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Libro de Wilfried N’Sondé llama a pensar en qué trazos de la mentalidad esclavista subsisten

En Un océano, dos mares, tres continentes, el escritor de origen congoleño aborda el comienzo de la trata de personas en el siglo XVII

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▲ La novela, dijo el autor en entrevista, se puede leer como un relato de aventuras, con tormentas, piratas y amor, y también como un acercamiento al contexto político y económico actual.Foto archivo
 
Periódico La Jornada
Domingo 9 de abril de 2023, p. a11

El novelista de origen congoleño Wilfried N’Sondé aborda en Un océano, dos mares, tres continentes el comienzo de la mal conocida esclavitud transatlántica a principios del XVII, situación que, aseguró, nos concierne a todos. En su relato también reflexiona acerca de “qué trazos de la mentalidad de esa trata subsisten en nuestra cabeza”.

N’Sondé (Brazzaville, República del Congo,1968) explicó a La Jornada que es muy importante tratar de entender cómo eran el Congo, los bakongo y la sociedad que participó en la desigualdad que devino en la esclavitud.

La narración, publicada en español por Editorial Elefanta, ganó los premios Ahmadou-Kourouma y el de los Lectores de L’express/BFMTV.

El escritor contó que hace siglos existió un sistema que todavía no era racista, pero en el que los mecanismos sociales, económicos y culturales propiciaron la esclavitud. Fue la época del primer embajador africano en el Vaticano, Antonio Manuel (personaje central de su novela), llamado por el papa Clemente VIII.

En ese momento, explicó el autor, “se consolidó un sistema de esclavitud resultado de la colaboración entre Europa, África y, eventualmente, Brasil, con la venia de las élites políticas del Vaticano, Portugal y el Congo. Los europeos hicieron la trata y los africanos participaron en ella. Fueron las élites económicas y políticas las que la impulsaron”.

El también cantante, quien ha vivido en Francia y Alemania, relató que viaja mucho, “y veo que la humanidad está enferma en cuanto a cómo mira al otro. Los científicos se equivocaron al decir que hay muchas razas. Todos somos una misma raza con muchas similitudes, pero aun así tenemos fronteras y guerras. Nos falta mucho por hacer para poder dejar de considerar al otro, al extranjero, un problema o peligro.

Se nos olvida que la diferencia nos hace progresar y avanzar, porque aquel que yo encuentro y del que no sé nada, puede aportarme mucho de lo que no sé. Si nos quedamos con nosotros mismos, entre personas parecidas, permanecemos estáticos. En cambio, si hacemos el esfuerzo de dirigirnos hacia la diferencia, nos volvemos más fuertes y más inteligentes, y tendremos mucha más capacidad para solucionar los problemas.

El autor agregó que hay que entender la historia de los bakongo (pueblo asentado en la costa atlántica de África), pues todo mundo piensa que antes de los europeos, en África éramos gente corriendo y cazando cebras. No es así. En realidad había sociedades estructuradas y complejas que tenía lados muy interesantes y otros muy sombríos, como la esclavitud.

Comentó: América Latina quizá tiene mucha suerte, porque hay muchos trazos para conectarse con la historia y estudiar a los mayas, los incas y los aztecas; todo mundo conoce que existieron, pero en África ni siquiera los propios africanos tienen pistas para entender ese pasado, por eso me pareció muy importante hacer esta novela en la que cuento la historia de los bakongos.

Aventuras y reflexión sociopolítica

La novela, traducida por Lucrecia Orensanz, continuó, tiene una pretensión artística sobre la forma y el estilo, pero aborda temas que nos interesan mucho. Se puede leer como un relato de aventuras de un personaje que atraviesa el Atlántico, hay tormentas, piratas y amor, pero también como un acercamiento fuerte al contexto político y económico, o como una reflexión que nos acerca a lo que sucede hoy.

El escritor hizo hincapié en la figura de los piratas en su texto, esos “bárbaros holandeses que estaban en África del Norte y que se convirtieron al islam. Atacaban más rápidamente a los portugueses y españoles en el Atlántico.

Los piratas del siglo XVII son muy interesantes porque están conformados por ex soldados de todas las nacionalidades, ex esclavos y marinos que, cuando iban de África a Brasil, eran abandonados. Entre ellos formaron una pequeña sociedad igualitaria que elegía a su líder y que era una especie de protodemocracia muy especial; es decir, una comunidad de marginales que no funcionaba como las sociedades jerárquicas de Europa y del resto del mundo.

N’Sondé, quien realizó estudios de ciencia política en La Sorbona, recordó que tardó siete años en escribir Un océano, dos mares..., porque me dediqué a buscar la forma y el estilo, pero también a hacer un libro de política, economía e historia en el que el personaje principal es un cura con una constante lucha interna entre la fe y la institución, y ambas siempre están siendo cuestionadas o en diálogo.

Detalló: “La sociedad de bakongo proviene de nueve mujeres que son las madres de los bakongos. Doscientos años después hay un pueblo de millones. Cuando esta gente entró en contacto con otros pueblos no los consideraba sus iguales. Pero como se volvieron ricos y poderosos, los otros quisieron ir con los bakongos; entonces surgió la pregunta: ¿a cambio de qué?

“La respuesta fue: ‘Necesito alguien que trabaje, entonces tú me vas a dar a alguien y a esa persona no la voy a considerar un igual, porque no es bakongo, con ella podré hacer lo que quiera’.

Entonces, al principio no fue esclavitud industrial como la de los europeos, pero fue esclavitud. Cuando los europeos tuvieron la necesidad de mano de obra, comenzaron a vender a esas personas, y mientras más pedían los europeos más se acostumbraron a vender seres humanos, no les molestó nada vender a quien sea. A escala continental, durante 400 años, eso es una catástrofe.

Wilfried N’Sondé reiteró: Muchos de los pueblos que entraron en contacto con los europeos perdieron todo por culpa de esto. Pasaron de una esclavitud doméstica a una industrial. Una de las cosas que destaco en el libro es qué trazos de la mentalidad de la esclavitud subsisten en nuestra cabeza. Es decir, hoy día, ¿cómo considero a quien es diferente a mí, a mi chofer, si es que tengo; a mi mujer y a los extranjeros que vienen a mi país?