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El adiós al dios Pelé
L

a verdad es que en el penúltimo día de 2022 había poca gente delante del hospital Albert Einstein, en San Pablo, donde permanecía el cuerpo de Pelé. A lo largo de su internamiento para tratar su cáncer de colon hubo mucho más vigilancia delante del Einstein.

El Rey, como era tratado no sólo en Brasil y muchos rincones del planeta, murió este jueves 29, luego de exactamente un mes internado, a los 82 años de edad.

Hasta el final de la tarde del viernes 30 de diciembre, la mamá de Pelé, a sus 100 años, todavía no había sido informada de la partida del hijo.

Ya en Santos, ciudad que da nombre al club que Pelé elevó a los cielos de la gloria, la movilización era enorme y se esparcía por puntos específicos, de la cancha que él sacralizó como una especie de césped celestial a las estatuas en su homenaje.

El Museo Pelé también fue punto de encuentro, duelo y homenajes incesantes desde que se supo de su partida.

La explicación para la poca gente en San Pablo está en que el velatorio será el lunes en Santos. Nadie, excepto familiares, tuvo acceso al hospital. Ni siquiera amigos allegados.

Multitudes se trasladarán por los 85 kilómetros que separan la capital del estado de la playa.

Ya el funeral se dará al día siguiente, pero con la presencia de poquísima gente, sólo amigos y familiares.

Pelé determinó el lugar donde será enterrado, y eligió la forma tanto del ataúd como de dónde quedará para las despedidas. Es uno dorado, que será llevado al cementerio vertical Memorial Necrópolis Ecuménica, que acorde al Guiness Book, el libro de los records, es el más alto cementerio de ese tipo en el mundo.

No hay ninguna información formal de parte de la familia de Pelé, pero se deduce que el velatorio y el entierro fueron postergados para lunes y martes de tal forma a no coincidir con la ceremonia –y la consecuente fiesta– de la asunción de Lula da Silva a su tercer mandato presidencial el domingo.

Mientras, por cada uno de los 5 mil 568 municipios brasileños hubo y hay de todo, de altares y pequeñísimas capillas ardientes que brotaron en plazas, plazoletas y veredas, a pancartas con imágenes de Pelé y la frase Adiós al Rey y cosas por el estilo.

Una verdadera y multitudinaria, silenciosa y adolorida, manifestación colectiva de despedida.

Edson Arantes do Nascimento falleció poco después de las dos y media de la tarde del jueves. Pelé no morirá jamás.

Esa frase se multiplicaba no sólo en pancartas, sino también en los titulares de diarios de todo el mundo. La verdad es que se preveía, entre periodistas brasileños, una amplia repercusión. Pero nadie predijo que sería de tal manera unánime y universal.

Hubo homenajes que sorprendieron, como la prestada por la NASA, la agencia espacial de Estados Unidos.

Al fin y al cabo, ¿qué tenía Pelé que ver con viajes espaciales?

Pues sus vuelos en la cancha. Eso.

El ex presidente Barack Obama fue uno de los que se manifestó con más énfasis. Bill Clinton también. Otro fue el mandatario francés Emmanuel Macron, uno de los primeros en Europa.

En Brasil, el ultraderechista Jair Bolsonaro decretó duelo nacional de tres días. Lo hizo muchas horas después de que el presidente electo, Lula da Silva, se manifestara.

Todos los mandatarios latinoamericanos se hicieron oír. Hubo un detalle curioso: por el mundo, gobernantes de tendencias opuestas se juntaron en el homenaje, como el colombiano Gustavo Petro, un ex militante de la lucha armada, y el primer ministro húngaro de extrema derecha, Viktor Orbán. ¿Qué tiene uno que ver con el otro? Pues la admiración por Pelé.

Es como si el Rey fuese una figura indiscutible, capaz de volar sobre todas las distancias existentes entre los hombres.

No es necesario mencionar a los atletas, no solo del futbol como de todos los deportes. El homenaje fue unísono.

Nunca antes una muerte tuvo semejante impacto en Brasil. Ningún otro atleta, ningún político, ningún artista conmovió tanto en su despedida.

Y tampoco hay, al menos entre atletas, antecedentes de semejante conmoción global, con tanta repercusión en la prensa, entre gobiernos, entre instituciones.

Hasta en eso Pelé ha sido único.