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Acervos de las academias de San Carlos y de Pintura, en Chile, dialogan en El canon revisitado

La muestra en el Museo Nacional de Bellas Artes, en Santiago, cuestiona el eurocentrismo en la producción de AL entre los siglos XVI y XVIII

Foto
La fortuna, del siglo XVI, autor no identificado (Escuela flamenca).Foto colección Museo Nacional de Bellas Artes, Chile
 
Periódico La Jornada
Martes 10 de mayo de 2022, p. 4

Reflexionar sobre las ideas y principios de la norma occidental que se instauró en el continente por medio de la circulación de las imágenes es el principal propósito de El canon revisitado: Una mirada al arte europeo desde América Latina, exposición abierta en el Museo Nacional de Bellas Artes, de Chile, cuyas obras dialogan con las del Museo Nacional de San Carlos, de México.

Se trata de una relectura de ambos acervos que busca comprender e interpretar su origen, así como identificar rasgos y factores que han contribuido a la construcción de imaginarios y estéticas compartidas que tuvieron como punto de partida la fundación de la Academia de San Carlos, en México (1781) y la de Pintura, en Chile (1849).

Las 70 pinturas de origen europeo incluidas en la muestra fueron producidas entre los siglos XVI y XVIII. Algunos de los artistas representados son Tintoretto, Jacopo Carrucci (Pontorno), José de Rivera, Francisco de Zurbarán y Andrea Vacarro. La única artista presente en la exhibición es Joanna Vergouwen, con la copia de una obra de Ginevra Cantofoli, atribuida por más de 300 años a Guido Reni.

Ambas academias, desde sus respectivas fundaciones, conformaron una vasta colección de arte europeo que sirvió como fuente de modelos iconográficos para sus estudiantes. Estas obras, que en su mayoría presentan algún pasaje bíblico o escena mitológica, sirvieron como modelos de enseñanzas éticas y morales.

Durante el siglo XIX, pues, América Latina construyó un gusto estético basado en referencias europeas que también difundieron una serie de comportamientos ideales de lo que se creía era una sociedad civilizada.

A partir de esta premisa, una de las finalidades de la muestra es cuestionar los paradigmas de belleza occidental, representados en figuras blancas y presentadas como símbolos de pureza y virtud. Esto, en contraposición a una otredad vinculada con los pueblos originarios como imágenes de lo erróneo, lo perverso y fuera de lo establecido.

La exposición se divide en cuatro núcleos: La historia de las colecciones: la mirada blanqueada; Estética de la moral y las virtudes; La pictocracia y la jerarquía de los cuerpos, y Las copias y la reproducción ideológica del canon. Mediante estos apartados los curadores de la muestra –Gloria Cortes Arriaga, Manuel Alvarado Cornejo, Eva Cancino (Chile) y Claudia Garay Molina y Mariano Meza Marroquín (México)– buscan dar su verdadero valor y relevancia a las copias, tanto como ejercicio de formación artística, como medio de reproducción ideológica.

En la inauguración, el director del museo chileno, Fernando Pérez, dijo que concretar la exhibición constituyó un gran logro porque representa una posibilidad de diálogo de colecciones y de equipos de dos instituciones culturales latinoamericanas.

Para la directora del museo mexicano, Mireida Velázquez Torres, la exposición refleja los cuestionamientos contemporáneos a dos colecciones históricas que son resultado de una mirada eurocentrista.