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Aguas ralas y turbias
A

nte la e scasez de agua en Nuevo León, el presidente Andrés Manuel López Obrador señaló que la fábrica de automóviles eléctricos Tesla no podía asentarse en uno de los municipios del área metropolitana de Monterrey. El señalamiento no tuvo consecuencia. Allí se asentará la megaensambladora de Elon Musk.

El Presidente también había hecho antes otro señalamiento: en esa área no debía haber cerveceras ni embotelladoras de refrescos. Por la misma razón: el estado se halla bajo la clasificación de estrés hídrico. Hay, pues, menos agua de la demandada para satisfacer los requerimientos de sus diferentes sectores. Igualmente, la declaración presidencial no tuvo consecuencia alguna.

Ante la inviabilidad de asentamientos fabriles como el que suponen Tesla y sus proveedores, el gobernador Samuel García afirmó que en Nuevo León sí hay agua, a pesar de la crisis que vivió la entidad en 2022 y que, según previsiones, puede repetirse en breve tiempo.

El grupo ciudadano Visión Nuevo León convocó a una mesa de discusión sobre el tema. En ella participaron expositores de dos universidades públicas –la nacional y la del estado– y un industrial de convicciones y práctica ambientalistas. Aquí comento algunos de sus puntos que me parecen más destacados:

La escasez del agua se debe no sólo a fenómenos climáticos, sino a su mala distribución y uso específico. De esta circunstancia se derivan tres grandes realidades: la contaminación, la ganancia y el acaparamiento. Las tres, presentes en Nuevo León, militan contra la sustentabilidad que se halla en el epicentro del Decenio del Agua declarado por la Organización de Naciones Unidas el 22 de marzo de 2018. Por lo demás, los grandes consumidores de agua tienden a evadir su pago. De hecho, no hay una política hídrica que permita regular los diferentes consumos ni establecer tarifas proporcionales y progresivas. Todo parece sujetarse al interés de la ganancia privada. Así, el derecho humano al agua, que debería ser prioritario según el Plan Nacional de Desarrollo, no entra en la consideración de las autoridades.

De abordarse el problema ambiental en uno o dos aspectos, y no integralmente, los daños serán inevitables en la naturaleza y la vida humana. Hay estudios, como el que se hizo hace dos sexenios, donde puede verse, entre otras cosas, el abatimiento del nivel de los acuíferos en Nuevo León –que se mantiene en secreto. Otro dato: la destrucción de la fábrica de lluvia cuyo principal generador es el Parque Nacional Cumbres. Gran parte de su superficie se halla depredada para sustituir su flora por colonias para ricos. Que me caiga un rayo si se destruye un metro más de áreas verdes, ha dicho el gobernador García. Esperemos que esté asegurado.

El gobernador ha sido incongruente con lo que declaró al inicio de la crisis del año pasado: que promovería una auditoría con la participación de Agua y Drenaje, la administradora del líquido en el estado, y la Comisión Nacional del Agua. No hubo consecuencia.

Efectivamente, como dijo el gobernador para allanar el camino a Tesla, en Nuevo León sí hay agua. Los industriales no publicaron un desplegado ni nunca se quejaron por falta de agua; tampoco organizaron una caravana de protesta con sus tractores los grandes consumidores agropecuarios por carecer de ella, ni los vecinos del sector residencial de San Pedro –muchos de ellos disfrutan de piscina doméstica–, sufrieron cortes del líquido. Sólo los vecinos de menores ingresos se mostraron quejosos y molestos. Algunos padecieron cortes y los más pobres tuvieron que acudir –a veces con riñas de por medio– a recibir unos pocos litros repartidos mediante pipas. No se enteraron de que en Nuevo León sí hay agua.

Es posible que alguno de los expositores se haya excedido al considerar que la manera de distribuir el agua hace del de Nuevo León un gobierno injusto. Hasta ahora, las cifras por tipos de consumo son, sobre todo, las que han circulado en Internet y redes sociales. Estas cifras hablan de 34 grandes consumidores, mismos que en total consumen 19 millones 167 mil 38 metros cúbicos. Y las 15 empresas que registran más gasto tienen autorizado un total de 44 mil 690 millones 222 mil metros cúbicos al año. En contraste, para toda la población de Nuevo León, la Conagua sólo tiene autorizados mil 33 millones 950 mil metros cúbicos de agua al año. Lo que representa que sólo las 15 empresas consumen 43.22 veces más litros de agua que la población de la entidad. Sólo dos de esas 15 empresas, las trasnacionales Ternium y Heineken, consumen más de 21 millones de metros cúbicos, señaló la organización Frente Nuevo León ( La Jornada, 7/6/22). Mientras no haya cifras oficiales que informen cuáles son los mayores consumidores de agua y cuánta emplean, no tenemos como referencia sino las que aquí menciono y otras semejantes.

No sólo Nuevo León; también Sonora, Coahuila, Baja California, Puebla, Oaxaca, Chiapas y otros estados se hallan sometidos a una distribución antihumana del agua vía su explotación privada –reciente es la privatización del servicio en Querétaro–, contaminación, evaporización y acaparamiento. Presa del neoliberalismo, México permite que el interés de quienes hacen negocio con el agua se mantenga siempre por encima de aquellos que la necesitan para satisfacer sus necesidades básicas. Mientras, en la Cámara de Diputados permanece nonata una nueva Ley General de Aguas.