Opinión
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Despertar en la IV República

Jorge Carpizo y la feria de las desconfianzas

Bajo la lupa

Reconciliación de Irán y Arabia Saudita en Pekín: nueva capital de la diplomacia mundial

José Agustín Ortiz Pinchetti
Alfredo Jalife-Rahme
Desde otras ciudades

Un par de cariocas halla en la cocina una forma de terapia

Mar de Historias

Inquietas olas

Cristina Pacheco
La muestra

Vicenta B

¿La fiesta en paz?

Persiste en España un concepto taurino suicida // Roban un cuadro en La Florecita, ¡mientras rifaban otro!

Carlos Bonfil
Leonardo Páez
Tumbando caña

Horacio Franco celebra en Bellas Artes 45 años de quehacer musical

Chile: inseguridad y pinochetismo
E

l Congreso de Chile aprobó el pasado miércoles una ley que amplía las facultades de los cuerpos policíacos para hacer uso de las armas al enfrentar a la delincuencia. Conocida como gatillo fácil, la legislación fue promulgada de inmediato por el presidente Gabriel Boric. Si bien el gobierno de izquierda trabajó para borrar del proyecto original los aspectos más impresentables, se trata de una normativa que vulnera los derechos humanos al aumentar la arbitrariedad y facilitar los abusos por parte de los uniformados.

Ernesto Márquez
El Correo Ilustrado

En memoria de Antonio del Conde

L

a muerte todo lo abate
y con celo irracional
de lo que ha sido su ideal
hoy nos deja sin El Cuate
pero a ella, aunque maltrate,
la memoria siempre gana
y a su recuerdo se hermana
porque al Granma su victoria
le debe y también su gloria
la revolución cubana.

Progresistas españoles a la reconquista de América Latina
P

odemos y sus dirigentes más conspicuos se han convertido, para algunos académicos, intelectuales y políticos de América Latina, en referentes teóricos. Un desatino que sólo se puede explicar por su desconocimiento de la realidad de ese país. Se han creído sus mentiras. Así, nos encontramos con una compraventa, cuyo único fin es la rentabilidad económica. Por un lado, quienes compran su relato y, por otro, quienes lo ofertan con el objetivo de obtener beneficios de su venta.

Marcos Roitman Rosenmann
Muerto el niño...
¡A

tapar el pozo!

China y México, juntos en la lucha antidrogas
E

n las acusaciones al gobierno mexicano de ser –supuestamente– el principal productor y exportador de fentanilo hacia Estados Unidos, tenemos una muestra más del atraso político y diplomático de quienes integran el Congreso de ese país.

Jorge Durand
Antonio Gershenson
Memoria no plagiaria
L

a tan traída y llevada relocalización de la industria, en gran medida propulsada por vectores geopolíticos, más que por los hados de una globalización recluida por sus crisis y pandémicos sobresaltos, requiere atención cuidadosa como bien lo señala Clara Jusidman en Los riesgos sociales del nearshoring (La silla rota, 29/3/2023):

Pasión
E

s lo que se requiere para organizar año con año la pasión de Cristo en Iztapalapa, representación en la que participan cerca de 200 actores y más de 2 mil extras, todos integrantes de los ocho barrios originarios de la alcaldía.

Rolando Cordera Campos
Ángeles González Gamio
Rodrigo Zubillaga, capellán de adolescentes
N

ada mejor para la Semana Santa que entrevistar al padre Manuel Rodrigo Zubillaga Vázquez, capellán de adolescentes privados de libertad o en situaciones de riesgo para su vida, muchachos que han sido detenidos en algún Centro Especializado de Internamiento Preventivo para Adolescentes (Ceipa) con el fin de que puedan vivir dentro de una estructura que los limite, los proteja, les dé horarios y también la seguridad de techo y comida.

La decisión de Peter
E

l nueve de febrero Peter supo que iba a morirse, pero todavía no sabía cuándo. El médico le dio la noticia de que los pulmones, que por tantos años le habían ayudado a hacer música con su trompeta, ahora estaban invadidos por el cáncer.

Elena Poniatowska
Mónica Rojas *
Un océano, dos mares, tres continentes
Y

o, Dom Antonio Manuel, nacido Nsaku Ne Vunda, embajador del Kongo ante el Vaticano, libre de grilletes en tobillos y muñecas, me había convertido en una pieza de mercancía igual a las que se acumulaban en el puerto, a la espera de ser embarcadas en el Vent Paraclet con malacates instalados en los muelles. Dirigiendo la mirada hacia el mar abierto, me consolaba abandonándome al fresco olor a nuevo que flotaba sobre el galeón. Comenzaban los preparativos para la travesía hacia Europa. Los carpinteros ya estaban desmontando las estructuras colocadas especialmente para el traslado de los esclavos. La cala se llenó ahora de imponentes costales de especias y azúcar, toneles de alcoholes, pacas de algodón, porcelanas y barriles de cacao. Sobre las aberturas de las escotillas se fijaron ventanas de vidrio para que les entrara luz a los productos que no debían permanecer en la oscuridad, atención que no se les había concedido a los esclavos. El oro y las piedras preciosas se apilaban en un lugar secreto. También fueron embarcadas grandes cantidades de agua, así como un nuevo cargamento de provisiones y animales vivos. No me perdí nada del transporte de todos estos productos, que los estibadores sobreponían con el más grande de los cuidados bajo la vigilancia de los oficiales, cuyas miradas iban y venían entre las hojas de registro y la mercancía. Yo buscaba una semejanza entre mi persona y todas esas cosas, animadas o no, que se iban catalogando con precisión en un recuento detallado, sin dejar nada al azar. Del vientre del barco lleno de especias emanaba un universo teñido de aromas singulares, agradables y variados, eran guirnaldas de flores que me acariciaban la nariz, efluvios azucarados, suaves buqués que se posaban sobre mis labios. Me sumergía en un baño de sabores intensos, un viaje de los sentidos dirigido por aromas potentes suavizados por toques de vainilla. Me hubiera gustado deleitarme con toda esa dulzura, degustar los perfumes cálidos y picantes que ofrecían las riquezas del Brasil acomodadas en las bodegas. Pero cada pensamiento, como una marea, me inundaba de amargura, era un cruel retorno al momento presente. Incluso liberadas de la pestilencia de las semanas anteriores, las fosas seguían habitadas por la estancia de quienes habían sido almacenados ahí. Su presencia permanecía, indeleble, penetraba profundamente en el casco del galeón, cuajado de sus humores, su sangre y sus lágrimas. Y seguía yo ahí como un último prisionero que no sería liberado sino al cabo de otro largo viaje.

Wilfried N’Sondé