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El otro 10 de mayo

Se les exige demasiado: investigadora

Ninguno de los papeles, víctima o heroína, es justo para las madres

Aunque el dolor daña a toda la familia, las mujeres son las que persisten en hallar a los desaparecidos

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▲ El Monumento a la Madre fue el punto de partida ayer de la edición 11 de la Marcha por la Dignidad Nacional.Foto Yazmín Ortega Cortés
 
Periódico La Jornada
Miércoles 11 de mayo de 2022, p. 4

Aunque el dolor y las afectaciones por la desaparición de una persona se comparten entre toda la familia, son las mujeres, principalmente las madres, las que suelen mantenerse en la búsqueda, las que no se encierran, las principales que piden justicia y, al mismo tiempo, a las que más se les exige, explica Karla Salazar, investigadora especialista en resiliencia frente a violaciones graves de derechos humanos.

Para Flora Marcelo el día que desapareció su hija, Ayelin Iczae Gutiérrez Marcelo, de 13 años de edad, perdió no sólo a una de las personas que más ama, sino también la estabilidad en su familia, su casa, su trabajo y hasta sus amistades. Se terminó su vida, menos las fuerzas para buscar justicia, relata.

“Este camino me ha cambiado completamente. Estoy desplazada de Tixtla (Guerrero), fuera de mi casa, mis otras dos niñas no estudian. Es algo muy doloroso y además muy difícil porque se puede decir que tenemos que empezar en otro lugar, donde no conoces a nadie, no hay quien te apoye porque hay veces que la familia y los amigos se de-saparecen… más los amigos, yo me acuerdo que tenía muchos, ahorita no tengo, se esfumaron, se fueron. Quizá por miedo, no sé.”

Pese a estas circunstancias, dice, yo quiero que mi hija tenga justicia, porque cuatro días después la encontramos muerta y las autoridades me entregaron el cuerpo incompleto. Por eso quiero que se logre una condena ejemplar de no repetición, que ya no vuelva a pasar esto con otras niñas. Así lo voy a hacer, comparte en entrevista.

Cuando una persona desaparece, explica Salazar, las familias son trastocadas más allá de la cuestión de los roles. Las parejas que tienen un hijo se destruyen porque hay una insistencia de las madres en seguir buscando. Recuerdo el caso de una pareja en la que a los tres años (de la desaparición) el padre le pide a su esposa que deje de buscar a su hijo, que lo dé por muerto, y de ahí se divorciaron.

Además, se genera un sentimiento de culpa en las madres porque ellas creen que si hubieran hecho algo diferente no hubiera ocurrido. También, “los demás hijos les reclaman: ‘no nada más tienes un hijo, tienes dos o tres’, y les reprochan que ellas también desaparecieron”.

La académica de la Universidad Autónoma de Tamaulipas agregó que la mayoría de las buscadoras son mujeres y adultas mayores. Para ellas, es muy difícil enfrentar esta situación porque no se llevan un bocado a la boca sin pensar qué hará mi desaparecida; no duermen bien porque están pensando qué estarán haciendo ellos. Entonces es una crisis terrible.

Hay una demanda para que ellas, o tomen la figura de víctimas o de heroínas. No obstante el papel en que las encasillen, siempre se les demanda demasiado, recalca la investigadora.

A las madres en México se les idolatra o idealiza, entonces cuando sus hijos desaparecen se les castiga socialmente. Ninguno de los dos papeles es justo (víctimas o heroínas), porque los dos las pone en una posición muy vulnerable.

Cuando desaparece una mujer y deja a sus hijos en orfandad, las parejas lo que hacen es canalizar a los hijos con las abuelas, y los padres dan un paso para atrás, menciona. Cuando son los hijos los que desaparecen, los hombres guardan mucho silencio y tratan de procesarlo al enterrar a la persona que desaparece; ante la constante incertidumbre, no pueden con ello, se caen más fácil, se enferman más fácil, se dejan morir incluso, por eso es que la carga emocional recae en las mujeres.

Sin embargo, este peso no es justo, porque se les deposita la responsabilidad de la permanencia familiar, de los vínculos, y además, de la búsqueda, concluye.