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La propuesta de inclusión
L

a propuesta de inclusión en la Nueva Escuela Mexicana (NEM) parece que sigue debiendo una factura muy cara económica, educativa y socialmente. Sólo un ejemplo: en el primer trimestre de 2019 se gastó en la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos (Conaliteg) 147 millones 855 mil 404 pesos (Secretaría de Hacienda). Se anunció que el tiraje de educación indígena era uno de los más inclusivos de la historia. El resultado es un compendio de lecturas y actividades donde resulta evidente el nulo interés que tuvieron los editores por documentar la participación de los pueblos originarios en la historia de este país.

Uno de los actores principales de esta reforma, el doctor Marx Arriaga, director general de Materiales Educativos de la Secretaría de Educación Pública, ha pregonado por todo el país la importancia de la inclusión en la propuesta curricular en todos los niveles. Pero parece que, a pesar de ello, la discriminación hacia grupos indígenas continúa.

Esto lo podemos observar en el número de veces que nombran a los pueblos originarios y el contexto en que aparecen nombrados. Al leerlo se tiene la impresión de que nunca existieron. Un ejemplo claro es el libro de historia para quinto grado de primaria (2020), donde se nombra a los grupos indígenas tan sólo cuatro veces, en un periodo que abarca desde la Independencia de México hasta los albores del siglo XXI (1810-2010).

La primera mención aparece en el bloque uno. Consiste en un fragmento del texto Bandidos somos y en el camino andamos: En México, a menos que seas indio o traigas calzón roto, nadie viaja a pie (pág. 37).

En el subtema sociedad porfiriana se lee: Algunos empresarios y hacendados compraron grandes extensiones de tierra y formaron latifundios. Aunque con esta forma afectaron las comunidades indígenas y campesinas (pág. 91).

La tercera referencia se encuentra al explicar la participación de grupos indígenas en el movimiento revolucionario, en el bloque tres: Durante el movimiento revolucionario participaron miles de personas hombres, mujeres y niños, de diferentes grupos sociales, la mayoría eran indígenas, rancheros, obreros, empleados, etcétera. (pág. 101).

La cuarta y última referencia es parte del bloque cinco, donde resume, en un par de líneas, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional y la matanza en Acteal (págs. 170 y 171).

Esta propuesta de desaparición histórica de los pueblos originarios en los procesos educativos y en libros no es nueva. Habría que recordar que, en el primer ladrillo con el que se construyó la educación moderna mexicana, el vasconcelismo, significó la tumba de muchos saberes tradicionales, lenguas e idiomas milenarios y modos de relación social. La invención de la raza cósmica por José Vasconcelos, implantó un modelo de enseñanza en que se le decía a los indios que no saldrían adelante con lo que eran, ya que sus saberes no podían admirar una obra de arte, y para apreciarla tenían que ir a la escuela. Como lo retrata el primer número de la revista Maestro, editada por la SEP: Escribiremos para los muchos con el propósito de elevarlos y no nos preguntamos qué es lo que quieren las multitudes, sino qué es lo que más les conviene para que ellos mismos encuentren el camino de la redención.

Este blanqueamiento educativo siguió hasta nuestros días, a lo largo de sexenios y reformas educativas. A pesar del reconocimiento de los pueblos originarios en la Constitución y la transformación a un estado multicultural (gracias a los grandes movimientos sociales indígenas), los modelos curriculares siguieron siendo promotores de la unificación cultural desde la visión del Estado, utilizando instrumentos de violencia histórica, cultural, epistemológica. La Secretaría de Educación y sus libros de texto siguen excluyendo de la historia oficial a los pueblos indios, invisibilizando su participación histórica, y negando la importancia que tuvieron en cada uno de los acontecimientos de este país.

El Acuerdo Educativo Nacional (2019), que propuso e impulsó el ex director de Fundación Azteca y ex secretario de Educación Esteban Moctezuma, fue acertadamente criticado en su momento. Hubo poca participación del magisterio en la elaboración de planes de estudio y programas, así como de los libros de texto.

Alarma la incongruencia de la actual política educativa. Es un contrasentido poner como eje central a la inclusión y, simultáneamente, fomentar dentro de los libros la invisibilización de grupos indígenas y su participación en la historia. Si los reformadores de políticas educativas no comprenden a cabalidad la importancia de la educación para la transformación social, rompen con la idea central del planteamiento curricular: la relación entre sociedad y escuela.

* Maestro