Opinión
Ver día anteriorMartes 30 de mayo de 2023Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ciudad perdida

La ultraderecha desata su furia

E

sos son, ya sin capucha pero con la camisa rosada, los que así, con toda la violencia, a golpes sobre los más débiles, plantean defender a quienes han hecho de la justicia un artículo de mercado, y nada más.

Aunque no, no solamente eso. Se trata de ir en contra de cualquier idea que pueda llevar justicia hacia todos, porque de eso, de la justicia, ellos sólo quieren saber cuánto cuesta, nada más.

Lo dice muy bien la derecha cuando después de repartir unos cuantos toletazos advierte que la Suprema Corte de Justicia de la Nación es el último reducto, pero no de la democracia, sino del racismo, de la desigualdad y la injusticia.

Se llama Alejandra Morán y es una panista políticamente desahuciada, como todo el organismo en el que milita, ella fue la que convocó a una marcha a la que acudieron cerca de 3 mil personas, menos de las que asisten a ver una función de payasos en cualquier circo.

La marcha de esos que defienden la injusticia caminó por las principales calles del centro de la ciudad. Nadie los molestó, no hubo policías que los reprimieran, y aunque mucha gente mostraba su desagrado al mirar lo que dicen defender, no pasaron de un gesto o una mirada de desprecio para mostrar su descontento.

Por fin llegaron a las puertas de la casona de la Suprema Corte. Ahí, con mantas y cartulinas, con dibujos y palabras, los que han sido víctimas de las decisiones de los ministros de la Suprema ejercían su derecho a condenar lo que no les parece justo. El plantón tenía ya varios días.

Y bueno, en lugar de respetar a los del plantón, y bajo la consigna de limpiar la entrada de la casona de chairos, se lanzaron a golpear, a reprimir a sus contrarios. La muestra nos habla sin tapujos de lo que podría suceder si la derecha regresa al poder.

No es casual, no se trata de un hecho aislado, estamos frente a una estrategia bien definida: los panistas y otros iban a golpear, a reprimir, a quitar dudas. Ellos son así y así han gobernado, por eso la guerra que inventó Calderón, que aún sufrimos.

Afortunadamente, desde el otro lado no hubo respuesta a los golpes y los insultos, ni tampoco a la violencia que ejercieron para limpiar de gente y de pancartas la entrada al palacio de la injusticia.

¿Y los defensores de la libre expresión?, ¿y los mártires de la 4T?, ¿dónde están sus condenas?, ¿dónde su alarma, su indignación? El domingo pasado la ultraderecha desesperada atacó y su furia fue recibida con el mayor de los gustos también por los ministros del palacio de la injusticia. ¡Vamos bien!

De pasadita

Pese a los esfuerzos que la candidata del PRI ha hecho por remediar lo que parece que ya no tiene arreglo, la pregunta sigue siendo la misma: sí, Morena ganará, pero ¿quién va a gobernar?

En el mejor de los escenarios, tras el triunfo de Morena el estado de México quedará dividido por las ambiciones de los dos que sí quieren tener el poder en la entidad.

Nos referimos, desde luego, a Higinio Martínez y Horacio Duarte, que necesariamente entrarán en una competencia que puede convertirse en guerra, cosa que se trató de evitar con la designación de Delfina Gómez a la candidatura.

Y si bien por el momento se lograron apaciguar las aguas, a partir del primer momento de gobierno de Morena los dos sujetos habrán de repartirse el estado, según lo entienden ellos y según su poder territorial.

Desde luego, la incógnita es: ¿y que le tocará a Delfina? ¡Déjenle aunque sea el palacio de gobierno! No sean así.