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Los de abajo

Don Luis Villoro, pensador y revolucionario

S

e han organizado mesas de diálogo y conferencias, se han escrito ensayos y artículos que dan fe del enorme trabajo filosófico y humanístico de don Luis Villoro Toranzo en el centenario de su natalicio, a nueve años de su partida. Sin duda, la reflexión en torno a sus aportaciones no terminará con esta serie de homenajes, pues es un clásico no sólo teórico, sino del que emana una práctica de la que generaciones actuales y futuras tendrían que seguir aprendiendo para transformar la realidad que vivimos.

Don Luis, un enamorado de la vida, se unió sentimentalmente en sus últimos años a Fernanda Navarro, también filósofa y activista y, como él, compañera de los zapatistas desde el inicio de la insurrección hace casi 29 años. Se conocieron décadas antes, pero fueron sus encuentros en torno a las prácticas de las comunidades indígenas zapatistas las que construyeron una unión que no terminó con el fallecimiento del maestro emérito de la UNAM.

En octubre de 2011, en ocasión del segundo aniversario de nuestro portal Desinformémonos, don Luis y Fernanda se sentaron junto a nosotras en el auditorio de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Ahí, uno al lado de la otra, disertaron sobre el pensamiento y práctica política, social, económica y, sobre todo, ética de los zapatistas, a los cuales ambos se unieron, no para ayudarlos, sino, insistieron, para escucharlos y aprenderles.

En el ensayo El concepto de revolución, don Luis Villoro apunta: “En Chiapas, se han constituido las juntas de buen gobierno, donde rige una democracia participativa. En las juntas de buen gobierno los representantes, hombres y mujeres, son electos por toda la comunidad, con independencia del poder nacional central. Los representantes funcionan de manera rotativa, revocable y están sujetos a la rendición de cuentas periódicamente.

“Esa es la democracia directa, más allá de la partidocracia”, a la que cuestionó por no representar una verdadera democracia. Don Luis fue un revolucionario y no sólo un pensador.

Villoro y Fernanda Navarro mantuvieron una relación afortunada de la que el mundo continuará beneficiándose. Y ella, discreta y generosa, está para contarlo.

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