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De la otra ciudad

La apuesta es montar invernaderos

El sueño de un grupo de jóvenes reactivó cultivo chinampero en Tláhuac con verduras y hortalizas

Para mantener su cooperativa reinvierten ganancias y con apoyo gubernamental sortean caprichos del clima

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▲ La necesidad de un ingreso con sus carreras y el amor por la tierra llevó a los jóvenes a sembrar bajo la vieja usanza.Foto Yazmín Ortega Cortés
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▲ La necesidad de un ingreso con sus carreras y el amor por la tierra llevó a los jóvenes a sembrar bajo la vieja usanza.Foto Yazmín Ortega Cortés
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▲ La necesidad de un ingreso con sus carreras y el amor por la tierra llevó a los jóvenes a sembrar bajo la vieja usanza.Foto Yazmín Ortega Cortés
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▲ En la Cooperativa Vale Verde se ha diversificado el cultivo con vegetales y algunas frutas.Foto Yazmín Ortega Cortés
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▲ En la Cooperativa Vale Verde se ha diversificado el cultivo con vegetales y algunas frutas.Foto Yazmín Ortega Cortés
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▲ En la Cooperativa Vale Verde se ha diversificado el cultivo con vegetales y algunas frutas.Foto Yazmín Ortega Cortés
 
Periódico La Jornada
Domingo 10 de julio de 2022, p. 29

En el paraje La Ciénega –entre canales sin agua y matorrales, evidencia del abandono en el que se encuentran las tierras de cultivo– jóvenes agrónomos sin nada más que sus estudios universitarios, luchan por conservar las escasas chinampas que aún sobreviven en la alcaldía Tláhuac con la producción de verduras y hortalizas.

Su labor empezó en 2015, cuando rondaban los 22 años, recién egresados de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Xochimilco y con un futuro incierto. Nos trajo la necesidad de tener un empleo y empezamos a cultivar lo que más sabíamos, pepinos y jitomates, en un terreno que rentamos porque ninguno de nosotros tiene propiedades, contó Iván Bautista Osorno, integrante del grupo.

Lo hicieron solos, pero al año contaron con la asesoría y ayuda económica de la Secretaría de Trabajo y Fomento al Empleo, lo que les permitió crear la Cooperativa Agraria Vale Verde, la cual ha diversificado su producción, pues si bien mantienen las hortalizas tradicionales de la región también han introducido especies como el brócoli romanesco, de origen asiático, las coloridas acelgas arcoíris, las calabazas estrella y el betabel golden, ambos son amarillo brillante.

Recibimos dos apoyos, uno de 80 mil y otro de 118 mil pesos que nos sirvieron para adquirir maquinaria, herramientas y el sistema de riego, plásticos para los invernaderos y semillas, explicó Bautista Osorno, quien detalló que cada año reinvierten la utilidad que generan para equipar la cooperativa.

Como jóvenes, no tenemos una familia ni hijos que nos demanden dinero constante, sobrevivimos con lo básico para ir creciendo. Cada año nos proponemos metas, lo platicamos y vamos invirtiendo porque hay equipo tecnificado, pero no contamos con él.

Ellos mismos, construyen sus sistemas de riego con tubos de PVC y mangueras. En el grupo hay un compañero que se pone a ver tutoriales en Internet y los arma sin ningún problema.

Sobre la avenida Tláhuac, frente a la colonia Santa Cecilia, a cinco minutos del centro de la alcaldía, los cultivos crecen bajo techo y a cielo abierto, aunque la apuesta es hacerlo en invernaderos, pero cada uno, según el material y el tamaño, tiene un costo que varía entre 300 mil y medio millón de pesos.

Estar a expensas del clima incluye riesgos que pueden llevarlos a la pérdida de una producción completa, como ocurrió hace un par de años, cuando las fuertes lluvias desbordaron los canales e inundaron la chinampa.

Se nos perdió toda la cosecha de lechugas, pero a veces basta con que haya una granizada o una helada. Con los invernaderos podemos contener un poco esos problemas, pero también garantizar todo el año, incluso en invierno, ciertos productos que no son de temporada.

La Ciénega es parte de las tierras que se lograron salvar de la urbanización ante la resistencia que protagonizaron hace algunos años los ejidatarios en contra de la construcción de la línea 12 del Metro, pero sigue bajo amenaza constante ante el interés de las nuevas generaciones por otras actividades.

Al pie del cultivo de fresas, mientras retira la maleza de las plantas para que floreen más rápido, la bióloga Verónica Chavarría explicó la razón. El trabajo en el campo es duro y mal pagado. Los más viejos buscaron otras oportunidades para sus hijos. Aquí muchos son maestros y los que no, salen de sus comunidades a empleos mal remunerados del sector servicio, por lo que es escasa la mano de obra y se debe contratar a jornaleros de otras entidades.

Iván recordó que cuando llegaron a este paraje sólo había dos naves de invernadero y la mayor parte estaba en el abandono. Empezamos a rentar, saneamos el suelo con abono porque estaba muy desgastado y comenzaron a llegar otros a ofrecernos sus chinampas en renta, incluso unos sólo para que le diéramos una utilidad; ahora hacemos contratos porque ya que la veían recuperada nos las pedían de regreso.

Hoy, su producción fuerte son los jitomates, hasta 15 toneladas por invernadero al año, y los pepinos, con 12 toneladas en el mismo periodo, así como mil lechugas cada 15 días. Sus productos los colocan directamente en los mercados alternativos de Tlalpan y del Parque Ecológico de Xochimilco, pero sus mayores ventas se dan a domicilio con su promoción en redes sociales.