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¿La fiesta en paz?

Mónica Bay: algunos exponentes del toreo a la mexicana

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o necesariamente por ser torero mexicano interpretará el toreo a la mexicana, de hecho son muy escasos sus exponentes. Es más una cuestión de personalidad y de vivencias que de nacionalidad; sin embargo, nunca se ha visto a nadie que no sea mexicano, ejecutarlo. A continuación, por fecha de nacimiento, algunos de los toreros más representativos:

“Carmelo Pérez (Texcoco, 1908-1931). Si bien su carrera fue muy corta, su importancia es mucha gracias a que toreaba con la mano muy baja, con temple, suavidad y longitud; sin embargo, tristemente su mayor aportación al toreo a la mexicana fue su muerte, ya que su hermano Silverio se hizo torero en homenaje a él, constituyéndose en una gran figura y en el máximo representante de este estilo.

“Luis Castro El Soldado (Ciudad de México, 1912-1990). Torero de contrastes y broncas, logró por medio de sus verónicas hondas y sentidas, ejecutadas con las manos muy bajas y los brazos desmayados, dejar huella dentro de esta particular expresión.

“Silverio Pérez (Texcoco, 1915-2006). Silverio es por mucho el ejemplo más claro del toreo a la mexicana. Espíritu mestizo, hondura en pleno, todo el cuerpo en franca expresión, quijada, manos, brazos y una espalda por momentos descompuesta. Embebido el toro en una honda verónica, en ese derechazo de una zozobra casi intolerable y en aquel célebre trincherazo. Silverio lloraba a Carmelo y entonces todos lloraron a Carmelo... así, Carmelo se convirtió en el muerto de todos.

“Manuel Capetillo (Jalisco, 1926-2009). Un torero recio que halló en la muleta su mejor medio de expresión, ligando pases templados, profundos y largos como él mismo, emocionando al tendido por su toreo en redondo con gran hondura y transmisión.

“Jorge El Ranchero Aguilar (Tlaxcala, 1927-1981). Hombre recio que olía a campo y a faena, a toro y a potrero. Toreaba con gran sentimiento, hondura y profundidad. Su mano izquierda lo llevó a ejecutar naturales inolvidables. La vida fue generosa y le regaló una muerte soñada mientras tentaba una vaquilla. Nació en una ganadería y murió en otra, sin prisas, entregando su corazón de forma definitiva.

“Fernando de los Reyes El Callao (Tlaxcala, 1929-1993). Torero de rostro anguloso, con gran expresión y sello. Iba de lo sublime a la absoluta apatía. Cuentan que en sus tardes de inspiración toreaba con una gran lentitud, en una época en la que todavía no era muy común. Hay registros de sus hondos derechazos acompañando todo el trazo con el cuerpo.

“Rodolfo Rodríguez El Pana (Tlaxcala, 1952-2016). Vivió de acuerdo con el personaje que él mismo creó y que dejó una muestra muy gráfica del toreo a la mexicana condensada en derechazos y trincherazos de indudable valor artístico e histórico en memorables tardes. Genialidad, inspiración, lentitud, misterio; toda su leyenda y sus sinsabores deletreados en esos pases de antología.

“Jerónimo (Ciudad de México, 1977). El exponente actual más importante del toreo a la mexicana. Pese a largos periodos de inactividad es un torero que siempre deja un buen sabor de boca y es muy valorado por empresarios y taurinos de cepa, quienes lo siguen, lo esperan y ansían verlo programado en ferias y temporadas, conscientes de su sello y gran personalidad.

“Ejemplos menos mediáticos tienen un lugar destacado entre conocedores y taurinos de prosapia, como Curro de los Reyes (Ciudad de México, 1941), novillero contemporáneo de Manolo Martínez, convertido después en destacado aficionado práctico y en ganadero de bravo. Aquellos que han tenido la oportunidad de disfrutar su arte reconocen en él esa particular hondura y esa expresión desgarradora típica del toreo a la mexicana. Torero de pocos pases, pero de imborrables detalles de incuestionable esencia y aroma.”