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Hoy, convocados a las urnas más de 156 millones

Brasil: Lula y Bolsonaro buscan presidencia en la primera vuelta

El plan oficial privatizador se confronta al programa del PT de estatizar

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▲ Lula abarrotó la emblemática Avenida Paulista con una caravana con diversidad de contingentes. Bolsonaro reunió a miles de conservadores en una rodada en moto, ambos en Sao Paulo.Foto Afp y Ap
 
Periódico La Jornada
Domingo 2 de octubre de 2022, p. 16

Sao Paulo., El ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010) y el actual mandatario, Jair Bolsonaro, movilizaron ayer a sus seguidores en Sao Paulo, la mayor ciudad de Brasil, antes de medir sus fuerzas hoy en la primera vuelta de las elecciones a la presidencia, en las que también se votará por congresistas y gobernadores estatales, en una contienda a la que más de 156 millones de brasileños están habilitados para votar en uno de los comicios más polarizados del país.

Al grito de ¡Brasil, urgente, Lula presidente! y ¡Jair, hora de salir!, Lula, de 76 años y favorito en los sondeos, lideró, desde en una camioneta descapotada, la Marcha de la victoria, que recorrió una arteria cercana a la emblemática Avenida Paulista, escenario de las grandes manifestaciones.

Desde temprano, el ex mandatario fue acompañado por miles de personas con banderas variopintas de centrales sindicales, colectivos LGBT, grupos de afrodescendientes y feministas, pero principalmente las rojas de su Partido de los Trabajadores (PT).

Sus seguidores ambientaron su llegada con vítores, esperanzados en que su candidato gane la presidencia en la primera vuelta. Tengo esperanza de que (eso) ocurra. ¿El resumen del gobierno de Bolsonaro? Una tragedia completa, opinó Ully Kotler, profesora de 29 años.

A unos 5 kilómetros de la Avenida Paulista, Bolsonaro, de 67 años, con chaqueta negra y sin casco, encabezó una caravana en moto hasta el Parque Ibirapuera, el pulmón verde de Sao Paulo, donde lo aguardaban miles de simpatizantes. Ese contingente vestía camisetas amarillas y verdes, ondeaban banderas de Brasil, aplaudían, pitaban y pedían selfis con el mandatario. ¡Lula, ladrón, tu lugar es la prisión!, gritaron los bolsonaristas cuando el presidente mostró una bolsa con una foto de su rival izquierdista tras las rejas.

Bolsonaro, quien contiende por el Partido Liberal, tilda constantemente a Lula de ladrón y ex presidiario al recordar su condena por corrupción por el caso Lava jato, que luego fue anulada por la Corte Suprema en medio de acusaciones de que el juez y los fiscales manipularon el caso en su contra. Ninguno de los candidatos pronunció discursos.

La carrera electoral tuvo este año un incremento de la seguridad, cuatro años después de que Bolsonaro fue acuchillado en plena calle antes de las elecciones de 2018.

En tercer lugar se ubica el ex ministro de Hacienda y ex gobernador de Ceara, Ciro Gomes, del Partido Democrático Laborista, con 6 por ciento de la intención de voto, y en cuarto la senadora Simone Tebet, del Movimiento Democrático Brasileño, con 5 por ciento.

En estos comicios participarán 11 candidatos presidenciales, aunque fuera de los cuatro primeros lugares en los sondeos ninguno supera uno por ciento en las intenciones de voto.

Según la legislación brasileña, para ser electo, un candidato debe obtener la mayoría absoluta de sufragios; es decir, más de la mitad de los votos válidos (excluidos los sufragios en blanco y nulos).

En caso de que ninguno de los candidatos cumpla con ese criterio, se realizará una segunda vuelta, prevista para el 30 de octubre.

Lula promete combatir la crisis económica con políticas de impulso del consumo, derogar la ley del techo de gasto y una reforma fiscal progresiva para gravar las grandes fortunas. Nacionalizar por completo la eléctrica Eletrobras, un gran plan de obras públicas para generar empleo y poner fin a la explotación indiscriminada de la Amazonía, son otras promesas.

Bolsonaro continuará con sus planes de privatizar empresas estatales, como Eletrobras, el servicio postal Correios y la empresa Petrobras, con la que espera hacer posible una de sus promesas de campaña: tener el combustible más barato del mundo. Ambos han prometido aumentar la inversión en políticas sociales para reducir la desigualdad.