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Desde otras ciudades

Ainus y ryukyus, dos pueblos originarios del antiguo Japón

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Viviendo sólo de lo que se caza en la naturaleza, uno se vuelve humilde, se siente que debemos la vida a los kamui, es lo que pregonan los ainus que viven al norte de Japón.Foto Afp
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n medio de un bosque de la isla japonesa de Hokkaido, Atsushi Monbetsu se arrodilla sobre la maleza y reza en la lengua casi desaparecida de los ainus, uno de los pueblos autóctonos del archipiélago. Kamui, dice, dirigiéndose a sus divinidades, un ainu entra en su bosque y desea cazar el ciervo.

Localiza un grupo de ciervos y mata uno con su fusil y luego, arrodillado en la tierra, coloca sus manos frente al animal, con las palmas dirigidas al cielo y las agita de abajo hacia arriba para enviar su alma al país de los kamui.

Los ainus vivían en las islas actualmente compartidas entre el norte de Japón y Rusia y comerciaban con los japoneses, a los que llamaban wajin. Pero en 1869 el imperio anexó sus territorios y prohibió las prácticas consideradas bárbaras, como los tatuajes faciales de las mujeres y los obligó a abandonar la caza tradicional y a adoptar nombres japoneses.

El gobierno los reconoció oficialmente como pueblo autóctono en 2019, tras generaciones de políticas de integración forzada que dejaron profundas cicatrices: cuando Atsushi Monbetsu era niño, la vergüenza de sus orígenes era tan fuerte que su madre le prohibía utilizar la palabra ainu.

Como muchos jóvenes descendientes de las comunidades autóctonas, recuperó su identidad y algunas de las prácticas tradicionales que él considera como un derecho de nacimiento. Según las creencias animistas de los ainus, los kamui viven en cada animal, árbol, río, hasta en los instrumentos y cañas de pescar.

Tomoya Okamoto también ocultó sus orígenes, incluso a sus amigos, por temor a las burlas. Pero con el tiempo este joven de 25 años cambió de opinión, en parte gracias a la popularidad del manga Golden Kamui, que describe a la cultura ainu. Al menos 13 mil ainus viven en Japón, según el último censo en Hokkaido, de 2017. Un número probablemente subestimado a causa de los matrimonios mixtos y la reticencia de algunos a revelar sus orígenes.

A miles de kilómetros al sur, en Okinawa, es aún más difícil censar a la población de otro pueblo autóctono que el gobierno no reconoce. Se estima que la mayoría de los 1.55 millones de habitantes de Okinawa son de ascendencia ryukyu.

El reino Ryukyu estaba conformado antes de su anexión por una cadena de islas que están compartidas entre las prefecturas de Okinawa y Kagoshima. Cuando fue anexado en 1879, las autoridades prohibieron las lenguas locales y aplicaron un proceso de asimilación forzada más implacable que en Hokkaido.

Fueron aplicadas políticas para enseñar la lengua japonesa, exigir su lealtad y finalmente hacerlos combatir bajo la bandera nipona, dice Eiji Oguma, sociólogo de la universidad Keio de Tokio. Aunque en Hokkaido poca gente habla de manera fluida la lengua ainu, en Okinawa los viejos tratan de transmitir las diferentes lenguas autóctonas a las jóvenes generaciones.

No se enseñan en la escuela y los descendientes del pueblo ryukyu, como el rapero Ritto Maehara, las hablan con dificultad pese a la reciente proliferación de libros y videos en YouTube.

Afp