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El festival literario Primavera Bonita rindió homenaje a la poeta chicana Sandra Cisneros

Adelantó a La Jornada que pronto publicará una antología de poemas escritos a los largo de 30 años

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▲ La escritora Sandra Cisneros informó que su próximo libro, Mujer sin vergüenza, será publicado por el sello estadunidense Alfred A. Knopf, con traducción al español de Liliana Valenzuela. En la imagen, durante su reconocimiento en el Centro Cultural Los Pinos.Foto Carlos Paul
 
Periódico La Jornada
Martes 8 de marzo de 2022, p. 6

En el Festival Internacional de Escritoras 2022 Primavera Bonita, realizado en el Centro Cultural Los Pinos, se rindió homenaje a la poeta y narradora chicana Sandra Cisneros (Chicago, Illinois, 1954).

Con la participación de las también poetas Zel Cabrera y Sylvia Georgina Estrada, y la periodista cultural Irma Gallo, durante el reconocimiento se destacó que Sandra Cisneros pertenece a una generación brillante de escritoras chicanas, como Gloria Anzaldúa, Sandra María Esteves, Denise Chávez y Carla Trujillo.

La homenajeada, quien desde hace nueve años radica en San Miguel de Allende, Guanajuato, agradeció el reconocimiento a su trabajo y leyó, entre otros poemas, Mujer busca su propia compañía y Un chico con metralleta me saluda con la mano.

Soy hija de un padre chilango que emigró a los Estados Unidos cuando era muy joven, y se encontró con mi madre. Mis abuelos, del lado materno, también emigraron desde Guanajuato, durante la Revolución. Soy nieta de inmigrantes campesinos, analfabetos; no saben qué contento ha de estar mi papá (ya fallecido) por este homenaje, agradeció la poeta.

Soy inmigrante al revés: me vine a vivir a México hace nueve años. Tengo doble ciudadanía y digo que soy de las Américas del norte y del sur. Siempre escribí cartas de amor a México, como a un amante que nunca me contestaba, pero ahora, con este reconocimiento, tengo una respuesta; muchas gracias, expresó la autora de La casa en Mango Street.

La poeta adelantó en charla con La Jornada que esos nuevos poemas serán parte de un libro con más de 60 escritos elaborados a lo largo de más de 30 años, que llevará como título Mujer sin vergüenza, el cual será publicado por el sello estadunidense Alfred A. Knopf, con sede en Nueva York, con traducción al español de Liliana Valenzuela.

El título, explicó, tiene que ver con la lucha de toda mi vida de quitarme la vergüenza de ser de casa humilde, de ser mujer, de tener un cuerpo femenino que la Iglesia y el Estado no parecen reconocer.

En el libro hay poemas de lo que ha sido vivir en México, de lo que mí corazón ha visto; también hay poemas que he escrito sin censura, no sólo que tienen que ver con lo social y lo político, sino también con mi vida personal, además de escribir sobre la violencia y de cosas bonitas, como la naturaleza y el cielo de México.

En estos tiempos tan violentos, es cuando más necesitamos de la poesía. Los poetas expresan su verdad y los políticos dicen lo que la gente quiere oír. Por eso, a la Casa Blanca de Estados Unidos no invitan a poetas cuando hay tiempos difíciles, porque ellos buscan decir la verdad.

Para Cisneros, entre los poetas que habría que leer se encuentran el puertorriqueño Martín Espada, primer latino en ganar el premio de poesía Ruth Lilly; a Joy Harjo, primera poeta nativo americana, reconocida como la poeta nacional en Estados Unidos, y al chicano Juan Felipe Herrera. Poco a poco hemos visto más visibilidad de los latinos o indígenas en este género.

Durante el homenaje, Irma Gallo destacó que Cisneros es una de las poetas que ha puesto en el mapa literario lo que significa escribir desde la doble identidad, la mexicana y la estadunidense, en un país en el que no ha de ser fácil transitar por la existencia con esta dualidad.

Por su parte, Zel Cabrera explicó que leer el trabajo de Sandra me hizo creer que hay otra manera de escribir y escribirnos libres y valientes, seguras de nosotras, hablando de lo que nos atraviesa y nos duele.

Hablar de la obra de Sandra Cisneros, destacó Sylvia Georgina Estrada, es hablar de identidad y búsqueda, de palabras que se cocinaron en las conversaciones de nuestras madres y abuelas, de las casas que cargamos a cuestas, del cuerpo que recuerda mucho antes que la mente, de sentir hasta el tuétano, de amar y desamar, de las amigas que quisimos y perdimos, de ser madres, hijas, mujeres.