Opinión
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Apuntes postsoviéticos

Invierno

C

on la llegada del frío a Ucrania, tras semanas de intensas lluvias y fuertes vientos que convirtieron los campos de batalla en un lodazal que dificulta el avance de tanques, carros blindados, cañones y obuses, con soldados de ambos lados en improvisadas trincheras, de pie durante horas con agua helada hasta las rodillas y ropa de abrigo insuficiente, es previsible que, este invierno, al menos hasta marzo siguiente, ni ucranios ni rusos tengan recursos para lanzar una ofensiva significativa y cambiar el curso de la guerra.

El paréntesis de varios meses, en los cuales continuarán los bombardeos a distancia de las posiciones enemigas y habrá incursiones en las respectivas retaguardias, mientras se busca desplazar –en uno u otro sentido– la línea del frente, aunque sea unos cuantos kilómetros en la zona de los combates más cruentos en Donietsk, servirá tanto a Rusia como Ucrania para prepararse de cara a la nueva fase bélica al comenzar la primavera.

En ambos lados aumentan las presiones para encontrar una solución negociada. Recientes encuestas revelan que, afectados por el aumento de precios de los combustibles y la electricidad, no todos los europeos están de acuerdo en seguir ayudando a Ucrania, así como que, preocupados por el reclutamiento de civiles y el incremento de bajas, cada vez hay más rusos que apoyan dialogar para poner fin a la guerra.

En ese contexto, repuestas las reservas de misiles de alta precisión, drones, proyectiles y municiones, así como incorporados al ejército alrededor de 300 mil soldados de refuerzo, Rusia –en opinión de expertos militares– puede efectuar un segundo intento de tomar Kiev desde Bielorrusia.

El objetivo sería forzar al gobierno ucranio a capitular y negociar bajo las condiciones que quiere imponerle el Kremlin: como mínimo quedarse con las cuatro regiones ucranias que se anexionó en septiembre.

Al no haber garantías de que el segundo intento será más exitoso que el primero, durante este invierno las tropas rusas están colocando barreras anti-tanque y minas en el perímetro de sus actuales posiciones.

Pero es poco probable que Ucrania acepte que se recorten sus fronteras por firmar la paz, cuando Kiev, al menos ahora, no quiere hacer concesiones y pretende recuperar los territorios que tenía en 1991, cuando se desintegró la Unión Soviética.