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Mono araña en Teotihuacan evidencia relaciones de diplomacia con los mayas

Los restos del animal, de mil 700 años, fueron hallados en el complejo mexiquense, que mantenía presencia de sus vecinos

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▲ El ejemplar, una hembra, fue entregado como un preciado regalo y después sacrificado brutalmente.Foto Afp / Nawa Sugiyama / UCR
 
Periódico La Jornada
Miércoles 23 de noviembre de 2022, p. 9

París. Hace mil 700 años, una hembra de mono araña fue presentada como un preciado regalo –y después sacrificada brutalmente– para reforzar los lazos entre dos grandes potencias de la América prehispánica, según un nuevo estudio.

El trabajo, publicado el lunes en Proceedings, de la Academia Nacional de Ciencias estadunidense, compara la ofrenda de las élites mayas a Teotihuacan con la diplomacia del panda de China que acompañó la normalización de las relaciones entre el país asiático y Estados Unidos en los años 70.

Mediante el uso de múltiples técnicas –incluyendo la extracción de ADN antiguo, la datación por radiocarbono y el análisis químico de la dieta– los investigadores reconstruyeron la vida y la muerte de la primate. Encontraron que probablemente tenía entre cinco y ocho años de edad cuando fue enterrada viva. El hallazgo permite reunir evidencia de interacciones de alta diplomacia y desacredita las creencias de que la presencia maya en Teotihuacan estaba restringida a las comunidades de inmigrantes, explicó Nawa Sugiyama, arqueóloga de la Universidad de California Riverside, y su equipo, con el que desde 2015 ha excavado en el Complejo Plaza de Columnas en Teotihuacán y quien dirigió el trabajo.

Es un momento muy emocionante para hacer arqueología porque la metodología está por fin aquí, señaló a Afp Sugiyama.

El trabajo comenzó con el sorprendente descubrimiento de la arqueóloga en 2018 de los restos del animal en las ruinas de Teotihuacan, lugar declarado por la Unesco patrimonio de la humanidad.

Los monos araña (Ateles geoffroyi) no son nativos de la región elevada, dejando a Sugiyama con un rompecabezas que resolver: ¿Qué hacía el animal allí, quién lo llevó y por qué fue sacrificado?

Las pistas vitales vinieron de la ubicación de los restos. Teotihuacan fue un importante lugar de intercambio cultural e innovación en la Mesoamérica clásica.

Aunque conocida por las pirámides de la Luna, el Sol y la Serpiente Emplumada, cada vez hay más interés por la Plaza de las Columnas, complejo en el que los vecinos mayas mantenían una presencia parecida a la de una embajada de hoy día.

Fiestas, tesoros y murales

Los restos óseos del mono se encontraron en el complejo junto a un águila dorada –emblema mexicano incluso actualmente– y rodeados de una colección de objetos de gran valor, como puntas de proyectil de obsidiana, caracolas y artefactos de piedra preciosa.

También se descubrieron más de 14 mil fragmentos de cerámica de un gran festín, así como un mural maya que representa al mono araña.

Esto, agregó Sugiyama, fue una prueba más de un intercambio que tuvo lugar en los niveles más altos, y que precedió al posterior ascenso del estado de Teotihuacan y a la participación militar en las ciudades mayas en el año 378 de la era cristiana.

Los resultados del análisis químico de dos dientes caninos que salieron en distintos momentos de la vida de la mona indican que, antes de su cautiverio, vivía en un entorno húmedo y se alimentaba de plantas y raíces.

Después de ser capturada y llevada a Teotihuacan su dieta era más parecida a la de los humanos, incluyendo maíz y chiles.

El mono araña podría haber sido una curiosidad exótica ajena a las altas elevaciones de Teotihuacan, escribieron Sugiyama y sus colegas. El hecho de que fuera un primate compañero de viaje, posiblemente contribuyó a su carisma y atractivo.

En última instancia, el animal tuvo una macabra desaparición: Las manos atadas a la espalda y las patas atadas indican un entierro en vivo, común entre los sacrificios humanos y animales en Teotihuacan, añadieron los autores.

Aunque salvaje a la perspectiva moderna, tenemos que entender y contextualizar estas prácticas culturales (...) y lo que significaba ser capaz de renunciar a lo más preciado para ti, concluyó Sugiyama.