesí poseso
para acoger la ténebre ventada sobre
las anteras que eyectan polen angélico
“polen de la divinidad abierto en flores”:
Metamorfosis anémonica de Rilke
mirando el mundo a través del Mensajero
de terrible y serena figura; se instala
en el cuerpo veintiocheno de Rainer Maria
pavor de pétalos que no pueden cerrarse
a la intemperie nocherniega desdeñosa
del rocío que aspira a matinal solana
y en el pistilo henchido halla refugio:
Anémona-Rilke en floral paradoja
entre el ansia perdurable que la apertura
busca, y la existencia interna que amadriga
el gineceo espiritual de todo verso. |
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