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Ver día anteriorLunes 30 de enero de 2023Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Oportunidad en puerta
B

eneficiado por los acontecimientos geopolíticos recientes y auspiciado por el marco jurídico comercial que representa el T-MEC, México parece estar en la antesala de una oportunidad histórica para convertirse en receptor de inversión y desarrollo económico.

Tan sólo en los recientes meses, medios de comunicación han dado cuenta del interés de diversas empresas de alcance global, por reubicar sus operaciones y plantas de manufactura hacia la región de Norteamérica. De acuerdo con información publicada la semana pasada, Foxconn, que ya cuenta con 5 mil empleados en el estado de Baja California, estaría interesada en contar con opciones de fabricación local en Ohio, Wisconsin y México para clientes de vehículos eléctricos.

A la noticia acerca del interés de la empresa taiwanesa, se suman trascendidos sobre la intención del fabricante de vehículos eléctricos, Tesla, de instalar una planta en Nuevo León, cuya cercanía geográfica con la ciudad de Austin, Texas, resulta estratégica para la empresa. En la misma línea, la prensa ha consignado el interés del ingeniero Carlos Slim de invertir en el desarrollo de la cadena de suministro de este tipo de componentes.

Como se dio cuenta en la entrega pasada, tal y como se expresó en la Cumbre de Líderes de América del Norte, los anuncios de inversión cuentan con el respaldo de la política de Estado de los gobiernos de Estados Unidos y Canadá, quienes, derivado de los recientes accidentes geopolíticos, han renovado su confianza en México como socio estratégico.

En atención a los requerimientos expresados durante esa reunión, autoridades mexicanas han manifestado en más de una ocasión la necesidad de capitalizar dicha oportunidad mediante el desarrollo de infraestructura.

La secretaria de economía, Raquel Buenrostro, ha declarado en diversas ocasiones la intención de desarrollar el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, como incentivo para la inversión. El proyecto contaría con el desarrollo de una línea férrea de 300 kilómetros, 10 parques industriales (de los cuales 40 por ciento estarían destinados a la generación de energía eólica) y una inversión de 10 mil millones de pesos.

En materia de energía, el gobierno busca crear un parque fotovoltaico que supone la construcción de 279 mil paneles, una subestación eléctrica, y una línea de alta tensión de 26 kilómetros de extensión, con una inversión de mil 644 millones de dólares y el potencial de exportar dicha energía a diversas entidades de Estados Unidos.

Con la licitación de varios de estos proyectos en puerta, hay que reconocer que llevar a buen puerto estos proyectos constituiría sin duda un acierto del gobierno actual, en tanto supone una oportunidad histórica para insertar a México en un proyecto de reindustrialización regional de cara al siglo XXI.

El éxito de estos proyectos no debería comprometer las lecciones históricas que la primera fase de la globalización nos ha legado. A pesar de sus innumerables frutos, el desarrollo de la industria manufacturera durante las últimas décadas del siglo pasado trajo consigo consecuencias poco deseables.

Una de ellas consistió en insertar a México en un paradigma global que hasta entonces le era relativamente desconocido. La globalización de los productos y la industria mexicana, colocó a nuestro país en una férrea competencia internacional, haciéndolo más susceptible a los efectos de las convulsiones globales del mercado.

Como han señalado Melissa Dell, Benjamin Feigenberg, Kensuke Teshima: es altamente probable que la violencia experimentada en México esté relacionada con dinámicas del mercado poco perceptibles.

De acuerdo con los investigadores: “la pérdida de empleos en la industria manufacturera mexicana, inducida por la competencia con China, aumentó el tráfico de cocaína y la violencia, particularmente en municipios con delincuencia trasnacional.

Los cambios locales en los mercados laborales –argumentan– redujeron el costo de oportunidad del empleo criminal, haciendo plausible que las organizaciones criminales luchen por hacerse del control (de comunidades). Cuando las opciones externas son limitadas, concluye el estudio, las oportunidades económicas que brinda el lucrativo comercio de drogas ilícitas son aún más valiosas, particularmente para los hombres jóvenes y poco calificados que dominan sus rangos inferiores.”

El desarrollo asimétrico entre las regiones norte y sur de México, el deterioro de algunas comunidades agrarias, el desplazamiento masivo de personas, o la vulnerabilidad de las mujeres que dejan el núcleo familiar para integrarse a los nuevos centros de trabajo sin una red de protección comunitaria, pueden ser interpretados como efectos no deseados de este proceso.

Para ser realmente exitoso y aprovechar las oportunidades que el proceso de “ nearshoring” promete, se requiere de una serie de medidas adicionales. Si el desarrollo de infraestructura, el fortalecimiento del estado de derecho y la accesibilidad a fuentes de energía renovables y confiables son indispensables, la creación de capital humano también lo es.

El destino final de esta nueva ola de inversiones dependerá de que los inversionistas encuentren las capacidades técnicas necesarias en las comunidades. En comparación con la primera ola de inversiones, el proceso en marcha es altamente intensivo en capital humano con capacidades técnicas especializadas vinculadas a las tecnologías de la información.

La buena noticia es que, a diferencia del clima o posición geográfica, dichas capacidades se pueden desarrollar.